Colombia, en campa?a
LA CAMPA?A electoral para la presidencia de Colombia, que dura desde el verano pasado, se est¨¢ moviendo quiz¨¢ decisivamente en los ¨²ltimos d¨ªas. Despu¨¦s de varios meses de persistentes mayor¨ªas en los sondeos del candidato liberal Horacio Serpa, su rival, el conservador Andr¨¦s Pastrana, se presentaba esta semana con un margen de entre cinco y 20 puntos de ventaja ante la primera vuelta del pr¨®ximo d¨ªa 31.La pareja Samper -presidente en ejercicio- y Serpa -su delf¨ªn- pretend¨ªa consolidar sus posibilidades de victoria con el anuncio, en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a o incluso entre la primera y la segunda vuelta -se celebrar¨¢ el 21 de junio si nadie alcanza la mayor¨ªa absoluta-, de un acuerdo de paz con el segundo movimiento guerrillero del pa¨ªs, el ELN. La noticia circul¨® antes de tiempo y no parece que los subversivos tengan ya inter¨¦s en hacerle ese favor a Samper. Al mismo tiempo, las acciones de los paramilitares, milicias supuestamente al servicio del orden, pero aut¨¦nticas guardias blancas del poder terrateniente en la mayor¨ªa de los casos, que retienen a m¨¢s de 40 secuestrados, hunden a¨²n m¨¢s al Gobierno en la impotencia.
Washington ha dado finalmente un toque al proceso electoral neg¨¢ndole el visado al inspector del Ej¨¦rcito general Iv¨¢n Ram¨ªrez Quintero, porque le considera poco de fiar en el combate contra los narcotraficantes, raz¨®n por la cual el propio presidente tampoco puede viajar a Estados Unidos. Ha sido ¨¦sta una forma de decir que el contencioso entre los dos pa¨ªses no acaba necesariamente con el mandato de Samper y de advertir que la elecci¨®n de Serpa puede no ser hoy la mejor idea del mundo . Todo lo anterior cabe que haya contribuido a disparar la cota de Pastrana y al repunte del tercer candidato en discordia, la independiente, pero de procedencia conservadora, Noem¨ª San¨ªn.
Colombia tiene una justificada sed de cambio, de orden, de un mejor reparto de la riqueza; en definitiva, de Estado . Pastrana es un hombre honrado que asume los problemas de su pa¨ªs y que ser¨ªa apoyado por Washington en un esfuerzo internacional por hacer la paz con la guerrilla. La inc¨®gnita ahora es la de si un candidato cl¨¢sico, un representante de la Colombia que ha estado siempre en el poder, puede practicar la cirug¨ªa democr¨¢tica que exige la renovaci¨®n de gran parte de la clase pol¨ªtica manchada por el polvo de la droga, un acuerdo de paz generoso pero firme con la guerrilla, el restablecimiento del cr¨¦dito exterior del pa¨ªs y, sobre todo, la devoluci¨®n de la esperanza a la gran naci¨®n colombiana. Serpa dice que ¨¦l tambi¨¦n puede.
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