El puro virtuosismo de Brendel

Seguimos con los pianistas, esta vez Alfred Brendel, una de las grandes bazas, tan desiguales, del grupo vien¨¦s lanzado al final de los a?os cuarenta y unido a grandes premios internacionales: Brendel y Demus, el Busoni de Bolzano, Gulda, el de Ginebra y Badura-Skoda, el Marguerite Long de Par¨ªs.Si algo permanece inmutable en Brendel es la fidelidad a su propio estilo, en el que resuenan ecos de Edwin Fischer, pero s¨®lo ecos: su gusto y predisposici¨®n para Haydn, Mozart, Beethoven y Schubert; su concepto austero, su sonido noble mas sin pisar el terreno de una excesiva delectaci¨®n, la claridad de su juego, que, en lo virtuosista, carece de ¨¦nfasis igual que su fraseo.

Genio alt¨ªsimo

Se agradece mucho que de improviso la persistencia rom¨¢ntica quede rota por una tarde dedicada a Haydn y Mozart, con la presencia del Schumann m¨¢s leve, el de las Escenas de ni?os . Las dos sonatas haydnianas constituyen ejemplo de un genio alt¨ªsimo al que la gracia mozartiana disput¨® su aureola. Pero se trata de p¨¢ginas trascendentales, especialmente esa sonata terminal en mi bemol, densa, compleja, original y prerrom¨¢ntica. Frente a ella, el vuelo acumulado por Mozart en la Sonata en do, K 330 dicta normas desde su entera perfecci¨®n.Brendel diferencia cada mensaje, pero, tras cualquier disimilitud, aparece con fuerza y sin atentar contra la verdad perseguida su propio pensamiento. Su pianismo, tan riguroso, es diferente al de sus compa?eros de generaci¨®n, y esto no es defecto, sino virtud. Todos aplaudimos con entusiasmo la nueva aparici¨®n de Brendel en Madrid para serenar dos horas de m¨²sica grande.