La globalizaci¨®n, ?es inevitable?
La tendencia hacia la globalizaci¨®n, definida, para estos prop¨®sitos, como el aumento en la integraci¨®n de las econom¨ªas a trav¨¦s de las fronteras, el libre flujo de bienes, servicios y capital, tiene la apariencia estos d¨ªas de inevitable. Al reconocimiento de esta tendencia se ha sumado el presidente de Cuba, Fidel Castro, quien, durante un reciente congreso internacional en La Habana, ante una audiencia de m¨¢s de 2.000 mujeres provenientes de todo el mundo, declar¨® que "si alguien gritara "abajo la globalizaci¨®n", ser¨ªa como gritar "abajo la ley de gravedad". Por su parte, Peter Sutherland ha se?alado correctamente que la r¨¢pida integraci¨®n de las econom¨ªas mundiales comenz¨® hacia la mitad del siglo XIX y ha continuado, a pesar de los reveses que pas¨® con el surgimiento del socialismo, el proteccionismo en muchos pa¨ªses industrializados del norte durante los a?os treinta y la adopci¨®n de estrategias de crecimiento hacia adentro en muchas naciones en desarrollo del sur.Desde una perspectiva de pol¨ªtica econ¨®mica, sin embargo, esto requiere algunas precisiones. En primer lugar, la globalizaci¨®n no es un fin en s¨ª mismo, sino un medio para alcanzar prop¨®sitos sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos. En segundo lugar, si estos prop¨®sitos no son alcanzados, y si las pol¨ªticas adecuadas no son introducidas, pronto no quedar¨¢ nada de lo inevitable de la globalizaci¨®n: en realidad, estamos en un punto en el ciclo econ¨®mico mundial que puede ocultar las vulnerabilidades del sistema, las cuales se levantar¨¢n a perseguirnos cuando el ciclo se d¨¦ la vuelta.
Tiene que construirse un consenso pol¨ªtico, mientras tanto, que apoye la continuaci¨®n y expansi¨®n de estas estrategias. Ese consenso no existe hoy, ni entre las naciones industrializadas del norte ni entre las del sur. La globalizaci¨®n ocurre sobre la liberaci¨®n econ¨®mica, y ¨¦sta no es ni m¨¢s ni menos que el esfuerzo para crear condiciones que permitan introducir las innovaciones. La teor¨ªa moderna del crecimiento econ¨®mico y la necia realidad han venido probando que, para que una naci¨®n se convierta en l¨ªder econ¨®mico, tiene que abrirse con eficacia a los cambios y a las innovaciones.
Como Joseph A. Schumpeter escribi¨® hace m¨¢s de ochenta a?os, la introducci¨®n de innovaciones es la esencia del crecimiento econ¨®mico. Y son las innovaciones introducidas por los empresarios en un clima de intensa competencia y en un contexto complejo de informaci¨®n, educaci¨®n, desarrollo de la infraestructura, la misma manera como la actividad empresarial es conducida y controlada, y por qui¨¦n, lo que explica el periodo impresionante de expansi¨®n que las econom¨ªas est¨¢n viviendo hoy en el mundo. Pero, como el propio Schumpeter afirm¨®, "en cuestiones econ¨®micas, la resistencia se manifiesta primero que todo en los grupos afectados por las innovaciones": y en lo que se refiere a la liberaci¨®n econ¨®mica, estos grupos son muy numerosos, son muy poderosos y no van a dejar f¨¢cilmente el campo libre para los reformadores. Asimismo, estos grupos de inter¨¦s pueden sumar muchos votantes a su causa, para fortalecer su m¨²sculo pol¨ªtico lo suficiente para revertir la liberalizaci¨®n y la apertura econ¨®mica, pues los cambios y las innovaciones significan tremendos ajustes y afectan a millones de personas.
Hay una lucha en marcha hoy en d¨ªa en la arena pol¨ªtica entre los innovadores y los intereses creados. Y hay una lucha potencial en el horizonte de la arena social si la pol¨ªtica y las pol¨ªticas no cumplen sus promesas de lograr elevar los niveles de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Por ello, y a diferencia de la ley de gravedad, los cambios y la liberalizaci¨®n no ser¨¢n permanentes si no se reconoce que hay que ganar esta lucha. Esto quiere decir que hay que construir un consenso pol¨ªtico para mantener la din¨¢mica actual de cambio y apertura; y requiere que, junto a la revoluci¨®n del mercado, se logre mejorar la calidad de vida, en un medio ambiente de oportunidad, seguridad y justicia.
Ahora se sabe, a partir de investigaciones con datos confiables, que es muy dif¨ªcil cambiar las tendencias en la distribuci¨®n del ingreso. Y en la pobreza. Sin embargo, hay experiencias que muestran que la globalizaci¨®n puede producir mejoras en el nivel de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Requiere, para ello, de intervenci¨®n estatal para promover instituciones que difundan las innovaciones.
Tambi¨¦n de programas sociales que no sean una mera red de protecci¨®n, sino medios para abrir la v¨ªa a una notable y amplia participaci¨®n popular, poniendo los programas sociales en manos de las comunidades organizadas, aumentando as¨ª el capital social. Programas con estas caracter¨ªsticas tienen que permitir que los m¨¢s pobres puedan acumular capital f¨ªsico y humano, as¨ª como un esfuerzo eficaz de educaci¨®n b¨¢sica.
Es as¨ª como el crecimiento puede generar m¨¢s equidad; y ¨¦sta a su vez se vuelve promotora de m¨¢s crecimiento. Se puede pasar de los c¨ªrculos viciosos de la pobreza a los c¨ªrculos virtuosos de la justicia. Se ha sugerido que debe haber una rendici¨®n de cuentas de los programas sociales; es decir, que todo Gobierno deber¨ªa presentar, al inicio de sus responsabilidades, un balance, apoyado en datos confiables, sobre la situaci¨®n que recibe en t¨¦rminos de distribuci¨®n de la riqueza y de nivel de pobreza; y otro al t¨¦rmino de su gesti¨®n. Y explicar tambi¨¦n cu¨¢nto se fortaleci¨® la sociedad civil durante el proceso.
Dos instituciones internacionales independientes han publicado resultados que permiten evaluar pol¨ªticas que se han instrumentado para alcanzar el prop¨®sito de mejorar los niveles de vida dentro de la liberalizaci¨®n econ¨®mica. La Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) public¨® en 1997 su estudio sobre pobreza y desigualdad durante la ¨²ltima d¨¦cada (CEPAL, Reporte social sobre Am¨¦rica Latina y el Caribe, 1996). En abril de este a?o, la OCDE produjo un an¨¢lisis que incluy¨® Solidaridad, el programa social de mi administraci¨®n para combatir la pobreza (OCDE, Descentralizaci¨®n e infraestructura local en M¨¦xico. Una nueva pol¨ªtica p¨²blica para el desarrollo, 1998). Estos dos estudios apoyan la afirmaci¨®n de que es posible alcanzar tanto metas sociales de equidad como metas pol¨ªticas de participaci¨®n, en el marco de la liberalizaci¨®n econ¨®mica y la eficiencia productiva.
Los datos del estudio de CEPAL cubren los a?os en que se dio un intenso proceso de privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas y liberalizaci¨®n de mercados. Estos datos prueban que en M¨¦xico, entre 1989 y 1994, la distribuci¨®n del ingreso (medido a trav¨¦s del llamado coeficiente Gini) mejor¨® tanto en las ¨¢reas urbanas como en las rurales, en las cuales el ¨ªndice de concentraci¨®n descendi¨® casi un 5% en las primeras y un 4,3% en las segundas. Este resultado es importante, sobre todo si uno considera como referencia que en Estados Unidos, en un periodo de 40 a?os (entre 1950 y 1991), el coeficiente de Gini en realidad empeor¨®, al aumentar un 5,3%.
Por lo que hace a la reducci¨®n de la pobreza en M¨¦xico, el reporte de CEPAL muestra que, durante la primera mitad de los noventa, el 40% de la poblaci¨®n en los estratos m¨¢s bajos de ingreso aument¨® su participaci¨®n en el ingreso nacional un 6% en las ¨¢reas urbanas (llegando al 9%), y casi un 15% en las zonas rurales (llegando al 11%). Y el 10% m¨¢s rico de la poblaci¨®n redujo su participaci¨®n en el ingreso nacional en un 6% en las ¨¢reas urbanas (bajando al 34%) y m¨¢s de un 1% en las rurales (disminuyendo al 27%). Las cifras objetivas de CEPAL muestran que parece haber caminos para tener liberalizaci¨®n de mercados, privatizaci¨®n y apertura de la sociedad con mejoras en la equidad y en la reducci¨®n de la pobreza.
Dados los niveles de concentraci¨®n del ingreso y de pobreza acumulados en M¨¦xico a lo largo de generaciones, no se pueden considerar estos resultados como satisfactorios.
Sin embargo, lo que resulta alentador es que, durante la primera mitad de esta d¨¦cada, la tendencia hacia la concentraci¨®n del ingreso y el aumento de la pobreza en M¨¦xico no s¨®lo se detuvo, sino que revirti¨®. Esto sucedi¨® porque fue posible financiar el mayor programa social en la historia moderna del pa¨ªs, Solidaridad, sin deuda y con equilibrio fiscal y estabilidad de precios.
En el estudio publicado por la OCDE en abril de este a?o, se afirma que Solidaridad, "dada la magnitud del programa, puede percibirse no s¨®lo como un verdadero programa de combate a la pobreza, sino tambi¨¦n como un programa de promoci¨®n de las iniciativas b¨¢sicas de una comunidad". (Solidaridad ten¨ªa como objetivo la introducci¨®n del liberalismo social, que har¨ªa posible reducir los costos sociales de modernizar el pa¨ªs). Y es que se trataba de mucho m¨¢s que un programa de alivio a la pobreza, ya que transform¨® su combate en una acci¨®n participativa y fortalecedora de la comunidad, consistente en la descentralizaci¨®n econ¨®mica y la eficiencia. El programa enfatizaba la participaci¨®n, la responsabilidad y la rendici¨®n de cuentas. Corresponde a las naciones del sur introducir pol¨ªticas que cumplan los prop¨®sitos de eficiencia, equidad y democracia.
El norte, sin embargo, no puede darse el lujo de permanecer indiferente. Como lo han mostrado crisis recientes, primero en Am¨¦rica Latina y ahora en Asia, los mercados est¨¢n ¨ªntimamente conectados a nivel internacional. Y, a¨²n m¨¢s importante, el ¨¦xito de la liberalizaci¨®n econ¨®mica en el sur es el medio m¨¢s importante para las naciones en desarrollo para cumplir sus responsabilidades globales en el siglo XXI.
C¨®mo podr¨¢n enfrentar y contener los retos globales del cambio clim¨¢tico, el terrorismo, el poder del crimen organizado, y, al mismo tiempo, alimentar, vestir y proteger a su propia poblaci¨®n, fortalecer a sus comunidades para que controlen su propio destino, y sin duda cumplir con la promesa insatisfecha de los beneficios anunciados de la apertura de fronteras, apertura de mercados y apertura de la pol¨ªtica. Cualquier repliegue del norte, ya sea por un resurgimiento del aislacionismo o de un proteccionismo de primer mundo, as¨ª como del atractivo del unilateralismo o de la mano pesada del intervencionismo en los asuntos internos de otras naciones, sin duda, echar¨ªa abajo este proceso.
Tambi¨¦n lo har¨ªa la pasividad del sur. Se requiere un debate, y el momento es ahora, sobre la reforma de la reforma. De otra manera, podemos contemplar ya una alianza que crece entre los cr¨ªticos de la apertura, y que parad¨®jicamente incluye a los peque?os negocios protegidos durante a?os por la sobrerregulaci¨®n y los grandes oligopolios protegidos por los aranceles y licencias de importaci¨®n: entre organizaciones campesinas formadas alrededor de pol¨ªticas clientelistas y grandes agricultores beneficiarios de precios agr¨ªcolas altamente subsidiarios; incluso entre intelectuales de la izquierda y la derecha, entre otros.
Esta alianza inconcebible est¨¢ ya presentando un reto y un cuestionamiento a la globalizaci¨®n, y preparando el terreno para revertir la tendencia a la apertura y la liberalizaci¨®n.
Cuando nos alcance la ca¨ªda del ciclo econ¨®mico, el momento ser¨¢ oportuno para una propuesta profundamente revisionista. Se requiere, por ello, un esfuerzo serio para definir y defender los beneficios de la integraci¨®n y de la apertura econ¨®mica y pol¨ªtica, y para articular las pol¨ªticas y los valores sociales y pol¨ªticos que lo sostienen: como la importancia de la sociedad c¨ªvica organizada, de la tolerancia, de la civilidad, de la transparencia y la oportunidad, del consenso, de la soberan¨ªa y la solidaridad.
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