El fiscal pide 18 penas de muerte en el macrojuicio por terrorismo en Guinea
El consejo de guerra sumar¨ªsimo por supuesto terrorismo en Guinea Ecuatorial ha quedado visto para sentencia. El fiscal, con voz firme y la sala puesta en pie, ley¨® sus conclusiones finales: 18 penas de muerte, 42 de 30 a?os, 14 de 10 a?os y 19 de seis a?os. Para los cuatro espa?oles de origen guineano -Juan de Dios Ripeu, Alejandro Choni, Jos¨¦ Luis Aran y Francisco Biach¨®- no hay petici¨®n alguna de pena; quedar¨¢n en libertad cuando se dicte sentencia del juicio por los sangrientos acontecimientos ocurridos en enero en la isla de Bioco, donde cinco personas murieron en ataques de grupos armados.
Otros 18, que no est¨¢n ni siquiera en el sumario, permanecen en el limbo jur¨ªdico. No existen para la fiscal¨ªa, pero siguen encarcelados. Los abogados mostraron su sorpresa por la dureza y el n¨²mero de penas solicitadas. ?Ahora veremos si estamos ante un juicio con base legal o uno pol¨ªtico?, dijo el abogado Juan Ol¨®.A Ol¨® ya le han llegado los primeros recados de un sector de las fuerzas de seguridad: cuando termine este proceso vamos a por ti. Esta aparente impunidad de algunas personas qued¨® ayer patente en las conclusiones de los abogados. Pidieron un nuevo proceso sumar¨ªsimo contra las personas involucradas en las muertes extrajudiciales en dependencias policiales o carcelarias de al menos seis personas. Tambi¨¦n solicitaron la restituci¨®n de los bienes de los presos.
La petici¨®n de las 18 penas de muerte cay¨® como una daga en el patio del herrumbroso cine Marfil. De los dos retretes de la izquierda surg¨ªa un nauseabundo olor tras cinco d¨ªas de juicio oral. El silencio her¨ªa. Las peticiones de las 42 penas de 30 a?os fue acogida con murmullos de desprobaci¨®n. No hubo aplausos. Ni uno. La tensi¨®n se reflejaba en los rostros de los defensores. Y en los cinco miembros del tribunal militar. ?Ahora, nosotros vamos a tratar de discernir los hechos y dar una sentencia equilibrada?, dijo a El PA?S el coronel Satiago Mouma, presidente del consejo de guerra. Mouma convoc¨® a todos para el lunes. A las diez de la ma?ana. Pero no se descarta que necesiten m¨¢s tiempo para alcanzar una sentencia final. Tras las peticiones del fiscal, Mouma dio la palabra a los presos que quisieran hablar. El primero en subir al estrado fue Mart¨ªn Puye, con su barba blanca y sus ojos orgullosos. Se enfrenta a una petici¨®n de pena de muerte por traici¨®n y terrorismo. Es uno de los jefes del Movimiento para la Autodeterminaci¨®n de la Isla de Bioko (MAIB). ?La ley est¨¢ en la mano de quienes la ejercen?, dijo con voz firme. ?Si tengo que morir, morir¨¦. Otros han muerto antes de m¨ª. Me convertir¨¦ en la herramienta de los que vengan detr¨¢s. Hoy hablan de Puye, pero ma?ana hablar¨¢n de otros?.
Puye no fue el ¨²nico que pidi¨® que, de ser fusilado, entreguen el cad¨¢ver a su familia para poder ser enterrado junto a los suyos. Fueron instantes de emoci¨®n. No para todos. Los se?alados por los presos como responsables de torturas sonre¨ªan.
Ahora, le toca al tribunal decidir. Muchos de los que hablaron al final se cre¨ªan ya condenados. No sab¨ªan distinguir entre la petici¨®n del fiscal y la condena. A las cinco de la tarde, un runr¨²n de curiosos se arracimaba en la calle para ver salir a los procesados, todos de la etnia bubi. ?Ahora, todos confiamos en la astucia del presidente Teodoro Obiang?, dec¨ªa Celestino Obiang, abogado de los cuatro espa?oles. En sus manos quedan las posibles medidas de gracia. El d¨ªa cinco es la oportunidad: su 57? cumplea?os.
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