Papeler¨ªas
Empe?o melanc¨®lico, la rese?a de las cosas idas, que s¨®lo tienen refugio en la memoria y luego se perder¨¢n, sin remedio ni sentido, para las generaciones siguientes. En el deambular por la ciudad notamos c¨®mo se esfuma mucho de lo que nos fue familiar y necesario. Estas calles, Fabio, ?ay, dolor!, de Carretas, Fuencarral, las Costanillas, plazuelas, callejones, pasadizos, fueron un tiempo albergue de lucidos y entra?ables comercios que a¨²n anteayer estaban ah¨ª. Es asunto recurrente entre quienes les damos vueltas al pasado, el solo patrimonio que nos queda, tan rico, variado y tan in¨²til.Hay ya pocas papeler¨ªas en Madrid, cuando anta?o estuvieron integradas e identificadas con el barrio. Llevaban apellidos: objetos de escritorio, imprescindibles, como el nombre indica, cuando escribir era una necesidad, un arte y un gusto que precisaban instrumentos espec¨ªficos. Papel impreso, rayado, pautado; en blanco, azul, rosa, violado, para femeninos billetes de amor. Historiadas escriban¨ªas de plata, con los tinteros, la salvadera, el resguardo para las plumas. De all¨ª, para atr¨¢s, a los a?os infantiles, cuando la primera posesi¨®n preciosa de los ni?os y las ni?as -juguetes aparte- era el plumier, la cajita oblonga, compartimentada, con el lugar para los l¨¢pices Faber, de colores, las plumillas Corona, la preciada goma de borrar, pertenencias individuales, intransferibles. Me parece que del universo infantil han desaparecido algunas cosas, sustituidas por otras de mayor coste y mejor vigencia.
El regalo de gran estima para un escolar, que recuerde, pod¨ªa ser el estuche de dibujo, joyero de ilusiones, sobre cuyas huellas en el terciopelo negro se insertaban el tiral¨ªneas, el comp¨¢s, la bigotera, como piezas b¨¢sicas. Asimismo, se trataba de un bien personal, pasajeramente transmisible a los hermanos menores. En el utillaje colegial no faltaban la regla, la escuadra y el cartab¨®n, necesarios para aquellas disciplinas llamadas geometr¨ªa y dibujo, que ignoro si forman parte de la formaci¨®n de los futuros ciudadanos del mundo. Guardo confusa memoria de las primeras plumas estilogr¨¢ficas, plumas-fuente que alimentaban un dep¨®sito de goma donde se recib¨ªa la tinta, por medio de un ingenioso fiador lateral. Durante mucho tiempo, en manos infantiles estuvieron asociadas al continuo recurso a la piedra p¨®mez y a unos dedos permanentemente manchados.
Tantas cosas se despachaban en las papeler¨ªas, que ampliaban el g¨¦nero seg¨²n el vaiv¨¦n de los mercados. Sobres de imaginativos tama?os, hoy sustituidos por apenas dos o tres modelos que, incongruentemente con los tiempos de libertad que creemos vivir, proclaman la contradicci¨®n de ser de f¨¢cil apertura y de confidencialidad garantizada. No lo entiendo. Buscar hoy sobres para tarjetas de visita es tarea a la que s¨®lo se pueden dedicar quienes anden sobrados de tiempo. Agendas, dietarios, bol¨ªgrafos, l¨¢pices ecol¨®gicos, mapas, callejeros de la ciudad, calculadoras de bolsillo, cintas para tachar errores, llaveros, chinchetas, clips, resmas de folios, calendarios y otros complementos afines. Es el mundo actual de la papeler¨ªa y los objetos de escritorio.
"?ste es un negocio individual, ni siquiera familiar. Mi mujer trabaja en la Administraci¨®n, porque nos hace falta", me conf¨ªa el due?o del peque?o establecimiento vecino. "Puede sobrevivir con dos condiciones: una larga acreditaci¨®n y su consecuencia, que es una fiel parroquia. Y ¨¦sta s¨®lo viene aqu¨ª para cubrir las emergencias, en caso de ser empresas, despachos o compa?¨ªas de alguna entidad. Los grandes pedidos los hacen al fabricante, que utiliza, muy a menudo, locales interpuestos, de su propiedad, para ofrecer precios de mayorista. Por todo Madrid se han abierto y cerrado tiendas de franquicia, que no pueden resistir los gastos generales y la complejidad de ¨¦sta u otra actividad". Le pregunto qu¨¦ es eso: "Concesionarios. El desconocimiento y la falta de arraigo y clientela acaban con el proyecto. Algo as¨ª ocurre con la proliferaci¨®n de tanto boliche que vende tel¨¦fonos port¨¢tiles. Vida ef¨ªmera, amigo m¨ªo", me ilustr¨®.
Le compr¨¦ m¨¢s sobres de los que necesito y una gu¨ªa urbana, actualizada, que me estaba haciendo falta.
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