Mayo de 1998
"Si vas a San Francisco, no dejes de ponerte unas flores en la cabeza...". El dulce movimiento hippy iba por la vida repartiendo sonrisas y "some flowers", poniendo la otra mejilla, predicando el amor al pr¨®jimo, incluidos los piojos. El carnicero Manson asest¨® un grave mandoble a su credibilidad, algunos de los catec¨²menos huyeron a Katmand¨², no volvimos a saber nada de ellos.
Londres, en cambio, iba bien. John Stephen, John Michael, Mary Quant, triunfaban con sus creaciones de provocadora moda juvenil en Carnaby y Kings Road. ?Oh, las minifalderas, las birds, luciendo sus adorables muslillos al sol (a veces lo hay) de New Bond Street! Y las canciones de los Beatles expresando y arrullando aquel milagro, aquel espejismo del "swinging London". Eran la amalgama de todo, aportaron la m¨ªstica. ?Victoria pac¨ªfica de la juventud creativa frente al establishment?
Par¨ªs iba fatal. All¨ª se fue al rupturismo sin paliativos. No era s¨®lo el tedio que deb¨ªa inspirar la figura hier¨¢tica del general De Gaulle; sino la rabia generalizada de los j¨®venes contra la complacencia burguesa de sus padres, sus rancios c¨®digos morales, sus rid¨ªculas prohibiciones. "Puestos a romper, romp¨¢moslo todo". Y los Campos El¨ªseos, tan civilizados y elegantes que apenas se hab¨ªan inmutado durante los a?os de la ocupaci¨®n alemana, se estremecieron ahora. Se colapsaron. Primero las pancartas, luego los adoquines, despu¨¦s las bombas lacrim¨®genas. La sociedad francesa, y no francesa, estremecida. ?Iban a ganar la batalla los j¨®venes revolucionarios? Naturalmente que no. El d¨ªa en que esto escribo, hace 30 a?os, vino el pucherazo, se restauraron la paz, el orden y la disciplina.
?Por qu¨¦ estoy evocando yo todo esto? ?Ah, s¨ª! Porque anteayer, mientras esperaba en una parada de la Castellana al autob¨²s de la l¨ªnea 5, que jam¨¢s lleg¨®, mientras contemplaba el monstruoso embotellamiento y los rostros crispados de mis presuntos compa?eros de viaje, intentando insertar el m¨ªo entre los suyos, bajo la marquesina, para escapar a la lluvia, tuve tiempo de acordarme de todo, incluso de aquellos Campos El¨ªseos colapsados. Tiempo tambi¨¦n para el parang¨®n. Porque aquello, el Mayo del 68 en Par¨ªs, se entend¨ªa, aunque a veces originase pensamientos confusos e incluso contradictorios. Estaba libr¨¢ndose una batalla campal entre el poder constituido y el anhelo de una juventud que jam¨¢s lleg¨® tan lejos, aunque fuese derrotada. Era un pulso hist¨®rico, con repercusiones mundiales, y si no ven¨ªa el autob¨²s se aguantaba uno y volv¨ªa caminando a Menilmontant, que suena muy bien. Pero ?c¨®mo se explica 30 a?os despu¨¦s el colapso de Madrid, que no s¨®lo va bien, sino que cuenta con una ciudadan¨ªa admirablemente dome?ada?
Sobre todo, con el recuerdo de las inauguraciones tuneleras de San Isidro tan pr¨®ximo. Escuchando los discursos, leyendo al d¨ªa siguiente las rese?as, yo empezaba a creerme que esta entra?able ciudad nuestra ingresar¨ªa a poco, con todos los honores, en el Libro Guinness de los r¨¦cords urbe con circulaci¨®n m¨¢s r¨¢pida del mundo. Sin embargo, muy poquito despu¨¦s, concretamente el ¨²ltimo d¨ªa laborable de mayo, ah¨ª estaba yo, varado, contemplando un espect¨¢culo dantesco. Prietas, e inm¨®viles, las filas de coches en el centro de la Castellana; anclados en el carril-bus, o presuntamente bus, toda clase de veh¨ªculos iracundos, entre ellos muchas furgonetas de presunto reparto. ?Qu¨¦ pasaba en Madrid un "d¨ªa de cada d¨ªa", a las dos de la tarde, para justificar tal estre?imiento? ?Ataque extraterrestre? ?Nueva victoria ¨¦pica del Real Madrid y redesmenuzamiento de la Cibeles y Neptuno bajo la sonrisa beat¨ªfica de nuestra primera autoridad municipal? Nadie sabe, nadie contesta. Ning¨²n polic¨ªa aparece, se pone a trabajar, intenta restablecer la circulaci¨®n. ?D¨®nde est¨¢ ese ingente ej¨¦rcito de funcionarios uniformados? ?Acaso multando a veh¨ªculos indefensos en barrios serenos y marginales? Pero ?es que no tienen tel¨¦fonos m¨®viles de ¨¦sos, chismes de cualquier tipo o denominaci¨®n con los que comunicarse entre s¨ª? A falta de soluciones o respuestas, me puse otra vez a rememorar: "Yesterday, todos mis problemas parec¨ªan tan lejanos, ahora parece que est¨¢n aqu¨ª para quedarse, ?oh!, yo creo en el ayer...".
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