Tanzania, un modelo en apuros
Sequ¨ªa e inundaciones castigan a centenares de miles de personas en un pa¨ªs que se adentra a duras penas en el capitalismo
La peque?a avioneta blanca copia el curso del r¨ªo Mkondoa, desbordado en varios tramos. La v¨ªa f¨¦rrea construida por los alemanes a comienzos de siglo y que une Dar es Salaam, la capital, con las tierras del norte de Tanzania y el lago Tanganica est¨¢ cortada en 15 puntos. A la terrible sequ¨ªa que castig¨® el a?o pasado a buena parte del pa¨ªs se unieron las lluvias torrenciales desencadenadas por El Ni?o, que han afectado severamente a centenares de miles de personas. Tanzania trata de dejar atr¨¢s el pelot¨®n de la pobreza mundial y se adentra a duras penas en el capitalismo bajo la f¨¦rrea supervisi¨®n del Fondo Monetario Internacional (FMI) mientras nuevas oleadas de refugiados llegan desde Ruanda, Burundi y la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (antiguo Zaire). El ¨²nico pa¨ªs estable de la vol¨¢til regi¨®n de los Grandes Lagos intenta zafarse de la corrupci¨®n y aliviar la presi¨®n de los separatistas de Zanz¨ªbar.A pesar de que Dodoma sigue siendo apenas un polvoriento nudo ferroviario de poco m¨¢s de 90.000 habitantes en mitad de la planicie tanzana, el Gobierno de Benjam¨ªn Mkapa est¨¢ decidido a hacer de ella la nueva capital del pa¨ªs, como reitera Isidore L. Shirima, el comisionado regional, en su despacho, donde dos retratos se miran a la cara y escenifican el equilibrio del poder tanzano: a un lado, el sonriente Julius Nyerere, el padre de la patria; al otro, el actual presidente, Mkapa. El Parlamento ya se ha mudado, y en la desangelada Dodoma celebra sus sesiones. Tras la quiebra de la l¨ªnea f¨¦rrea, se ha convertido en un centro neur¨¢lgico para la distribuci¨®n de la ayuda humanitaria. ?Vinimos a paliar la sequ¨ªa y nos encontramos con las inundaciones?, dice el portugu¨¦s Pedro M. Figueiredo, uno de los responsables de log¨ªstica del Programa Mundial de Alimentos (PAM), que en Tanzania trabaja codo con codo con la Oficina Humanitaria de la Uni¨®n Europea (ECHO, en sus siglas en ingl¨¦s), el mayor donante mundial. A las v¨ªctimas de la sequ¨ªa y las inundaciones, m¨¢s de 300.000, debe sumar los m¨¢s de 300.000 refugiados, burundeses en su mayor¨ªa, instalados en 11 campos en las regiones de Kigoma y Kibondo, al noroeste de Tanzania. La ayuda europea para la regi¨®n de los Grandes Lagos (Ruanda, Burundi, Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo) ha superado, desde 1993, los 1.400 millones de d¨®lares (m¨¢s de 200.000 millones de pesetas), en su mayor parte en ayuda de emergencia.
Fue precisamente la presi¨®n de los pa¨ªses donantes la que llev¨® a Tanzania, en 1992, a emprender la senda del multipartidismo. La fragmentaci¨®n de los partidos opositores ha permitido hasta ahora al gobernante Chama Cha Mapinduzi (Partido de la Revoluci¨®n) seguir actuando como el partido ¨²nico de tiempos de Nyerere, aunque sometido a un criticismo creciente a causa de pr¨¢cticas corruptas y abuso de poder.
El contencioso m¨¢s turbulento viene de Zanz¨ªbar (con sus dos islas de Unguja y Pemba). La crisis indonesia ha llovido sobre el ya mojado mercado del clavo, la mayor riqueza de la isla desde que los portugueses inauguraron la ruta de las especias y que ahora vive del turismo. La cada vez m¨¢s evidente separaci¨®n entre los partidarios de mantener la uni¨®n y los separatistas -en s¨ªntesis burda, entre cristianos e isl¨¢micos-, siembra sombras inquietantes en Tanzania. En las elecciones de 1995, Mkapa se alz¨® con el triunfo gracias al apoyo sin fisuras de Nyerere y a pesar de acusaciones de fraude tanto en Dar es Salaam como en Zanz¨ªbar, donde las correcciones y anulaciones de sufragios permiti¨® arrebatarle el poder al Frente C¨ªvico Unido, partidario de aflojar progresivamente los lazos con el continente.
Benjam¨ªn Mkapa hered¨® tal cenagal de corrupci¨®n de su predecesor, Hassan Mwinyi, originario de Zanz¨ªbar, que en su ¨²ltima etapa consigui¨® enervar hasta al propio Nyerere, que le recrimin¨® p¨²blicamente. Las promesas de Mkapa de lanzar una cruzada contra las malas artes se han sustanciado hasta el momento en la reciente destituci¨®n del ministro de Finanzas, Simon Mbilinyi, y de 120 funcionarios de distinto nivel, mientras otros 200 est¨¢n sometidos a escrutinio de la Oficina de Prevenci¨®n de la Corrupci¨®n.
Tanzania intenta que su buena fama, que le ha permitido salvar la cara ante las instituciones de cr¨¦dito y la UE, no se resquebraje por completo. El pa¨ªs de las grandes potencialidades, como lo bautizaron los primeros colonos alemanes a finales del siglo XIX, no pasa del estadio de los deseos, aunque es cierto que Tanzania destila, tras casi 40 a?os de relativa paz y estabilidad, un aroma bastante menos envenenado y un respeto por el di¨¢logo bastante ins¨®lito que sus atribulados vecinos de los Grandes Lagos.
Con tan s¨®lo treinta millones de habitantes para un pa¨ªs tan grande como Francia y Alemania juntas, se teme sin embargo que el 10% de la poblaci¨®n est¨¦ infectado de sida (uno de los porcentajes m¨¢s altos del mundo). Casi inexplotados yacimientos de minerales, entre ellos oro y diamantes, han empezado a atraer a compa?¨ªas mineras de Australia y Reino Unido, aunque la ca¨ªda del precio internacional del oro har¨¢ que los beneficios sean m¨¢s flacos de lo so?ado. La losa de la deuda externa (8.000 millones de d¨®lares, 1,2 billones de pesetas) obliga a que el 40% del presupuesto nacional se destine a pagar sus intereses.
La presi¨®n internacional para liberalizar la econom¨ªa choca con pr¨¢cticas ancladas en el socialismo africano. El libre mercado se encuentra con laberintos burocr¨¢ticos tan anquilosados que a menudo han de ser untados con aceite de palma para que funcionen. Y, mientras la Bolsa da sus primeros pasos, el programa de privatizaciones ha empezado a coger velocidad.
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