El problema ruso
L A OLA de las crisis asi¨¢ticas est¨¢ alcanzando a otra econom¨ªa emergente, la de Rusia, convirtiendo los problemas de ¨¦sta en un nuevo y grave factor de inestabilidad de la econom¨ªa mundial. Muchas razones explican las sacudidas de los cimientos econ¨®micos rusos en los ¨²ltimos d¨ªas. Pero en el fondo hay uno que sobresale: la desconfianza de los mercados en el nuevo primer ministro, Sergu¨¦i Kiriyenko, nombrado por Yeltsin para demostrar que s¨®lo hay un zar: ¨¦l. Esta desconfianza ha hecho que, pese a las medidas anunciadas por el Gobierno, el rublo y el mercado de valores rusos volvieran a tambalearse, obligando incluso a Clinton a intervenir y prometer nuevos pr¨¦stamos para Rusia.Yeltsin y su Gobierno est¨¢n empe?ados en defender el rublo para preservar as¨ª lo que le queda de credibilidad frente a los inversores extranjeros, y tambi¨¦n para evitar, en una econom¨ªa en extremo dolarizada, un nuevo empobrecimiento de una poblaci¨®n sometida a tremendos avatares, que ha aguantado con estoicismo la reducci¨®n del nivel de vida de una parte de sus habitantes, los impagos de las jubilaciones, de los sueldos de funcionarios, o de los salarios de los mineros. Pero, pese a esta capacidad de sufrimiento, no son de extra?ar ni las huelgas ni la inestabilidad reinante.
Todo ello ocurre, parad¨®jicamente, cuando la econom¨ªa rusa parec¨ªa haber tocado fondo; cuando volv¨ªa a crecer tras a?os de retroceso. Pero la ca¨ªda del precio del petr¨®leo ha venido a alimentar la actual crisis, en la que se han producido ventas masivas de activos financieros en rublos en manos extranjeras: en el curso de la semana pasada, los precios de las acciones han ca¨ªdo un 40%, y los de los bonos, un 80%.
Esta vulnerabilidad de la econom¨ªa rusa tiene m¨²ltiples causas: la desconfianza que genera el joven nuevo primer ministro, la mala gesti¨®n, un enorme d¨¦ficit por cuenta corriente y la inmadurez de un mercado a¨²n dominado por grupos mafiosos. El colapso del rublo podr¨ªa arrastrar al conjunto del sistema financiero ruso, con quiebras bancarias -los bancos tienen, por lo menos, 15.000 millones de d¨®lares en financiaci¨®n exterior con vencimiento a largo plazo- y de amplios sectores de la econom¨ªa. La crisis de Rusia puede acabar afectando a otros pa¨ªses.
Las medidas adoptadas por el Gobierno no parecen suficientes, y de hecho Yelstin anunci¨® ayer la presentaci¨®n de un programa anticrisis a fin de mes. ?Dispondr¨¢ de este tiempo? La multiplicaci¨®n por tres de los tipos de inter¨¦s hasta un 150% -el mayor nivel desde 1996, cuando Yeltsin sufri¨® una crisis cardiaca- s¨®lo puede ser pasajera, so pena de estrangular la econom¨ªa. Los nuevos recortes en el gasto p¨²blico son notables, pero su efectividad deja lugar a dudas. Queda pendiente la anunciada aceleraci¨®n de la privatizaci¨®n de Rosneft, la mayor compa?¨ªa petrolera todav¨ªa p¨²blica. Probablemente el Banco Central ruso disponga a¨²n de fondos para defender la moneda, pero necesita un mayor respaldo exterior. El Fondo Monetario Internacional (FMI), sobre el que recaen cada vez m¨¢s demandas y responsabilidades, se ha mostrado dispuesto a liberar otro tramo de 670 millones de d¨®lares del pr¨¦stamo comprometido con Rusia por un valor de 9.200 millones de d¨®lares. Tras la intervenci¨®n de Clinton, ser¨¢ necesario que el FMI decida una ayuda de emergencia.
En Rusia, como en Asia, las reformas econ¨®micas tendr¨¢n que ir de la mano de una profundizaci¨®n y consolidaci¨®n de la democracia que obligue a pensar no s¨®lo en los que han tenido ¨¦xito y se han enriquecido con la revoluci¨®n capitalista -que ante la crisis sacan el dinero del pa¨ªs en vez de ayudar-, sino en los millones de rusos que ya no est¨¢n dispuestos a sufrir en silencio.
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