Instrucci¨®n pol¨ªtica
El juicio del caso Marey ante el Tribunal Supremo no es un juicio pol¨ªtico. Pero la instrucci¨®n del caso s¨ª ha sido pol¨ªtica. No ha sido una instrucci¨®n jur¨ªdica de la que se desprenden consecuencias pol¨ªticas, sino una instrucci¨®n directamente pol¨ªtica.Y lo ha sido por el juez instructor. La Constituci¨®n exige que todo juez que conozca de la conducta de un ciudadano sea no s¨®lo imparcial, sino tambi¨¦n que lo parezca. La mera apariencia de parcialidad comporta la vulneraci¨®n del derecho a la tutela judicial efectiva del ciudadano.
Esta exigencia constitucional es muy intensa. Pondr¨¦ un ejemplo para que se entienda. Este verano pasado los magistrados del Tribunal Constitucional decidieron que no pod¨ªan participar en las manifestaciones por el asesinato de Miguel ?ngel Blanco, ya que, dado que pod¨ªan acabar teniendo que conocer del asunto, perder¨ªan la imparcialidad para pronunciarse si asist¨ªan a dichas manifestaciones. ?sta es la norma respecto de la imparcialidad del juez. Y as¨ª ha sido reiteradamente interpretada tanto por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos como por el Tribunal Constitucional.
Y, de acuerdo con esta norma, el juez Garz¨®n no pod¨ªa ser el juez instructor del caso Marey. Y eso, sin tomar en consideraci¨®n las declaraciones de Michel Dom¨ªnguez ante el Tribunal Supremo. Independientemente de que lo dicho por Dom¨ªnguez o por Luis Mar¨ªa Anson en sus declaraciones a Tiempo sea verdad o no, e independientemente de que Baltasar Garz¨®n se considerara subjetivamente imparcial para instruir el caso, es evidente que objetivamente no lo era. Su simple condici¨®n de ex secretario de Estado en el Ministerio del Interior le inhabilitaba para ser juez instructor del caso.
Si hab¨ªa un juez en Espa?a que no pod¨ªa instruir el caso Marey jur¨ªdicamente, es decir, de acuerdo con las exigencias constitucionales, ¨¦se era el juez Garz¨®n. La contaminaci¨®n pol¨ªtica de su instrucci¨®n era insuprimible.
Lo que ocurre es que eso, precisamente, era lo que se buscaba. Garz¨®n era el ¨²nico que no pod¨ªa instruir jur¨ªdicamente el caso. Pero era simult¨¢neamente imprescindible para hacer una instrucci¨®n pol¨ªtica del mismo.
Sin la colaboraci¨®n del juez era imposible que la instrucci¨®n se desarrollara simult¨¢neamente en el Juzgado de Instrucci¨®n n? 5 de la Audiencia Nacional y en las p¨¢ginas de El Mundo. Y que participara ocasionalmente el actual vicepresidente de Gobierno. Sin la colaboraci¨®n del juez resultaba imposible la "explotaci¨®n parlamentaria" de la instrucci¨®n, en la que tan activamente particip¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
La instrucci¨®n del juez Garz¨®n fue un ¨¦xito desde una perspectiva pol¨ªtica. Pero dicho ¨¦xito pol¨ªtico es incompatible con el juicio que todo ciudadano debe tener en un Estado de Derecho.
La presunci¨®n de inocencia tiene que ser destruida con pruebas obtenidas constitucionalmente por un juez objetivamente imparcial. ?sta es una de las conquistas esenciales de todo Estado de Derecho digno de tal nombre. Y no alcanzo a entender con base en qu¨¦ el Tribunal Supremo puede considerar que el juez Garz¨®n ha sido el juez imparcial exigido por la Constituci¨®n. Interpretando las garant¨ªas constitucionales en el proceso penal a la luz de la jurisprudencia europea y constitucional espa?ola, no veo de qu¨¦ manera se va a poder dar por buena una instrucci¨®n tan irregular.
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