?taca
Tambi¨¦n a la contra se puede ser creativo, afirma el autor, para quien es preciso aprovechar que no se tiene el gobierno para renovar ideas de cara al futuro
Los cambios sociales caracterizan nuestra ¨¦poca. Se acepta que la mundializaci¨®n de la econom¨ªa, la globalizaci¨®n de intereses y valores conducen hacia una sociedad diferente, en la que ideas tales como solidaridad, justicia social, identidad cultural o competencia profesional requieren una adaptaci¨®n al nuevo marco existencial para que no pierdan vigor y se alimenten s¨®lo de ret¨®rica. Una realidad diferente se dibuja en el horizonte (donde el conocimiento adquiere d¨ªa a d¨ªa un papel predominante) y requiere respuestas pol¨ªticas concretas y n¨ªtidas. Es as¨ª como la educaci¨®n adquiere protagonismo principal: se transforma en eje fundamental del desarrollo social y, con una sensibilidad progresista, no puede ser entendida como un gasto social sin m¨¢s. Hacer prioritaria la inversi¨®n en educaci¨®n, centrar en ella el esfuerzo de transformaci¨®n social es necesario en este largo viaje colectivo a ?taca.Plasmar el impulso educativo en propuestas de actuaci¨®n y programas a desarrollar no s¨®lo es responsabilidad del Gobierno de turno. Todos deben participar del compromiso de ofrecer alternativas. Recuerdo c¨®mo hace poco, en Sevilla, Yehudi Menuhin calificaba de perturbador el hecho de que, cuando un partido pol¨ªtico gana una elecci¨®n, el resto de las opciones y sus ideas permanecen al margen y pierden eficacia pol¨ªtica. Por el contrario, a contracorriente, a la contra, se puede ser muy creativo. Cuando no se tiene responsabilidad de gesti¨®n puede ser la ¨¦poca m¨¢s f¨¦rtil para aprovechar el tiempo, no quedarse paralizados, renovar planteamientos: tener un plan para el viaje que nos espera. Luego habr¨¢ obst¨¢culos que hagan m¨¢s o menos larga la traves¨ªa y surgir¨¢n los Eolo, Circe o Calipso.
Entre los papeles a asumir por cada nivel de la educaci¨®n, no es menor el que corresponde a la educaci¨®n superior; su car¨¢cter estrat¨¦gico es socialmente singular. Como instituci¨®n axial de la sociedad moderna, que dec¨ªa Daniel Bell, en Espa?a ha dado respuesta en los ¨²ltimos a?os a fuertes demandas cuantitativas; la universidad de masas, con todos sus problemas, ha representado una verdadera revoluci¨®n social en nuestro pa¨ªs. Pero mirando hacia adelante se requiere poner el acento en la calidad de la respuesta universitaria.
En general, se han cubierto los objetivos de aquellos a?os primeros de la transici¨®n, pero ahora son otras las prioridades que requieren un nuevo impulso, una nueva etapa en la reforma de la universidad espa?ola, pues s¨®lo con inercia no es posible contribuir al futuro universitario, y menos a¨²n sin que exista pol¨ªtica universitaria alguna. S¨®lo desde el esfuerzo com¨²n y audaz ser¨¢ posible construir una universidad socialmente m¨¢s justa, mejor dotada, capaz de ilusionar a los j¨®venes y de dar cabida a los adultos que deseen volver a ella. Ello obliga a una b¨²squeda de la calidad; su ausencia o su restricci¨®n a colectivos reducidos ser¨¢ otro factor de desigualdad. Calidad no es un t¨¦rmino singular, tiene varias significaciones, y lo que se ve como calidad en una universidad literaria no es lo mismo que se espera en una escuela de tecnolog¨ªa o de gesti¨®n, o en una facultad dedicada al arte.
Debe perfilarse una respuesta de calidad por medio de los principios de tolerancia y progreso. Se trata de buscar aquella parte de la pol¨ªtica universitaria que permita avanzar como pol¨ªtica de Estado. Es preciso evitar la tentaci¨®n de eliminar o disminuir los avances conseguidos, alegando motivos ideol¨®gicos o planteamientos sectarios. Hay que pensar siempre en los avances sociales como beneficiosos para todos. Mediante un debate pol¨ªtico amplio y profundo, debemos encontrar los principios de acuerdo sobre los que construir el futuro universitario de este pa¨ªs, pues hacer de la calidad el objetivo del proyecto universitario requiere un amplio acuerdo no s¨®lo de las fuerzas pol¨ªticas o de todas las administraciones educativas, sino, sobre todo, del conjunto de la sociedad. Al tiempo, la universidad debe avanzar en una l¨ªnea de progreso, pues su modernizaci¨®n y su mejora est¨¢n ligadas a la libertad de las ideas, la solidaridad, la democracia interna, la autonom¨ªa, la eficiencia y la corresponsabilidad de docentes, discentes y gestores ante la sociedad.
La clave para afrontar con ¨¦xito los cambios universitarios est¨¢ en el ajuste correcto del pleno ejercicio de la autonom¨ªa con capacidad de asumir las nuevas responsabilidades sociales. ?Se dan las condiciones necesarias para que las universidades aborden estos cambios? ?C¨®mo combinar autonom¨ªa, responsabilidad, diversificaci¨®n y globalizaci¨®n? Sin alterar la situaci¨®n no habr¨¢ respuesta satisfactoria. Se precisan cambios.
Cambios en la organizaci¨®n. La autonom¨ªa tiene que permitir tambi¨¦n la renovaci¨®n de las estructuras organizativas con criterios de eficiencia y transparencia. Se necesitan reformas institucionales, orientadas a mejorar la coordinaci¨®n del sistema universitario y la gesti¨®n de las propias universidades. Un sistema diversificado y flexible requerir reforzar las tareas de coordinaci¨®n entre las actuaciones de las universidades y las pol¨ªticas universitarias de las distintas comunidades aut¨®nomas. Se trata de un factor clave en la nueva arquitectura y, aunque no est¨¢ exenta de dificultades, la tarea de la instituci¨®n coordinadora (actualmente, el Consejo de Universidades) ser¨¢ esencial en el pr¨®ximo futuro. En cuanto a la reforma de los ¨®rganos de gobierno universitarios, hay aspectos esenciales: potenciar el papel del rector armonizado con el desarrollo de ¨®rganos de control y la rendici¨®n de cuentas, replantear el encaje que existe entre los ¨®rganos de gobierno que vienen de arriba, es decir, designados por el rector, y los elegidos desde abajo, flexibilizar la estructura y dotarla de mayor grado de descentralizaci¨®n, replantear las funciones y composici¨®n de los consejos sociales, etc¨¦tera.
Cambios en la financiaci¨®n. En los ¨²ltimos quince a?os ha mejorado notablemente la situaci¨®n financiera de las instituciones universitarias. Est¨¢n mejor financiadas, pero a¨²n insuficientemente. No estamos al final del camino, pues los datos de la econom¨ªa universitaria en Espa?a se encuentran a¨²n alejados de las referencias internacionales. La cuesti¨®n es de d¨®nde deben provenir los fondos adicionales necesarios. ?Qu¨¦ fuentes nuevas de financiaci¨®n podemos considerar? ?C¨®mo mejorar la eficiencia de los mecanismos financieros? Ser¨ªa poco cre¨ªble que el incremento recayese s¨®lo en el sector p¨²blico. La ¨²nica soluci¨®n razonable es el aumento de las aportaciones privadas. Deben pagar aquellos que se benefician del sistema; en particular, los beneficios privados que produce una formaci¨®n universitaria de calidad en las empresas son altos; igual ocurre con los beneficiarios de los avances en I+D. Se precisan tambi¨¦n unos modos diferentes de asignar los recursos y una modificaci¨®n dr¨¢stica de los insatisfactorios programas de ayuda a los estudiantes.
Cambios en las actitudes y los valores. Los profesores, con flexibilidad y humildad, debemos transformar poco a poco la funci¨®n magistral en una funci¨®n tutelar. Hay toda una transformaci¨®n que hacer en m¨¦todos did¨¢cticos e innovaci¨®n pedag¨®gica.
El estudiante de hoy tiene menos conocimientos que el de hace 20 a?os, pero se maneja en inform¨¢tica, habla idiomas, tiene menos inhibiciones para exponer temas en p¨²blico o para trabajar en otro pa¨ªs. Incorporemos a su educaci¨®n, adem¨¢s de los conocimientos, valores y actitudes creativos que estimulen su capacidad de iniciativa.
En definitiva, como Ulises, seamos prudentes en nuestro viaje a ?taca. Como ¨¦l, hagamos velas de nuestro ingenio y remos de nuestro esfuerzo. Y emprendamos este largo proceso.
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