Un centenar de testigos en el juicio por la muerte del empresario Gucci
La ex mujer del fallecido, acusada de inductora
Un nombre famoso ligado al mundo de la alta moda italiana, dos mujeres, dos hijas y una fortuna fabulosa resultado de la venta de la empresa a los ¨¢rabes. Maurizio Gucci lo ten¨ªa todo cuando fue asesinado a los 46 a?os de tres disparos por un mat¨®n a sueldo el 27 de marzo de 1995 en Mil¨¢n. El juicio por este asesinato se inici¨® el 19 de mayo en la capital lombarda y en ¨¦l comparecer¨¢n un total de cien testigos que est¨¢n destapando las intrigas, odios y pasiones que rodeaban al riqu¨ªsimo empresario. El cerco se estrecha en torno a su ex esposa como organizadora del crimen.
La historia que est¨¢ destapando este juicio es digna de un gui¨®n cinematogr¨¢fico, en el que Patrizia Reggiani, ex mujer de Gucci acusada de haber ordenado el crimen, interpreta el principal papel.En el banquillo de los acusados hay cinco personas: el supuesto autor material del crimen, Benedetto Ceraulo, un tipo ligado a los ambientes de la delincuencia milanesa; Oracio Cicala, el hombre que conduc¨ªa el coche en el que huy¨® el asesino, Ivano Savioni, portero de un hotel de la capital lombarda, y Pina Auriemma, conocida como la maga, ¨ªntima amiga de Patrizia Reggiani que, seg¨²n el fiscal, le present¨® a los sicarios que asesinar¨ªan a Gucci.
En el momento de ser asesinado, Maurizio Gucci hab¨ªa conquistado una envidiable posici¨®n en la sociedad milanesa. Liberado de las intrigas y amarguras que hab¨ªan marcado su dif¨ªcil ascenso en 1988 a la presidencia del grupo familiar que fundara su abuelo Guccio Gucci, Maurizio hab¨ªa consumado su divorcio de Patrizia Reggiani y de la propia empresa, tras su venta al grupo ¨¢rabe Invescorp, en 1993. La operaci¨®n le supuso unos ingresos de m¨¢s de 150 millones de d¨®lares (22.500 millones de pesetas), de los cuales, seg¨²n ha contado su abogado, Fabio Franchini, se reserv¨® diez millones para sus gastos. Fr¨ªo e indiferente hacia su ex mujer y hacia las dos hijas del matrimonio, Alessia y Allegra, Gucci viv¨ªa una vida de placer y negocios junto a Paola Franchi.
Pero el destino le esperaba en el portal del n¨²mero 20 de Via Palestro, donde ten¨ªa su oficina, el 27 de marzo de 1995. Tras el estupor de los primeros meses ante la aparente falta de m¨®vil de un asesinato enigm¨¢tico, la polic¨ªa encontr¨® una pista gracias a la colaboraci¨®n de un confidente. M¨¢s tarde, uno de los agentes, infiltrado en el grupo que organiz¨® el crimen, descubri¨® nuevos datos.
Todo el material ha ofrecido al juez una historia de los hechos que permiti¨® la detenci¨®n en enero de 1997 de Patrizia Reggiani, de 50 a?os, su amiga Giuseppina Auriemma, de 52, su contacto en el hampa milan¨¦s; de Benedetto Ceraulo, de 35 a?os, el presunto autor material de los disparos, de su c¨®mplice, Oracio Cicala, que cumpl¨ªa ya condena por tr¨¢fico de estupefacientes, y de Ivano Savioni, el contacto gracias al cual la maga lleg¨® a los sicarios.
La tesis del fiscal convierte a Patrizia Reggiani en el eje mal¨¦fico de toda la trama. La Reggiani, acostumbrada a los lujos y al poder que emanaba del apellido Gucci, la famosa firma de la alta costura florentina, no hab¨ªa podido digerir que Maurizio se separara de ella tras 17 a?os de matrimonio, priv¨¢ndola de todas las comodidades y prerrogativas de lsa que hab¨ªa disfrutado.
El empresario acept¨® pagarle una mensualidad de algo m¨¢s de 18 millones de pesetas, pero el tren de vida de ella desbordaba ampliamente esta suma. Sobre todo porque, como ha declarado una empleada dom¨¦stica, Alda Rizzi, "Gucci redujo enseguida la asignaci¨®n a poco m¨¢s de 5 millones de pesetas". La Rizzi ha confesado tambi¨¦n ante los jueces y jurados que Patrizia Reggiani buscaba un asesino para su marido desde 1990 y hab¨ªa llegado a consultarle a ella si conoc¨ªa a alguien capaz de matar por dinero.
Seg¨²n el fiscal, ese alguien llegar¨ªa gracias a los contactos de la maga napolitana, Pina Auriemma, con Savioni. Por 45 millones de pesetas, la ex se?ora Gucci podr¨ªa realizar su venganza. Desgraciadamente para ella, el trato con la delincuencia se revel¨® m¨¢s complicado de lo previsto, y siempre seg¨²n el fiscal, Carlo Nocerino, la Reggiani tendr¨ªa que hacer frente a nuevas exigencias de dinero. "Lo han matado ellos y a m¨ª quer¨ªan hacerme chantaje", ha declarado, p¨¢lida y desmejorada tras 15 meses de c¨¢rcel. "Siempre quiso matar a su ex marido", contestan los restantes procesados y algunos de los testigos.
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