En el nombre del hijo
El coronel Vinuesa consigue, tras seis a?os de pleito, que el juez militar admita que el ejercicio en el que muri¨® tiroteado su hijo estuvo mal planeado
El coronel Arturo Vinuesa nunca podr¨¢ olvidar el Viernes de Dolores de 1992. Su hijo Arturo, de 26 a?os, reci¨¦n licenciado como teniente, estaba haciendo el curso de mando de operaciones especiales y, tras unos ejercicios en el campo de San Gregorio (Zaragoza), tomaba las vacaciones de Semana Santa. Arturo regres¨® a Madrid para recoger a su hijo y viajar juntos al d¨ªa siguiente hasta C¨¢diz, donde ya les aguardaba el resto de la familia. Quer¨ªa evitar que su entusiasmo juvenil le llevase a recorrer de un tir¨®n casi 1.000 kil¨®metros de distancia.A las 2.30 de la madrugada empez¨® a sonar el tel¨¦fono de su domicilio. Pasaron unos minutos antes de que el timbre persistente le sacara de las brumas del sue?o. Descolg¨® y escuch¨® una voz: "?Coronel Vinuesa?". "S¨ª". "Su hijo estaba haciendo unas maniobras, ya sabe". "?Qu¨¦ ha pasado?". "Ha tenido un accidente y ha fallecido". Los vecinos dijeron que les despert¨® un grito prolongado y que sintieron golpes secos contra las paredes y las puertas. El auricular qued¨® suspendido del cable.
El informe oficial firmado ese d¨ªa, 11 de abril, por el jefe de estudios de la Escuela Militar de Monta?a y Operaciones Especiales de Jaca (Huesca), teniente coronel Vicente D¨ªaz de Villegas, calific¨® la muerte del teniente Vinuesa de "accidente imprevisible" que, "desgraciadamente, forma parte de las estad¨ªsticas c¨ªclicas".
El joven falleci¨® en el acto, alcanzado por dos proyectiles de una ametralladora AML, manejada por el sargento Diego Caballero. El tema t¨¢ctico Murci¨¦lago consist¨ªa en la destrucci¨®n de un supuesto centro de transmisiones enemigo, una tienda de campa?a en la que el teniente Vinuesa deb¨ªa penetrar y colocar unas cargas despu¨¦s de que los lanzagranadas C-90 destruyesen sus imaginarias piezas de artiller¨ªa y antes de que lo barriera el fuego de las ametralladoras.
"Me contaron que un sargento alumno se hab¨ªa precipitado disparando sobre la tienda donde estaba mi hijo cuando no deb¨ªa", recuerda el coronel Vinuesa; "yo pens¨¦: este sargento es un merluzo y hay que echarlo de inmediato, porque, si hace esto en tiempo de paz y en un centro docente, ?qu¨¦ har¨¢ en un combate real? Pero cu¨¢l es fue sorpresa al comprobar que no lo echaban a pesar de que hasta entonces se cumpl¨ªa a ultranza la norma de que todo aqu¨¦l al que se le escapase un tiro, aunque no causara ning¨²n da?o, iba de inmediato a la calle. Cuando pregunt¨¦ por qu¨¦ no lo expulsaban, me dieron largas. Yo soy militar hasta el tu¨¦tano. Quer¨ªa creerme la versi¨®n m¨¢s favorable para la escuela. Pero, precisamente por mis conocimientos profesionales, no pod¨ªa comulgar con ruedas de molino".
La investigaci¨®n abierta de oficio por el juzgado territorial n¨²mero 32 de Zaragoza demostr¨® que el ejercicio estuvo rodeado de una gran confusi¨®n. El sargento primero Jos¨¦ Antonio Blasco, que acompa?aba como instructor al suboficial que abri¨® fuego, declara que le pregunt¨® antes de disparar: "?Est¨¢s seguro?" "?Por qu¨¦ est¨¢s seguro?", se pregunta el coronel Vinuesa; "?acaso no lo estaba ¨¦l mismo? Y, si es as¨ª, ?por qu¨¦ no impidi¨® que apretase el gatillo?".
El interior de la tienda de campa?a deb¨ªa estar iluminado, pero el Moncayo que soplaba esa noche y rompi¨® las bombillas o un fallo en el generador dejaron el objetivo a oscuras. Las granadas iluminantes tambi¨¦n fallaron, lo que no resulta extra?o, ya que estaban caducadas desde muchos a?os antes. Aunque un alumno avis¨® de esta circunstancia, no se probaron en los ensayos previos, ya que ¨¦stos no se hicieron en el campo de San Gregorio, sino en el de Batiellas (Huesca), donde est¨¢ prohibido su empleo. Cuando por fin se autoriz¨® la reconstrucci¨®n judicial de los hechos, tampoco pudieron utilizarse: el Ministerio de Defensa hab¨ªa ordenado 10 d¨ªas antes la destrucci¨®n de todo el lote aduciendo su gran deterioro.
El juez de Zaragoza proces¨® al autor material de los disparos. Su competencia le imped¨ªa llegar m¨¢s arriba. El coronel Vinuesa decidi¨® acudir al Tribunal Militar Central para demandar la responsabilidad de los organizadores del ejercicio: los tenientes coroneles D¨ªaz de Villegas y Carlos Alem¨¢n y el comandante C¨¢ndido Alonso.
"Yo no deseo que vayan a prisi¨®n y he renunciado expresamente a pedirles cualquier indemnizaci¨®n econ¨®mica", explica; "pero quiero que se reconozca el fallo que se cometi¨® porque, si no se hace as¨ª, volver¨¢ a repetirse".
Las diligencias se centraron en las medidas de coordinaci¨®n y seguridad que deb¨ªan preceder a la acci¨®n de fuego. Seg¨²n los mandos, eran tres simult¨¢neas: el lanzamiento de una bengala blanca, la recepci¨®n de una orden por radio y el contacto f¨ªsico con un enlace. En estas condiciones, el error humano resultaba impredecible.
Para comprobar esta versi¨®n, el coronel Vinuesa reclam¨® la orden de operaciones; es decir, el gui¨®n detallado con el desarrollo previsto del ejercicio y el papel de todos los participantes. Lo que recibi¨® fue un informe redactado a posteriori y la respuesta de la escuela de que esa orden nunca existi¨®, respaldada por la direcci¨®n de Ense?anza del Ej¨¦rcito, seg¨²n la cual no era obligatorio hacerla en peque?as unidades.
Por dos veces propuso el juez instructor el archivo de las diligencias abiertas contra los jefes, alegando que el ejercicio estuvo bien planteado y la tr¨¢gica muerte del teniente se debi¨® a la "precipitaci¨®n del sargento" que dispar¨®, provocada por un "exceso de celo" o "por la p¨¦rdida de la noci¨®n espacio-tiempo".
El coronel no se dio por vencido y su hija, abogada, localiz¨® en diciembre de 1995 en Toledo a tres capitanes y antiguos compa?eros de curso de su hermano, quienes declararon ante notario que s¨ª se elabor¨® una orden de operaciones, que uno de ellos redact¨® personalmente, y que las medidas de seguridad no eran simult¨¢neas, sino alternativas, de forma que bastaba una sola para abrir fuego.
Este testimonio explicaba, mucho mejor que la versi¨®n oficial, el error del sargento, quien confundi¨® las granadas iluminantes, que apenas ascendieron debido a su mal estado, con la bengala blanca que se?alaba el paso a la siguiente fase del ejercicio.
El pasado 26 de mayo, seis a?os despu¨¦s del suceso, el juez togado, en cumplimiento de lo dispuesto por el Tribunal Militar Central, procesaba al capit¨¢n C¨¢ndido Alonso por un presunto delito contra la eficacia del servicio, castigado con una pena de seis meses a seis a?os de c¨¢rcel.
El auto judicial elude valorar, aunque impl¨ªcitamente lo cuestione, "la absoluta necesidad de que, en tiempo de paz, se dise?e un ejercicio de instrucci¨®n en el que se emplee fuego real sobre un objetivo que pudiera estar ocupado por personas", pero argumenta que, "precisamente por no producirse en situaci¨®n b¨¦lica, las medidas que deben adoptarse para evitar el menor riesgo para las personas que intervienen no deben ser ya extremadas, sino verdaderamente exquisitas".
Un requisito que, como es obvio, no se cumpli¨® en un ejercicio en el que "s¨®lo se demuestra una ¨²nica medida de seguridad alternativa", donde "existi¨® y ha desaparecido la orden de operaciones" y en cuyo desarrollo se produjo "el fallo de las granadas iluminantes, que caus¨® una importante distorsi¨®n", seg¨²n el auto.
Durante su largo pleito, el coronel Vinuesa, que fue agregado en Irak en la guerra del Golfo y tuvo su ¨²ltimo destino como jefe de operaciones de los observadores militares en la ex Yugoslavia, pas¨® a la reserva sin alcanzar el ansiado generalato. Alguien le dijo, como advertencia o consejo, que su empe?o en buscar culpables de la muerte de su hijo no era la mejor carta de presentaci¨®n para el ascenso. Es dif¨ªcil saber si influy¨®.
"Amo al Ej¨¦rcito con toda mi alma y, si volviera a nacer, intentar¨ªa ser militar de nuevo. El d¨ªa que mi hijo me dijo que quer¨ªa ingresar en la academia me dio una alegr¨ªa inmensa. Pero no pongo al Ej¨¦rcito por encima de mi hijo o de la Justicia, ni creo que se le haga ning¨²n favor ocultando los fallos de algunos de sus miembros", reflexiona.
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