Urnas de cuartel
EL CONSEJO de Ministros aprob¨® el viernes remitir al Consejo de Estado el anteproyecto de Ley de R¨¦gimen de Personal de las Fuerzas Armadas. Se trata de un marco legal pensado en la perspectiva de un Ej¨¦rcito totalmente profesional. El anteproyecto, que integra normas dispersas, fija en 48.000 el n¨²mero m¨¢ximo de cuadros de mando, de acuerdo con las previsiones de un ej¨¦rcito con un total de 170.000 efectivos, y establece criterios para la ense?anza y la promoci¨®n interna. Pero una de las novedades m¨¢s llamativas es la creaci¨®n de consejos asesores elegidos por votaci¨®n democr¨¢tica.El papel de esos consejos ser¨¢ ?analizar y valorar las propuestas o sugerencias? en materia de personal, as¨ª como ?informar las disposiciones generales que afecten al r¨¦gimen del personal militar?, excluidas las de car¨¢cter disciplinario o judicial. De dichos consejos formar¨¢n parte ?militares de todas las categor¨ªas y cuerpos?. Se trata, en consecuencia, de ¨®rganos consultivos, elegidos -seg¨²n han precisado fuentes del ministerio- por votaci¨®n democr¨¢tica de los soldados, suboficiales y oficiales de los distintos cuerpos.
La idea es absolutamente novedosa en las Fuerzas Armadas espa?olas, aunque no en otros ej¨¦rcitos europeos, como el franc¨¦s o el italiano, donde lleva d¨¦cadas funcionando bajo los nombres de Consejo Superior de la Funci¨®n Militar e Instituto de Representaci¨®n Militar, respectivamente. Sus ventajas resultan obvias. En primer lugar, se abren nuevos cauces a las reclamaciones de los militares, lo cual ser¨¢ esencial para un Ej¨¦rcito completamente profesional. La tradicional cadena de mando no funciona cuando, como sucede con frecuencia, la queja se refiere precisamente al comportamiento del superior que debe transmitirla. Tampoco es una soluci¨®n el recurso al contencioso administrativo, utilizado por decenas de miles de militares en los ¨²ltimos a?os. Adem¨¢s de la lentitud de ¨¦sta, las resoluciones a menudo contradictorias de los diferentes tribunales no han hecho sino agudizar el agravio comparativo.
Pero, sobre todo, el nuevo sistema introduce en los cuarteles las formas y modos del sistema democr¨¢tico, empezando por la elecci¨®n de aquellos candidatos que obtengan m¨¢s votos. La mejor forma de asegurar que el Ej¨¦rcito es el ¨²ltimo baluarte de la defensa del Estado de derecho frente a una agresi¨®n, y no su primera amenaza, como ocurr¨ªa en un pasado no tan lejano, es que los militares compartan los valores democr¨¢ticos de sus conciudadanos. Y no s¨®lo por juramento o convicci¨®n, sino porque los ejercen y se benefician de ellos.
La equiparaci¨®n, pese a ello, no puede ser completa. Los militares, en quienes la sociedad deposita el uso de la fuerza necesaria para defenderla llegado el caso, tienen constitucionalmente limitados sus derechos: no pueden formar parte de sindicatos ni de partidos pol¨ªticos, y tampoco pueden manifestarse colectivamente ni recurrir a la huelga. As¨ª lo ha recordado el ministro de Defensa en una circular conocida estos d¨ªas.
En resumen, se abre la v¨ªa a la elecci¨®n democr¨¢tica de los representantes de los militares, manteniendo la prohibici¨®n de que formen asociaciones reivindicativas. La apuesta es arriesgada, pues no est¨¢ claro que el pleno ejercicio de la democracia sea posible sin reconocer el derecho a asociarse. Su acierto s¨®lo podr¨¢ juzgarse a la luz de la experiencia de su aplicaci¨®n.
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