Una posesa en el instituto
Un rumor sat¨¢nico atemoriza al alumnado de un colegio y se convierte en el cotilleo de todo un pueblo
En un instituto de Educaci¨®n Secundaria de Alcal¨¢ de Guadaira (Sevilla) se extendi¨® el rumor de que una alumna estaba pose¨ªda y de que el centro era el refugio de los miembros de una secta. En menos de una hora no se hablaba de otra cosa en el patio del recreo y el que m¨¢s y el que menos era capaz de poner nombre y rostro a la pobre chica que llevaba el demonio dentro. A las 24 horas, medio pueblo acrecentaba la historia mientras los padres y profesores no daban cr¨¦dito. Al poco, alguien vio en el campo restos de animales, se?al inequ¨ªvoca de la celebraci¨®n de un rito sat¨¢nico. Todo era mentira, o mejor dicho, una verdad inventada y puesta en pr¨¢ctica por los alumnos de una clase para demostrar que los rumores adquieren en cada boca que los cuenta un poco de levadura y van creciendo, creciendo... Los 28 chicos y su profesor participaban con este juego macabro en un premio nacional que concede la Federaci¨®n de Ayuda a la Drogodependencia. El organismo propuso varios temas y ellos eligieron el que trataba la publicidad subliminal. El rumor que se encargaron de propagar, y todo lo que vino despu¨¦s, ten¨ªa un objetivo: crear un estado de opini¨®n para luego lanzar con ¨¦xito su producto al mercado. Consiguieron su prop¨®sito y adem¨¢s han ganado el primer premio, un viaje a la Expo de Lisboa y despu¨¦s a Galicia. Hubo que trabajar duro y con discreci¨®n para ello. Dos d¨ªas estuvo el rumor circulando. Al tercero aparecieron unos misteriosos mensajes en el instituto: "Hoy a las 12, la primera se?al". El sonido del timbre que llama al recreo vino precedido de un grito desgarrado, un lamento de 12 segundos que petrific¨® a profesores y alumnos en sus clases. El descanso de la ma?ana convirti¨® los pasillos del centro en un hormiguero febril de comentarios. Una vez abonado el campo, era el momento de lanzar la nueva firma al mercado. Poseso era la palabra clave que pintaron en las paredes, en los azulejos de los cuartos de ba?o, en un rinc¨®n de la ventana. Adem¨¢s pegaron carteles en los que se ve¨ªa una cara aterradora. "Hab¨ªa que ir desmontando el miedo y dar a entender que aquello era algo preparado", explica el profesor que gui¨® todo el juego, Javier Hermida. Faltaba el golpe final. En una de las clases, clausurada para el resto de los estudiantes, los chicos de Hermida preparaban la Casa del Terror, el producto que vender¨ªan. "Es como cuando sacan una pel¨ªcula, que viene precedida de toda un campa?a publicitaria, como Titanic o Parque Jur¨¢sico", dice el profesor. El d¨ªa que abri¨® la Casa del Terror todo el instituto pag¨® por entrar a verla y salieron espantados por los sobresaltos recibidos en la m¨¢s completa oscuridad. "Algunos repitieron visita los cinco d¨ªas". ?xito de taquilla. "Los profesores, muertos de miedo, no se atrev¨ªan a entrar y tuve que convencerlos", cuenta Hermida. Pero el estado de opini¨®n creado no se disip¨® con la verdad anunciada. Con el pastel pr¨¢cticamente destapado muchos pensaban a¨²n que la clase cerrada donde preparaban con discreci¨®n la Casa del Terror, manten¨ªa apresado a los esp¨ªritus. Y algunos cre¨ªan que la gotera en el techo del cuarto de ba?o, era algo esot¨¦rico. La conclusi¨®n de los alumnos sobre la publicidad comecocos no es condenatoria: "La publicidad subliminal no es ni buena ni mala, depende del fin para el que se use", dice ?ngela Terr¨®n, una de las protagonistas del invento. En Alcal¨¢ se ha extendido otro rumor: en un instituto han hecho un juego de terror y se lo han pasado en grande. Ahora, algunos quieren imitarlo.
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