Topicazo alem¨¢n
Yugoslavia cede un empate tras imponerse durante una hora al equipo de Vogts
Alemania es una selecci¨®n de t¨®picos. Todos ciertos. La fiabilidad, la tendencia mecanicista, la capacidad para el agonismo, la ausencia de fantas¨ªa, los goles feos. Pero hay dos cosas que tambi¨¦n son dignas de reflexi¨®n. La primera est¨¢ relacionada con el car¨¢cter del f¨²tbol: un juego. Esto significa que hay que conceder un valor importante a lo imprevisto y al azar. Y es curioso el rendimiento que sacan los alemanes a los gui?os de la fortuna. Si la decisi¨®n del partido pasa por un golpe de suerte, es probabil¨ªsimo que salgan favorecidos. Un tiro de falta, un mal rebote, el portero que se lanza hacia un costado y la pelota que entra por el otro. Gol alem¨¢n. Gol que cambi¨® el signo de un encuentro que fue dominado por Yugoslavia casi con insolencia.El segundo punto nace de este partido y es extensivo a casi todos los que protagoniza Alemania. Parece evidente que sus rivales sienten un horror invencible al ¨¦xito. Cu¨¢nto m¨¢s cerca est¨¢n del triunfo, m¨¢s espanto les produce. Quiz¨¢ el f¨²tbol est¨¢ preso de su historia y ha terminado por metabolizarse aquella frase de Gary Lineker: "El f¨²tbol es un juego que enfrenta a dos equipos y que siempre gana Alemania". Por lo visto, se ha asumido tanto el car¨¢cter ganador de los alemanes que se les concede hasta los encuentros que tienen perdidos. M¨¢s o menos es lo que hizo Yugoslavia, que realiz¨® un f¨²tbol magn¨ªfico hasta que se sintieron cerca de la victoria. Marc¨® entonces Tarnat en el tiro libre con rebote y los yugoslavos se derritieron.
El empate es mucho resultado para los m¨¦ritos objetivos de la selecci¨®n alemana, que termina por parecerse a su caricatura. Se ven de la manera en que los ven. As¨ª que han abandonado cualquier propuesta atractiva y se dedican a tirar centros, a chocar, a imponer su f¨ªsico, a patear a los adversarios. Tambi¨¦n en este punto salen ganando. Los ¨¢rbitros act¨²an con una permisividad escandalosa ante unos jugadores que buscan los tobillos con una insistencia feroz. Claro que es dif¨ªcil girarse ante gente como Worns o K?hler. Es dif¨ªcil porque son buenos marcadores y porque siempre te dejan una se?al en la tibia. Pero nadie dice nada. Tanto rigor con los tackles y los alemanes se dieron el lujo de tirarles con el adoqu¨ªn a los yugoslavos sin que sucediera nada.
Alg¨²n d¨ªa, un equipo se decidir¨¢ a dar un baile a los alemanes y les forrar¨¢ a goles. Para eso tienen que perder el miedo a la historia y el rechazo inconsciente al ¨¦xito. Pero las bases est¨¢n puestas: cuando Alemania juega mal, y eso ocurre a menudo, juega peor que nadie. Su primer tiempo fue pat¨¦tico. Los ¨¢giles y listos yugoslavos se dieron un paseo frente a un equipo rancio en su estilo, pelma por repetitivo y hu¨¦rfano de talento. Para los defensas de Yugoslavia result¨® muy sencillo bajar la lluvia de centros que ca¨ªan desde el lado de Ziege o desde la banda de Heinrich. Los centrocampistas tampoco tuvieron ning¨²n problema para deshacerse de los combativos, pero pesad¨ªsimos, volantes alemanes. En realidad, fue en el medio del campo donde Yugoslavia hizo un roto. Jokanovic realiz¨® un partido fant¨¢stico, con sus formas parsimoniosas, un excelente sentido t¨¢ctico, criterio para la distribuci¨®n y una din¨¢mica superior a la de la Liga espa?ola.
Cont¨® adem¨¢s con la soberbia contribuci¨®n de Jugovic, jugador notable en todo: por lo que sabe, por lo que hace, por poder¨ªo, por llegada y por personalidad. Stojkovic fue el tercero. Su juego todav¨ªa tiene la imaginaci¨®n de sus mejores d¨ªas. ?C¨®mo pod¨ªa contrarrestar Alemania esta suma de calidad y oficio? De ninguna manera. Jeremies y Hamann son futbolistas abnegados de ¨²ltima generaci¨®n, porque en las anteriores se disfrut¨® de Beckenbauer, Overath, Netzer o Schuster, centrocampistas maravillosos. El resultado coincidi¨® durante m¨¢s de una hora con el feeling del partido. Yugoslavia cont¨® con una ventaja de dos goles (ambos favorecidos por errores de K?pke, un portero sobrevalorado en grado extremo) y gobern¨® el juego con tanta soltura que no se ve¨ªa posible la reacci¨®n alemana. Como toda contribuci¨®n, Vogts sac¨® de la nevera a Matth?us, que hizo m¨¢s faltas que f¨²tbol, y quit¨® a M?ller para meter a Kirsten. M¨¢s que nada por si tantos kilos de delantero impresionaban a la defensa yugoslava. Y vaya si impresionaron. Tras el gol de Tarnat, cada centro sobre el ¨¢rea de Kralj fue una embestida de Klinsmann, Kirsten, Worns, K?hler, Bierhoff. Tras un remate de cabeza al palo, Bierhoff anunci¨® lo que suceder¨ªa. Llegar¨ªa el gol del empate: un c¨®rner y un cabezazo violento. La misma historia de siempre, pero con Alemania los t¨®picos no fallan.
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