Marqu¨¦s se desmarc¨® del PP asturiano en la misma noche de su triunfo electoral
El presidente de Asturias, Sergio Marqu¨¦s, no fue el candidato preferido por todo el PP para ese cargo, no dispuso de todos los apoyos en la campa?a que le condujo en mayo de 1995 a la victoria y, una vez lograda ¨¦sta, por una exigua minor¨ªa, no olvid¨® ni a sus enemigos internos ni lo que supon¨ªa ese resultado. Esa emblem¨¢tica noche, Marqu¨¦s apart¨® al presidente regional del PP, Isidro Fern¨¢ndez Rozada, del sitio central que se hab¨ªa reservado y exigi¨® a los hombres fuertes de su futuro Gobierno que abandonaran sus puestos de mando en el aparato. Fue mucho m¨¢s que un gesto.
El PP ha tapado tanto tiempo la crisis de su partido en Asturias y al final, cuando era inevitable, la ha explicado tan mal que ahora nadie se cree sus argumentos, algunos s¨®lidos. Nadie rebate en el fracturado partido asturiano que Sergio Marqu¨¦s hizo todo lo que pudo por desmarcarse de ¨¦l en cuanto gan¨® las elecciones auton¨®micas en mayo de 1995.Marqu¨¦s hab¨ªa sido el candidato de la circunscripci¨®n central de Asturias. La occidental y la oriental defend¨ªan, en principio, otras opciones. El presidente regional del PP, Isidro Fern¨¢ndez Rozada, en nombre del todopoderoso Francisco ?lvarez Cascos, inclin¨® la balanza hacia Marqu¨¦s. El actual presidente auton¨®mico, sin embargo, realiz¨® la campa?a con pocos medios y un equipo propio muy reducido, algo que le sembr¨® resquemores con el aparato. Al final, fue el aspirante al Principado m¨¢s votado y una carambola de desencuentros entre el PSOE e IU le permiti¨® llegar a la presidencia.
El PP, en esa noche m¨¢gica, cuando uno de los feudos sagrados de la izquierda hab¨ªa ca¨ªdo, convoc¨® una rueda de prensa. Fern¨¢ndez Rozada se reserv¨® la silla central y a su vera ubic¨® dos asientos, uno para su hasta entonces vicepresidente, Marqu¨¦s, y otro para su secretario general, Ram¨®n Garc¨ªa Ca?al. Marqu¨¦s dej¨® a todos anonadados. Reaccion¨® r¨¢pido y por sorpresa. Le espet¨® a Rozada: "Esta noche ese puesto ya es para mi". Rozada se qued¨® helado y los dem¨¢s desconcertados. Cuando luego habl¨® con sus colaboradores, Marqu¨¦s rest¨® trascendencia al incidente.
No fue el ¨²nico aviso. Seg¨²n han ratificado varios de los afectados, Marqu¨¦s impuso una condici¨®n a los hombres m¨¢s relevantes de su futuro Gobierno. Les exigi¨® que dejaran sus cargos en el PP. Argument¨® que los quer¨ªa en exclusiva para las tareas del Ejecutivo. As¨ª se lo pidi¨® a Garc¨ªa Ca?al, al que nombr¨® a cambio como su ¨²nico vicepresidente. A uno de sus m¨¢s fieles ayudantes en la campa?a, Luis Pel¨¢ez, vicesecretario del PP, le design¨® consejero.
Ambos le han abandonado ahora y dimitido por las presiones del PP. Ca?al se ha alejado elegantemente de la primera l¨ªnea de fuego, sentenciando antes que los errores y la escasez de di¨¢logo de esta crisis desbocada deb¨ªan compartirse por los dos bandos. Pel¨¢ez, sin embargo, engros¨® el viernes el elevado n¨²mero de escoltas que arroparon a Cascos y su esposa, Gema, en una espicha (merienda) campera.
El comportamiento de Pelaez es otra prueba m¨¢s de c¨®mo var¨ªan algunas relaciones amistosas en funci¨®n de los momentos pol¨ªticos. Ha ocurrido tambi¨¦n entre Marqu¨¦s, Cascos y sus mujeres. Fueron amigos y, cuando el enfrentamiento en el partido adquir¨ªa derroteros irreparables, se distanciaron. Sin embargo, Cascos, que siempre quiere mandar en todo, realiz¨® en este caso varios intentos de reconciliaci¨®n. En las pasadas Navidades se present¨® el d¨ªa de A?o Nuevo en casa de Marqu¨¦s, con Gema, para conocer a su nieta. El presidente del Principado no hab¨ªa alertado a nadie de esa visita, pero all¨ª aparecieron un fot¨®grafo y un redactor de un peri¨®dico local. Marqu¨¦s aconsej¨® ese d¨ªa a Cascos que tuviera cuidado en Formigal, a donde se trasladaba para esquiar, porque ya no ten¨ªa edad para algunas actividades. Fue en esas vacaciones en las que Cascos se fractur¨® una rodilla.
Es ahora, cuando el conocido car¨¢cter intransigente de Marqu¨¦s no se corrige y las elecciones se acercan, cuando el PP descubre que los desencuentros eran m¨¢s y se opta por provocar su salida dr¨¢stica del cargo. El PP tem¨ªa que m¨¢s adelante no hubiera capacidad de reacci¨®n para evitar su reelecci¨®n, incluso con mayor¨ªa absoluta, y que su capacidad de mando fuera ya irrefrenable, incluso para Cascos.
El partido multiplicar¨¢ en los pr¨®ximos meses convenciones comarcales por toda Asturias para justificar su actuaci¨®n, presumiendo de lo bien que se ha portado el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar con la regi¨®n y alertando de la necesidad de la disciplina interna para evitar divisiones tan estigmatizadas como la que sufri¨® UCD.
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