"?Puedo hacer algo sin mi marido?"
Mar¨ªa Telo, abogada, recuerda la discriinaci¨®n jur¨ªdica que han padecido las espa?olas hasta hace unos a?os
Mar¨ªa Telo se queja de la fragilidad de la memoria ante la celeridad de la historia. "Muchas mujeres han olvidado que hace apenas 25 a?os ten¨ªan que tener la licencia del marido para trabajar, sacarse el carn¨¦ de conducir, viajar o abrir una cuenta corriente". Esta mujer de 82 de a?os y origen gallego fue una de las primeras abogadas del pa¨ªs. Ella impuls¨® la creaci¨®n en 1971 de la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas, que no cej¨® hasta conseguir que el C¨®digo Civil dejara de escribirse en masculino. Jam¨¢s ha militado en un movimiento feminista, pero lo fue desde ni?a. "Siempre tuve claro que mis objetivos eran distintos de los de las chicas de mi ¨¦poca. No pensaba casarme, aunque luego lo hice, y quer¨ªa ser alguien en mi profesi¨®n".Mucha culpa la tuvieron sus padres. ?l era un militar progresista que prefiri¨® ser notario a teniente coronel. Ella, una mujer empe?ada en no hacer distinciones entre sus hijos, dos chicos y dos chicas. A Mar¨ªa le tentaban las leyes, pero en el mundo del Derecho hab¨ªa demasiadas parcelas vetadas para una mujer. "Con la monarqu¨ªa no pod¨ªamos ser notarias, registradoras de la propiedad, diplom¨¢ticas o secretarias de justicia. Por eso hice el bachillerato de Ciencias".
Con la llegada de la rep¨²blica no s¨®lo se derogaron estas restricciones, sino que cobraron un protagonismo, impensable hasta entonces, nombres como Victoria Kent o Clara Campoamor. Mar¨ªa no pudo sustraerse a su influjo. "Se hicieron tan populares que eran un objetivo a alcanzar. Ser las primeras abogadas y triunfar era admirable. Adem¨¢s, ser diputadas y conseguir algo tan real como cambiar el mundo penitenciario o el voto para la mujer fue el no va m¨¢s". Ambas, sin saberlo, la hicieron encontrarse con su vocaci¨®n y en 1932 se matricul¨® por libre en la Facultad de Derecho de Salamanca. Su familia acababa de mudarse a Cantalpino, un pueblo de esta provincia donde su padre ejerc¨ªa de notario. Lo poco que pisaba la universidad fue suficiente para contar las faldas que sobresal¨ªan de los pupitres en los ex¨¢menes. "?ramos seis. Puede parecer poco, pero en los primeros tiempos de Franco hubo a¨²n menos".
La guerra civil retras¨® tres a?os su licenciatura, al suspenderse los ex¨¢menes. Cuando en 1940 tuvo el t¨ªtulo en la mano, todo era distinto. "Todas las ilusiones estaban muertas. Fue como si hubiera ca¨ªdo un tel¨®n negro sobre nuestras vidas y tuve una especie de depresi¨®n. S¨®lo me preguntaba: ?y ahora qu¨¦?". La dictadura impuso de nuevo las restricciones anuladas por la rep¨²blica y a la mujer s¨®lo le quedaba el camino de la administraci¨®n. Ella no fue la excepci¨®n. Ya en Madrid aprob¨® en 1944 las oposiciones a t¨¦cnico del Ministerio de Agricultura y comenz¨® una batalla de casi 10 a?os con los jefes, empe?ados en convertirla en mecan¨®grafa, y los compa?eros, que le tiraban "a deg¨¹ello".
Fueron a?os duros. Se cas¨® con otro abogado, tuvo una hija y enviud¨® a los cuatro a?os de la boda. Con el tiempo super¨® la presi¨®n del Ministerio, pero asegura que su liberaci¨®n no lleg¨® hasta 1952, cuando abri¨® su propio despacho sin abandonar la administraci¨®n. "Entonces resucit¨¦", dice. "Hasta los compa?eros me empezaron a mirar de otra forma". Los primeros clientes se los envi¨® su padre. Eran, sobre todo, casos de derecho civil que le permitieron familiarizarse con los juzgados donde su toga era una excepci¨®n.
Telo fue la primera espa?ola en ingresar en 1958 en la Federaci¨®n Internacional de Mujeres de Carreras Jur¨ªdicas, donde encontr¨® el apoyo que le negaban en su pa¨ªs. All¨ª desat¨® la fuerza que hab¨ªa aprendido a dominar en estos a?os y se traz¨® una meta: reformar el C¨®digo Civil, que despojaba a las mujeres de toda personalidad jur¨ªdica. "Sin el permiso del marido, s¨®lo pod¨ªan testar", recuerda. La licencia marital las convert¨ªa en t¨ªteres del hombre, pero la lista de agravios era a¨²n mayor, sobre todo con el tema de la nacionalidad. "Si la mujer se casaba con un extranjero, dejaba de ser espa?ola, y para vivir aqu¨ª necesitaba un permiso de residencia. Si era funcionaria, perd¨ªa su puesto, porque la funci¨®n p¨²blica est¨¢ vedada a los extranjeros".
Mar¨ªa elabor¨® una ponencia urgiendo la reforma y la present¨® al primer consejo de la federaci¨®n que se celebr¨® en Madrid en 1970. El encuentro atrajo a la prensa por la presencia de abogadas del Tel¨®n de Acero y Mar¨ªa aprovech¨® el tir¨®n informativo: el tema salt¨® a la primera plana de los peri¨®dicos y el n¨²mero de afiliadas espa?olas a la federaci¨®n aument¨®. Las conclusiones del consejo se las llevaron encuadernadas a Franco, quien, de forma inesperada, reaccion¨® muy bien. "Le sorprendimos con nuestra puesta en escena. Fuimos 11 mujeres muy serias y vestidas con la toga". Para hacer m¨¢s fuerza crearon la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas, donde se integrar¨ªan abogadas como Cristina Alberdi, desde la que participaron en la comisi¨®n para estudiar la reforma del C¨®digo. Cuatro a?os despu¨¦s, poco antes de la muerte de Franco, hab¨ªan logrado liberar a las mujeres de la tutela marital, pero quedaba luchar por la patria potestad conjunta y la administraci¨®n tambi¨¦n conjunta de los gananciales. Dos temas que cristalizar¨ªan en 1981, al aprobarse el matrimonio civil, el divorcio y el r¨¦gimen econ¨®mico matrimonial.
Cuando eso sucedi¨®, Mar¨ªa hab¨ªa abandonado ya la asociaci¨®n junto a otro pu?ado de abogadas, entre ellas, Alberdi. El debate sobre el divorcio y el aborto hab¨ªa abierto llagas, dice Mar¨ªa, entre sus colegas. "El divorcio tard¨® mucho en cuajar porque las mismas mujeres pensaban que iba a destrozar familias. El aborto, cuando lo plante¨® Alberdi en un congreso, mont¨® un revuelo horrible".
Hace siete a?os que Mar¨ªa cerr¨® su despacho. Est¨¢ satisfecha de haber conseguido la igualdad de derechos, pero ahora son las mujeres, dice, quienes tienen que conseguir la de hecho. "Se entregan con demasiada facilidad al hombre y no exigen nada a cambio. Siguen trabajando en desventaja".
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