Escocia y Marruecos se condenan
Los africanos golearon pero Noruega elimina a ambos
Escocia la brava, la simp¨¢tica, la querida, fue Escocia la t¨ªmida, la desmayada, la pusil¨¢nime. Cuando m¨¢s cerca estaba de lograr el nunca conseguido pase a la segunda fase, la Escocia indomable que hab¨ªa hecho sufrir a Brasil, que hab¨ªa empatado a su pesar contra Noruega, se convirti¨® en una caricatura de sus virtudes. Fue la Escocia desdentada a secas. Y perdi¨®. Y perdi¨® tambi¨¦n porque el Marruecos brasileiro, ingenuo y osado que hab¨ªa empatado desgraciadamente con Noruega, que hab¨ªa sido goleado tranquilamente por Brasil, fue el Marruecos calculador, cobarde y pragm¨¢tico. Jug¨® dos balones largos, gan¨® dos veces la espalda a una defensa muerta de nervios, meti¨® dos goles y sigui¨® dedic¨¢ndose a matar el partido. Crey¨® haber llegado as¨ª a octavos, y en octavos estuvo hasta el minuto 85, en que Noruega derrot¨® a Brasil.En los anteriores partidos Escocia hab¨ªa sabido como pocos achicar el campo, convertir el terreno de juego en 40 metros en los que sus peque?os diablos (Jackson, Collins, Burley, Dailly) supieron manejarse, compactarse y avasallar con su gran coraz¨®n. Ayer, desarreglados, el campo les midi¨® el doble o el triple. Sobre todo en el primer tiempo. El miedo a perder lo que a¨²n no hab¨ªa conseguido le conden¨® a perderlo todo. Con Jackson sancionado, Collins se encontr¨® sin nadie a quien gui?arle el ojo; la voluntad de hacerlo todo del goleador Burley (te?ido de agua oxigenado para la ocasi¨®n) s¨®lo le condujo a la expulsi¨®n y a unos cuantos tiros desafortunados; Dailly, el que revolucion¨® la banda izquierda ante Noruega, estuvo m¨¢s pendiente de cerrar su temor a Hadji, el Maradona del Atlas, que de desbordar a Saber. Los delanteros, Gallacher y Durie, se bajaron a subir balones, se liaron y se perdieron. Y atr¨¢s, muy lejos, Boyd, Hendry y Weir, los centrales, empezaron a ver llegar balones largos, aviesos, a sus espaldas. Por el lado de Weir llegaron los dos primeros goles. El primero se lo cruz¨® Bassir con la izquierda a Leighton, el abuelo portero con vaselina en las cejas. El otro se lo pas¨® por encima Hadda Camacho, el ¨ªdolo de la Liga local. Desplegaron los escoceses un voluntarismo digno de mejor premio, pero olvidaron la audacia que les hab¨ªa llevado al estado de concebir esperanzas.
Marruecos fue un equipo europeo, m¨¢s bien espa?ol. S¨®lo pas¨® peligro cuando a su propio portero, Benzekri, le dio por cantar en las salidas por alto.
El resto de Marruecos fue la habilidad de Hadji para aguantar y soltar la pelota, los balones largos de Chippo y Tahar, y la presencia aislada de Hadda y Bassir delante. Fue su peor partido y su ¨²nica victoria. In¨²til. Y en el segundo tiempo, cuando, como casi siempre, Escocia hab¨ªa tomado unas buenas dosis de moral y audacia en el vestuario y sali¨® dispuesta a llevarse por delante al rival, sufri¨® la p¨¦rdida por expulsi¨®n de Burley. Justo acababan de recibir el 2-0, justo estaban dispuestos a agarrar la bandera de la rebeld¨ªa cuando se quedaron tambi¨¦n en inferioridad num¨¦rica. Siguieron luchando. Pero siguieron perdiendo. Como perdi¨® finalmente Marruecos: su tercer gol, una virguer¨ªa de Bassir sobre McNamara incluido, produjo una explosi¨®n de alegr¨ªa que dur¨® tres minutos, el tiempo que tard¨® Noruega en marcar.
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