Me gusta Eduardo
"Si se piensa de una situaci¨®n como real, puede llegar a serlo en sus consecuencias", proclama cierto teorema -¨²nico, hasta ahora, en el ¨¢mbito de las llamadas ciencias sociales- que quienes hemos tenido, y a¨²n mantenemos, relaciones con la sociolog¨ªa pol¨ªtica conocemos con el inquietante apelativo de Teorema de Thomas (ya se sabe: o lo thomas, o lo thomas tambi¨¦n, de ah¨ª esa inquietud). Eduardo Mart¨ªn Toval lleva varios a?os, que yo sepa, pens¨¢ndose la realidad de ser alcalde de M¨¢laga, de modo que si las previsiones del reiterado teorema no fallan -en las ciencias, sociales y no, casi todo es un desmedido albur condenado a errar-, Eduardo podr¨¢ ser alcalde en un futuro inmediato. Precisamente para serlo, Mart¨ªn Toval solt¨® hace unos meses el chupinazo de salida de unas elecciones primarias en el seno del Partido Socialista malague?o que han transformado a esta organizaci¨®n pol¨ªtica en la ¨²nica instalada ya en el siglo XXI, dejando as¨ª al resto de las fuerzas pol¨ªticas, politicuchas y politiqueras malague?as enculadas en un pasado negro, turbulento y, en ocasiones, incluso contrario a la Constituci¨®n; o sea, enculadas -insisto- en una inc¨®moda situaci¨®n muy semejante a la exhibida por el afamado V¨ªdeo J. Ram¨ªrez en determinado episodio audiovisual que forma ya parte de las videotecas personales de casi todos los ciudadanos aquejados y sanos de padecimientos prost¨¢ticos. En consecuencia, si Eduardo piensa realmente que se encuentra en condiciones para ser alcalde de M¨¢laga, estar¨¢ claro que puede llegar a serlo, y, porque para que tal evento ocurra es preciso demostrar que se es el socialista adecuado, nada mejor que demostrarlo compitiendo en sabidur¨ªa, bondad y otros accidentes con alguien que opine si no lo contrario, s¨ª lo diferente. Ese alguien existe, y, precisamente por ello, el pr¨®ximo s¨¢bado otro militante socialista le disputar¨¢ a Mart¨ªn Toval la responsabilidad de representar, en nombre de todos los socialistas, la pila de votos que el PSOE se dispone a sumar para s¨ª y para M¨¢laga en las cercanas elecciones municipales. Esta guerra no es sucia ni limpia; ¨¦sta no es una guerra, sino -contrariamente a lo que desean contarnos los agentes del PeP¨¦ y su entorno- una controversia que ha de superar con ¨¦xito el mejor de los candidatos; es decir, aquel que ofrezca a la militancia del PSOE de M¨¢laga un pasado con mayor y mejor experiencia como aval de un futuro garante del cumplimiento de las promesas electorales. No puedo dudar -ni debo hacerlo- que tanto Eduardo como su oponente poseen las cualidades necesarias para ser el mejor, pero, puesto que el Partido me reconoce el derecho a elegir, yo prefiero a Eduardo. O sea, lo dicho: me gusta Eduardo. ?Por qu¨¦? Por muchas cosas. Porque es el candidato verdaderamente capaz de recuperar la Alcald¨ªa de M¨¢laga para un gobierno que represente a la totalidad de la izquierda; porque ¨¦l, y s¨®lo ¨¦l, es quien ha demostrado que el Ayuntamiento de M¨¢laga debe ser una instituci¨®n capaz de crear empleo, al margen del "tangay" de las competencias y del "changuay" de los incompetentes; porque es el socialista id¨®neo para que el PSOE de M¨¢laga certifique su leg¨ªtima ambici¨®n de ser la fuerza pol¨ªtica m¨¢s cualificada para representar a los malague?os; porque sus propuestas como candidato en estas primarias constituyen un aut¨¦ntico programa de gobierno progresista, y en ese programa hay respuestas progresistas para toda una sociedad -la malague?a- que reclama mayoritariamente el ejercicio de la cultura del progreso; porque sabe y demuestra que el urbanismo o es progresista o ni siquiera es urbanidad; porque no ignora, en fin, que M¨¢laga o es puerto para la ilustraci¨®n, el ocio y el comercio, o M¨¢laga ser¨¢ nada de nada. Me gusta Eduardo, terminando, porque tambi¨¦n ¨¦l puede ser eso que los tratadistas de tiro al bulto cacofonean como "candidato del aparato". Los d¨ªscolos tambi¨¦n traman sus aparatos, y, entre aparato y aparatosidades, yo prefiero arrimar mi ascua no a la sardina m¨¢s gorda y s¨ª a la sardina de la que todos, sin exclusi¨®n, podamos disfrutar. O sea, que me gusta Eduardo por muchas cosas y por muchas m¨¢s. Por ejemplo, por la siguiente interrogante cari?osamente parad¨®jica: dada la venerable calva de Eduardo Mart¨ªn Toval, la insultante pilosidad del otro candidato y la terror¨ªfica situaci¨®n de la aceituna espa?ola, ?qu¨¦ socialista -calvo o no, pero s¨ª verdaderamente preocupado por la agricultura- estar¨¢ dispuesto para soportar el impacto que supondr¨ªa el fen¨®meno de que ganase las primarias una oliva con pelos? ?Venga ya!
Juvenal Soto es escritor y milita en el PSOE desde 1975.
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