Material para el exceso
S¨®lo se han enfrentado tres veces en la Copa del Mundo, pero el duelo Inglaterra-Argentina se ha convertido en un cl¨¢sico indiscutible. Cada pa¨ªs genera fascinaci¨®n y rencor sobre el otro, en una intrincada relaci¨®n que se extiende sobre el universo futbol¨ªstico, donde tambi¨¦n se produce rechazo y admiraci¨®n por el otro. Tras el desprecio argentino por la ingenuidad y la frontalidad de los ingleses, se esconde un reconocimiento por el car¨¢cter generoso y combativo de su juego. Tras el deseo insuperable de desbaratar el f¨²tbol enga?ador y burl¨®n de los argentinos, Inglaterra no puede remediar la atracci¨®n de lo desconocido: la magia del barrio, el juego mentiroso, el poder de lo intuitivo, todo ello concretado en la sublime figura de Maradona, amado y odiado, lector un d¨ªa en Oxford y protagonista de las primeras p¨¢ginas de los tabloides amarillos.Todo entra en juego en un Inglaterra-Argentina, como si se multiplicaran por dos las habituales pasiones del f¨²tbol. El nacionalismo, los agravios, los estilos, las tensiones. Son partidos excesivos que han producido momentos excesivos. S¨®lo un partido les ha resultado indiferente a estas dos selecciones orgullosas. En el Mundial de 1962, gan¨® Inglaterra 3-1, pero ninguno de los dos equipos dej¨® huella en el torneo. En un lado jugaban Bobby Charlton, Jimmy Greaves y el joven Bobby Moore. En el otro Federico Sachi -figura sagrada del f¨²tbol porte?o- y Silvio Marzolini, un defensor que hizo ¨¦poca. Pero no eran buenos tiempos para las dos seleccciones, mal relacionadas hasta entonces con la Copa del Mundo. Argentina por su incapacidad para poner en orden su casa; Inglaterra por su dificultad para salir de su insularidad. Con el tiempo cambiar¨ªan las cosas, a veces con el destino cruz¨¢ndose entre los dos equipos.
Duelo en Inglaterra
A?o 1966. Inglaterra, Argentina y un ¨¢rbitro alem¨¢n. Herr Kreitlein. Era un tipo calvo, hipertenso en sus ademanes y severo en sus decisiones. Material inflamable para un encuentro que ha pasado a la historia de la Copa del Mundo. Otro protagonista: Rattin. Alto, moreno, patillas largas, con pinta de caudillo, medio centro cl¨¢sico, capit¨¢n argentino. Kreitlein no pas¨® una falta de los argentinos, las que existieron y las que no existieron. Los ingleses se desesperaban. No lograban encontrar el hilo del partido, metidos en el l¨ªo de faltas t¨¢cticas de sus rivales y en el caos generado por el ¨¢rbitro. A nueve minutos para el descanso, Rattin protesta una decisi¨®n de Kreitlein, que no aguant¨® m¨¢s. No soportaba que el centrocampista argentino dirigiera el encuentro a su manera. Lo expuls¨®, pero Rattin se neg¨® a abandonar el campo. Durante varios minutos se vivi¨® uno de los momentos m¨¢s ins¨®litos en la historia del f¨²tbol. En Wembley, en un Mundial, un jugador encabez¨® un mot¨ªn formidable. Algunos jugadores argentinos llegaron a amenazar con abandonar el campo. Mientras tanto, Rattin discut¨ªa, protestaba y se resist¨ªa a abandonar el partido. Finalmente, despu¨¦s de diez minutos, Rattin se dirigi¨® a los vestuarios. Lo hizo a paso lento, desafiando a los espectadores, intercambiando insultos con los hinchas ingleses. En aquel partido y en los incidentes que se produjeron, se instal¨® la semilla negra que aliment¨® al Racing de Avellaneda y al Estudiantes de La Plata en el final de los a?os 60.Inglaterra gan¨® el encuentro con un gol de Hurst, debutante aquella tarde. Dos partidos despu¨¦s, Inglaterra conquist¨® la Copa del Mundo, con Hurst como protagonista.
La revancha argentina se produjo en el Mundial de 1986, en un partido inolvidable que dej¨® para el recuerdo dos acciones, la mano de Dios y la mejor jugada de la historia. Ambas tuvieron un ¨²nico protagonista, Maradona. Era un partido tenso, mal jugado por Argentina y peor por Inglaterra. Alrededor del duelo se hab¨ªa levantado un ambiente crispado. Se hablaba de la guerra de las Malvinas y del rencor que sent¨ªa un pa¨ªs hacia el otro. Lo m¨¢s probable era el empate a cero, pero entonces Maradona penetr¨® hasta el ¨¢rea de Shilton y perdi¨® el bal¨®n, que sali¨® desviado por Valdano hacia Hodge, autor de un mal despeje que desemboc¨® en el centro del ¨¢rea. Salt¨® el portero Shilton y salt¨® el peque?o Maradona. Ante el asombro general, la pelota acab¨® en la porter¨ªa. Hab¨ªa sido la mano de Maradona. "La mano de Dios", dijo Maradona.
Una trampa
Los ingleses consideraron la jugada como un monumento a la trampa. Los argentinos lo interpretaron como un golpe de astucia. Desde entonces, el tema es recurrente en Inglaterra, quiz¨¢ para ocultar lo que sucedi¨® cuatro minutos despu¨¦s: en el medio campo, Maradona recibe un pase intrascendente de Enrique, se gira, divisa todo el frente del campo y se lanza a la mayor aventura que jam¨¢s se ha visto en una Copa del Mundo: fuera Stevens, fuera Butcher, fuera Fenwick, fuera Shilton. El gran baile de Maradona en la cima de su carrera futbol¨ªstica y frente a Inglaterra, nada menos.Con esta materia excesiva se construye un duelo cl¨¢sico del f¨²tbol: ingleses contra argentinos. Passarella, el seleccionador argentino, ha reconocido el coraje de los ingleses; Hoddle ha hecho lo propio respecto de la solidez de los argentinos. El cl¨¢sico est¨¢ preparado. No est¨¢n Rattin, ni Hurst, ni la sombra de Maradona. Alguien deber¨¢ tomar el relevo y a?adir su apellido a la lista de antecedentes. Argentina e Inglaterra: se ven ma?ana en Saint Etienne.
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