La m¨¦dula
Un amigo onc¨®logo de Bilbao me cuenta que en las punciones de m¨¦dula destinadas a determinar su compatibilidad para los trasplantes se est¨¢ descubriendo, en el proceso, que un 7% de aquellos que se ten¨ªan como hermanos de la misma sangre no lo son. No todos son hijos de quien se cree que debieran ser y, por tanto, poseen una composici¨®n medular que podr¨ªa aludir a la necesaria existencia de un progenitor desconocido. No extra?o para la madre, pero s¨ª un fantasma para los dem¨¢s.A primera vista puede parecer que un 7% de hijos falsos, uno por cada 14, es poca cosa en el conjunto de la poblaci¨®n, pero basta girar la mirada en un restaurante o contar de 14 en 14 por las filas de un cine para darse cuenta de lo que es. Hay ascensores donde, entre sus viajeros, siempre puede hallarse uno al menos que cree ser hijo de fulano de tal y es realmente hijo de otro que no conocer¨¢ jam¨¢s. De esta sigilosa manera cunde la infidelidad de las mujeres y sus encubiertos arrebatos con compa?eros, reci¨¦n conocidos o simples desconocidos. Pero tambi¨¦n, de esta manera, se revela c¨®mo el n¨²cleo familiar abre portillos para conectarse con otras tramas nucleares hasta ir tejiendo una raza humana m¨¢s amena y azarosa y mixtificada de la que se podr¨ªa considerarse seg¨²n el padr¨®n.
No ya el efecto globalizador de los espacios planetarios, sino este furtivo cortejo a escala menuda va cosiendo una hilatura de hermanos, primos, sobrinos y cu?ados clandestinos que reproducen, sin proclamarlo, un panorama ancestral de inspiraci¨®n primitiva. Tan primitiva como la de un tiempo remoto en que se retozaba sin adscripciones, se com¨ªan ra¨ªces o se degustaban las m¨¦dulas de las plantas como golosinas. Medulas paralelas a las que ahora, con ayuda de la ciencia, tienen ocasi¨®n de se?alar el ¨¢rbol al que corresponder¨ªa su extracto y su curaci¨®n.
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