Primerizas
SEGUNDO BRU Que las primarias son un gran invento no creo ya que lo discuta nadie y menos el PP, que ha sufrido su impotencia ante el vapuleo sistem¨¢tico, el zurriago permanente, con que los tres aspirantes han obsequiado de forma cotidiana al presidente Zaplana, cuyos o¨ªdos han debido zumbar m¨¢s en las ¨²ltimas tres semanas que en tres a?os de oposici¨®n modosita. Pero las primarias no son m¨¢s que un proceso, al margen de los valores a?adidos en t¨¦rminos de publicidad, atenci¨®n p¨²blica y de las rentas pol¨ªticas que innegablemente ha cosechado con ellas el Partido Socialista. Un proceso de elecci¨®n, un proceso democr¨¢tico y, como tal, conviene no olvidar que la democracia no es, b¨¢sicamente, m¨¢s que eso mismo, un proceso que todos aceptamos no porque sus resultados sean indefectible e intr¨ªnsecamente buenos (a Zaplana y Aznar me remito a guisa de ejemplo) y sea eso lo que convierte en bueno al procedimiento, sino a la inversa: porque todos coincidimos en la bondad del proceso en s¨ª y es esa bondad del procedimiento la que hace bueno los resultados, sean cu¨¢les fueren ¨¦stos, sobre todo, adem¨¢s, porque sabemos que son cambiantes. En definitiva, no podemos esperar una legitimaci¨®n sustantiva sino m¨¢s bien procedimental de la democracia. Es por ello que las cuestiones de procedimiento adquieren una importancia decisiva a la hora de enjuiciar tanto los resultados obtenidos como el propio proceso. Y es precisamente por ello que el desarrollo del mismo en condiciones de estricta igualdad entre los participantes debe no s¨®lo cuidarse sino mimarse hasta la exageraci¨®n. El reglamento que el Comit¨¦ Federal del PSOE aprob¨® para regir estas elecciones es taxativo al respecto: no puede existir ning¨²n tipo de financiaci¨®n externa, sea cual sea su origen, al margen de los medios equitativos que la propia organizaci¨®n ponga a disposici¨®n de los aspirantes a candidatos. Los motivos de tal prohibici¨®n son tan obvios que no deb¨ªan necesitar siquiera una m¨ªnima aclaraci¨®n, pero en tanto esta prohibici¨®n no ha sido respetada por algunos parece necesario explicitarlos. Una primera raz¨®n, que es la que figura en el reglamento, tiene que ver con la igualdad de condiciones entre los candidatos. Lo cual ya se expuso en estas p¨¢ginas hace unas semanas por el profesor Mart¨ªnez Sospedra: las primarias son una campa?a electoral, bien que interna, y, como toda campa?a, suponen un coste (de transporte, de comunicaci¨®n, de informaci¨®n , de organizaci¨®n). Si este coste no lo sufraga el propio partido la ruptura del principio de equidad es palmaria, gastar¨¢ m¨¢s quien m¨¢s tenga. Lo cual puede viciar de ra¨ªz todo el proceso. La segunda, por pudor, no se menciona siquiera pero resulta evidente. La financiaci¨®n externa de cualquier aspirante abre la puerta a unos riesgos de corrupci¨®n que ni la propia organizaci¨®n ni el mismo sistema pol¨ªtico est¨¢n en condiciones de afrontar, cuando todav¨ªa colea el espinoso asunto de la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos y sus consecuencias. Las primarias deben contribuir a revitalizar la vida pol¨ªtica espa?ola y no constituir una posible v¨ªa hacia una mayor italianizaci¨®n de la misma. Confiemos en que esta primerizas primarias, con sus errores, sean el experimento necesario para que se consoliden como una tradici¨®n imprescindible y ejemplar.
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