Al grito de ?Pep¨ªn!
Pep¨ªn Liria estuvo a punto de armar un alboroto de proporciones inconmensurables. Y si no arm¨® un alboroto de proporciones inconmensurables Pep¨ªn Liria fue porque se puso a pinchar y pinchar. No puede uno comportarse como torero recio provocando que toda una plaza le aclame "Pep¨ªn" para acabar oyendo las voces mucho menos lisonjeras de "Pinchauvas" . Los que se comportan as¨ª merecer¨ªan un cap¨®n.
Al grito de "?Pep¨ªn, Pep¨ªn!" se desarroll¨® toda la faena que le hizo Pep¨ªn Liria al sexto toro. Faena de valent¨ªa. Faena dram¨¢tica en la que el diestro iba a por todas, a ganarse un triunfo leg¨ªtimo. La empez¨® en la boca de riego que llaman con relativa propiedad platillo, instrumentando unos pases por alto juntas las zapatillas y la continu¨® por derechazos y por naturales, acaso no tocados exactamente con la varita del arte pero si ce?idos, hondos, algunos de acabada ejecuci¨®n.
Jandilla / Litri, Ponce, Liria
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Toros de Jandila (6¡ã, sobrero, en sustituci¨®n de uno que se lesion¨® una pata), bien presentados excepto 2¡ã -anovillado-, cornalones aunque sospechosos de pit¨®n, varios mansos, en general nobles
Enrique Ponce: dos pinchazos -aviso-, media atravesada contraria y estocada (silencio); dos pinchazos, bajonazo, rueda de peones -aviso con tres minutos de retraso y descabello (aplausos y saludos). Pep¨ªn Liria: estocada corta ca¨ªda y rueda insistente de peones (aplausos y saludos); cinco pinchazos, estocada ca¨ªda y rueda de peones (ovaci¨®n) Plaza de Pamplona, 7 de julio. 3? corrida de feria: Lleno.
Y si el toro se revolv¨ªa y achuchaba con peligro, reaccionaba recrecido, instrumentando una suerte a¨²n m¨¢s valerosa o aliviando la bronca embestida al aire de los molinetes. Incluso se tiraba de rodillas el arrojado matador, y as¨ª acab¨® la faena, convirtiendo el grito de "?Pep¨ªn, Pep¨ªn" en un delirio. Despu¨¦s cuadr¨®, mont¨® la espada, se puso a pincha... En fin: lo del cap¨®n.
No se crea que el alarde de valor lo redujo Pep¨ªn Liria a esta faena. La que le cuaj¨® al tercer toro, que punteaba, tuvo momentos sencillamente impresionantes. Apenas doblarse ya se hab¨ªa echado la muleta a la izquierda y en uno de los naturales el toro tir¨® un ga?af¨®n que le alcanz¨® la taleguilla.
Tela y alamares quedaron desgarrados mas el torero continu¨® toreando al natural imp¨¢vido, de tal manera que el percance ni siquiera trascendi¨® al tendido. Por la derecha tambi¨¦n tiraba viajes sin previo aviso el toro y tras eludirlos, Pep¨ªn Liria volv¨ªa a cruzarse ante las astas sin merma de coraje ni teatralidad alguna.
Toreros recios son los que necesita la fiesta pues de pegapases ya anda saturada. Entre los pegapases los hay toscos y los hay finos. Un pegapases tosco es, por ejemplo, Litri en sus horas altas, mientras en las bajas -que vivi¨® ayer- parece un torerillo malo de gaches y plazas de talanqueras. Desconfiado hasta durante las tareas de brega, desbordado por los toros en todos los frentes, desastroso al trastear y varias veces desarmado, en una de ellas hubo de poner pies en polvorosa con el toro persigui¨¦ndolo ruedo a trav¨¦s.
Un pegapases fino es, en cambio, Enrique Ponce.
Enrique Ponce tore¨® en Pamplona con su reconocida -y op¨ªparamente recompensada- habilidad para producir pases con la profusi¨®n seriada propia de una factor¨ªa, y si sustitu¨ªa la ligaz¨®n por un fren¨¦tico zapatilleo para quitarse de en medio, o la superficialidad de las suertes suscitaba escasas satisfacciones est¨¦ticas, se le agradec¨ªa la buena voluntad.
La concepci¨®n utilitaria de la tauromaquia, el toreo de usar y tirar, ni prenden ni conmueven. El "?Pep¨ªn!", que aclamaban los mozos de las pe?as, recuerda aquel coro emocionado de "El Viti es cojonudo, como El Viti no hay ninguno", que acompa?¨® triunfos sensacionales del maestro salmantino en los sanfermines, y no se han olvidado pese a que hace de aquello lo menos 20 a?os. Incluso los de Morenito de Maracay, por la misma ¨¦poca, cuando quebraba banderillas en el centro del redondel, y los mozos pamploneses manifestaban su entusiasmo cant¨¢ndole "Ay mam¨¢ In¨¦s, ay mam¨¢ In¨¦s, todos los negros tomamos caf¨¦". Eran otros toreros, otra afici¨®n, otros tiempos.
Babelia
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