El reino de la sorpresa
En este glorioso parto de todos los julios que son los sanfermines nada es, afortunadamente, ni inform¨¢tico ni telem¨¢tico ni cristalogr¨¢fico. Estamos ante la fiesta por la fiesta, ante el alegre reino de la sorpresa. Lo m¨¢s notable y metaf¨ªsico de esta simpar algarab¨ªa polip¨¢stica es su orden ceremonial. El rito y el ritmo osamentan todas las celebraciones. Ocurre como en las buenas corridas de toros, el arte y la emoci¨®n se encuadran en el marco dorado de respetados rituales.El foll¨®n comienza con el inici¨¢tico disparo del chupinazo, a las doce del mediod¨ªa, desde el Ayuntamiento, en una plaza que bulle con el hervor y calor de una descomunal cazuela. Est¨¢n los cohetes que abren y cierran la carrera del encierro, esos minutos eternos y sobrecogedores. Y los cohetes de artificio que pintar¨¢n flores ef¨ªmeras y retumbantes en la pizarra de la noche.
Est¨¢n las m¨²sicas y los mil ruidos, las campanas, bandas, fanfarrias, txistularis, gaiteros, dianas de alborada y bailables hasta la madrugada. Sin olvidar los timbales y clarines que anuncian el cambio de suerte en el albero. Est¨¢ el color blanco en camisas, faldas y pantalones. Y el pa?uelo rojo.
Y est¨¢ el rito de la altiva comitiva de los gigantes, con su cohorte de pensativos cabezudos y su tropa de kilikis y zaldikos arreando vergazos a la chavaler¨ªa. Y el desfile de las penas y la noria de las barracas.
El santo sobre el pedestal
El rito emblem¨¢tico es el cortejo se?orial de la procesi¨®n con el santo sobre su pedestal de plata y claveles. ?Aqu¨ª van los gremios, cruces y banderas con estampa medieval y rezadora, el clero con dalm¨¢ticas recamadas, los dantzaris, los timbaleros con tricornio y los maceros tiesos y empelucados ylos ediles de frac y chistera, escoltados por guardias de gala con yelmo emplumado.Est¨¢n las tardes de toros, con su propio mito y ordenanza, con los matadores de curse, los picadores, los alguacilillos... Se a?ade, por reglamento, meriendas pantagru¨¦licas, m¨²sicas chunchuneras y tendidos brincando al sol. Y est¨¢ el rito de los llamados "momenticos". As¨ª, la entrada final de la corporaci¨®n en la catedral, un guirigay bailes y aplausos en el atrio.
Hay muchos m¨¢s "momenticos", de variado pelaje. Los almuerzos ma?aneros, el Gallico del Napardi, las liturgias gastron¨®micas a base de esp¨¢rragos, ajoarrieros y otras minucias, la melopea pla?idera de E1 pobre de m¨ª o el adi¨®s que el Guti monta en la plaza del Consejo. Los sanfermines no son uno, sino muchos a la vez. Hay fiestas para todos: chicos y grandes, propios y extra?os. No son una fiesta sin ley, aunque as¨ª se haya escrito. El secreto de los sanfermines es su versificaci¨®n, su m¨¦trica antigua y popular. Fiestas puras, son un verso de arte mayor. Como un soneto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.