El aislamiento
No he tenido nunca una t¨ªa disc¨ªpula de un f¨ªsico nuclear ingl¨¦s, experto en reacciones at¨®micas en cadena, como la que permite a Miguel Herrero de Mi?¨®n sentar doctrina sobre la actitud a adoptar respecto de HB. A mis t¨ªos les conoc¨ª en Azkoiti, Guip¨²zcoa, complementando el trabajo del taller con la fabricaci¨®n de alpargatas en el propio domicilio, igual que hiciera mi abuelo, o, ya de m¨¢s lejos, cultivando la vid en una aldea orensana. Gente toda ella poco dada a razonar por analog¨ªa y en cambio acostumbrada a mirar de frente a una realidad que en los a?os de la posguerra resultaba bastante dif¨ªcil. Tal vez por eso, mi visi¨®n del problema vasco y de HB difiere notablemente de la expresada por el autor de Despu¨¦s del aislamiento, art¨ªculo aqu¨ª publicado el ¨²ltimo s¨¢bado.Muy pronto, tras la historia de la t¨ªa y el f¨ªsico de Cambridge, y antes de fundir una y otra vez para uso propio el aislamiento social y el pol¨ªtico, Herrero emplaza sus bater¨ªas contra quienes propugnaron hace un a?o el segundo, frente a HB: "Criminalizar el pensamiento y la palabra es sin duda m¨¢s f¨¢cil que reprimir el crimen". Con esta advertencia, lanza al posible oponente al infierno de la intolerancia y elude lo esencial: pronunciarse sobre la supuesta v¨ªctima de la exclusi¨®n, que quiz¨¢ algo habr¨ªa hecho para merecer tal afrenta. Porque HB no es una simple plataforma de opini¨®n, que algunos han intentado sin ¨¦xito criminalizar o aislar injustificadamente, sino una organizaci¨®n pol¨ªtica que asume, respalda, defiende y representa la estrategia de otra organizaci¨®n, ¨¦sta de naturaleza terrorista, y de siglas ETA. Que sigue matando y que en los ¨²ltimos meses ha designado como blanco preferente a los representantes de un partido legal, con lo cual cada uno de sus cr¨ªmenes lo es contra la democracia vasca. Si Herrero de Mi?¨®n ignora esta peque?a circunstancia, m¨¢s vale que se documente y razone en consecuencia. Sin la premisa mayor, s¨®lo cabe el sofisma.
La grandeza de la democracia reside precisamente en ofrecer un marco legal, incluso para aquellos que buscan destruirla, como HB aqu¨ª o, en menor medida, el Frente Nacional de Le Pen, en Francia. Pero eso no significa que los dem¨®cratas hayan de ignorar la naturaleza de los movimientos nacionalsocialistas o fascistas. El ejemplo franc¨¦s es muy claro, a pesar de las tristes excepciones registradas tras el ¨²ltimo proceso electoral: los dem¨®cratas han de respetar la participaci¨®n pol¨ªtica del grupo fascista, pero toda relaci¨®n con el mismo, de no alterar ¨¦ste sus supuestos ideol¨®gicos, debe ser evitada.
El aislamiento pol¨ªtico propugnado tras el crimen de Ermua respecto de HB no ten¨ªa otro objeto, demostr¨¢ndoles as¨ª a los colaboradores legales de ETA que toda la barbarie que fuesen capaces de desplegar resultar¨ªa in¨²til, dada la cohesi¨®n de los dem¨®cratas. No era tan dif¨ªcil intentarlo, y la experiencia francesa hubiera podido servir de gu¨ªa. Por a?adidura, cuando un grupo pol¨ªtico del tipo HB se sirve de "la convivencia parlamentaria" como instrumento para su propaganda, desde la exhibici¨®n de im¨¢genes de terroristas a la cal viva sobre los esca?os, la responsabilidad de la marginaci¨®n es toda suya. Cambie y cambiaremos, ser¨ªa lo aconsejable; no un "vamos todos juntos a otro lugar", haciendo o¨ªdos de mercader a la violencia que patrocinan y a la estrategia del terror que tienen tras de s¨ª.
Fue ¨¦sta una opci¨®n que ya en su d¨ªa adoptaron de forma suicida grupos de conservadores, liberales, e incluso izquierdistas como ahora IU, ante el ascenso de los fascismos. Hoy el PNV y EA parecen entrar por la misma v¨ªa, nacionalismo obliga. Es cierto que la euforia del PP tras las grandes manifestaciones contribuy¨® tambi¨¦n al desgaste de la cohesi¨®n democr¨¢tica, pero m¨¢s ha contado sin duda el bombardeo de mensajes unidireccionales insistiendo en que Euskadi es el Ulster a efectos de pacificaci¨®n, y que ¨¦sta es segura de sentar a ETA a la mesa, m¨¢s a¨²n si HB recibe seguridades de que se comparte su "construcci¨®n nacional". De paso, las muertes de ETA se centran en el PP, lo que tranquiliza a los dem¨¢s. Balance: en vez de quedar aislada, la pol¨ªtica del terror obtiene su victoria m¨¢s importante. El esp¨ªritu de Ermua ha desaparecido. Herrero de Mi?¨®n y V¨¢zquez Montalb¨¢n celebran esto ¨²ltimo, como se aprecia en sus respectivos art¨ªculos; por algo fueron pioneros en la labor de erosi¨®n apenas se produjo la respuesta popular a la muerte de Miguel ?ngel Blanco.
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