Frente Cultural Sevillano
?Por qu¨¦ no dejar vivir la cultura en el mercado? No s¨®lo que cierre la galer¨ªa de Juana de Aizpuru, sino tambi¨¦n el Teatro de la Maestranza (el Central casi no hace falta que lo cierren: agoniza largamente, all¨ª, lejos, perdido). No s¨®lo que se jibarice necesariamente el Festival internacional de Danza de It¨¢lica -ya ni de danza ni en It¨¢lica- apoyado tan solo por la Diputaci¨®n, sino que acaben tambi¨¦n con la Bienal, con M¨²sica Antigua, con M¨²sica de Cine. Y de paso que se disuelva la Real Orquesta Sinf¨®nica de Sevilla. Pero como el trasfondo de todo esto afecta a la Junta de Andaluc¨ªa, que en cultura y en medio ambiente est¨¢ demostrando cuan lejos pueden estar los idearios de los partidos pol¨ªticos de la realidad, ser¨ªa lo deseable que la cuesti¨®n se extendiera a Andaluc¨ªa como una peste nacida en Sevilla, y que una a una se disolvieran las orquestas, cerraran las galer¨ªas y los teatros, murieran los festivales. Salvo que ¨¦sta sea una peste a la que s¨®lo Sevilla sea propensa, y una vez m¨¢s a la ciudad le toque pagar el car¨ªsimo precio de ser la capital de la autonom¨ªa y suscitar las iras y las envidias de quienes tienen que dejar sus canonj¨ªas cordobesas, malague?as o granadinas para venir a mandar aqu¨ª (y adem¨¢s de dejarnos -culturalmente- a pan y agua, acusarnos de endog¨¢micos, cavern¨ªcolas y xen¨®fobos). La cultura sevillana (?y andaluza?) se ha convertido en el zoo de Criaturas feroces, con los veterinarios y cuidadores disfrazados de animalitos para atraer turistas, los espacios llenos de anuncios y las especies no agresivas sacrificadas para exhibir en su lugar animales peligrosos que atraigan miradas morbosas. Lo peor es que tras la operaci¨®n de puesta al d¨ªa comercial del zoo descrita en la pel¨ªcula, se ocultaba el prop¨®sito de cerrarla. En esta versi¨®n andaluza de la divertida pel¨ªcula de Robert Young y Fred Schepisi, los cuidadores de la cultura no han de disfrazarse de abejitas, sino ovejitas d¨®ciles y pelotilleras; el abuso publicitario no consiste en llenarlo todo de vallas, sino en usar la acci¨®n cultura como autopromoci¨®n pol¨ªtica y medir su efecto por el espacio en la prensa; y las especies culturales no agresivas son los programas culturales que realmente tienden al fomento y a la promoci¨®n de la cultura, sacrificados por los m¨¢s espectacularmente agresivos. Como desgraciadamente la vida no es una pel¨ªcula, no es seguro que al final ganen los cuidadores frente al capitalista agresivo. Lo m¨¢s probable es que a la Diputaci¨®n Provincial, que lleva dos a?os soportando el peso de los programas sevillanos sacrificados por la Junta, por lo visto no dignos de ser considerados andaluces, se le partan las espaldas. O que Sevilla acabe siendo el desierto que fue antes de la Expo. Aunque hay una tercera v¨ªa: que las instituciones locales se unan para apoyar conjuntamente los programas de mayor inter¨¦s para la ciudad, creando un Frente Cultural Sevillano (FCS) que resista frente a las sucesivas desatenciones a las que la Junta (del resto) de Andaluc¨ªa somete a una ciudad que no tiene m¨¢s culpas que ser capital, sede de la Expo y -lo m¨¢s imperdonable- tan hermosa y como amada por los suyos.
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