La recuperaci¨®n de 'cerebros'
De la noche a la ma?ana he pasado de ser un simple cient¨ªfico expatriado a un cerebro a recuperar. La pregunta: "?Volver¨¢s ahora a Espa?a?" es de rigor en conversaciones con familiares, amigos y periodistas. Los que me conocen bien me lo dicen con una esperanza d¨¦bil, pero los reporteros insisten, buscando la noticia. La espor¨¢dica recuperaci¨®n de cerebros de los ¨²ltimos treinta a?os ha sido en algunos casos muy positiva. ?Qui¨¦n duda del valor del regreso, por ejemplo, de Nicol¨¢s Cabrera, o de la influencia de Severo Ochoa? En este sentido, la reciente vuelta de varios investigadores prestigiosos es muy prometedora.El t¨¦rmino cerebros en el extranjero, que algunos periodistas y pol¨ªticos usan al referirse a cient¨ªficos bien establecidos en el exterior, es en la mayor¨ªa de los casos inadecuado. En general, los cient¨ªficos que estamos fuera no somos ni mejores ni peores que los de fronteras para dentro. Al calificar de cerebro al de fuera se le atribuye impl¨ªcitamente una capacidad superior, que naturalmente rechazan los de dentro y que s¨®lo muy pocos tienen. Si aqu¨¦llos son superiores en algo es en su larga experiencia en una cultura que estimula la creatividad, favorece el riesgo y recompensa el ¨¦xito.
De ah¨ª que la vuelta de esos cient¨ªficos haya sido m¨¢s fruct¨ªfera cuando han usado su experiencia en la creaci¨®n de instituciones con una nueva filosof¨ªa que cuando se han incorporado a organizaciones ya en funcionamiento. En este caso, unas estructuras r¨ªgidas han minado sus energ¨ªas, dando paso al desenga?o y la desilusi¨®n. Pero la posibilidad de formar nuevos centros es muy limitada y, adem¨¢s, se critica a menudo como una dispersi¨®n de los ya cortos recursos de investigaci¨®n. Una pol¨ªtica de recuperaci¨®n masiva de cient¨ªficos seniors en el extranjero, aparte de ser ut¨®pica, podr¨ªa traer m¨¢s problemas que soluciones. Mucho m¨¢s realista y provechosa ser¨ªa una pol¨ªtica dirigida a reintegrar al sistema espa?ol a nuestros investigadores j¨®venes en el extranjero. Espa?a ha hecho en los ¨²ltimos a?os una importante inversi¨®n que corre el peligro de desperdiciarse. Muchas decenas, quiz¨¢ centenas, de j¨®venes brillantes han sido enviados al extranjero con becas de investigaci¨®n. Algunos han vuelto y ocupan puestos precarios; otros flotan (?hasta cu¨¢ndo?) en el espacio exterior.
La mayor¨ªa de estos j¨®venes est¨¢n, o lo estar¨¢n pronto, en el cenit de creatividad cient¨ªfica. L¨®gicamente, una parte importante de ellos deber¨ªa integrarse en la comunidad universitaria e investigadora. Pero aunque no fuera m¨¢s que como negocio, estar¨ªa justificada su recuperaci¨®n: la empresa espa?ola debiera tomar nota de estos j¨®venes, acostumbrados a resolver problemas muy diversos y con varios a?os de experiencia internacional.
Para que este potencial d¨¦ todo su fruto es esencial la modernizaci¨®n de las instituciones espa?olas, para la que la experiencia de nuestros cient¨ªficos seniors en el extranjero podr¨ªa ser ¨²til. Su asesoramiento para flexibilizar nuestras estructuras y adaptarlas a las de pa¨ªses m¨¢s avanzados y para definir ¨¢reas prioritarias de investigaci¨®n, su disponibilidad a recibir en sus laboratorios a nuestros investigadores j¨®venes, sus estancias cortas en Espa?a y su colaboraci¨®n con grupos espa?oles en los temas cient¨ªficos m¨¢s candentes son servicios que algunos ya prestan y a los que la mayor¨ªa se unir¨ªa con gusto. Un programa con este fin (uno parecido fue iniciado t¨ªmidamente en 1987 y pronto olvidado) no deber¨ªa ser muy costoso; bien organizado, dar¨ªa excelentes resultados en pocos a?os. Eso s¨ª, requerir¨ªa coordinaci¨®n entre varios ministerios, continuidad durante diferentes Gobiernos, y no dar¨ªa pie a muchos titulares en los peri¨®dicos, caracter¨ªsticas ¨¦stas que no cuadran con las de los programas aislados y triunfalistas que hacen ganar puntos pol¨ªticos.
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