La lentitud como estilo

Del amplio, y cada a?o m¨¢s abundante, grupo de actores norteamericanos que ha debutando en los a?os ochenta, Johnny Deep es uno de los que resulta menos atractivo y el que ha venido haciendo a?o tras a?o peores pel¨ªculas. Dejando al margen sus colaboraciones con el director Tim Burton en Eduardo Manostijeras (1990) y Ed Wood (1994), todo lo dem¨¢s de su trabajo ha ca¨ªdo en un temprano y creciente olvido. Quiz¨¢ para sacarse esta espina, Johnny Depp ha decidido pasarse al otro lado de la c¨¢mara y dirigir esta primera pel¨ªcula suya. Pero esta decisi¨®n profesional ha empeorado a¨²n m¨¢s su situaci¨®n, al dejar muy claro que es todav¨ªa peor director que actor.Con unas ideas muy elementales sobre el lo que es el lenguaje cinematogr¨¢fico, sin el menor poder para crear s¨ªntesis y desconociendo el valor que en el cine tienen de las elipsis narrativas, el director Johnny Deep ha acabado confundiendo la lentitud con el estilo y en esta pel¨ªcula tarda un poco m¨¢s de dos horas en rodar una historia que podr¨ªa haber resuelto con la mitad de duraci¨®n y que quiz¨¢ as¨ª habr¨ªa conseguido tener alg¨²n inter¨¦s. Pero tal como est¨¢ hecha resulta lenta, aburrida, pedante y un mero soporte para la m¨²sica de Iggy Pop.

La inacabable historia del indio mexicano que vende su vida a un extra?o y poderoso individuo norteamericano, el que interpreta Marlon Brando, con objeto de que su familia pueda tener un nivel de vida mejor, es decir, que pueda vivir a la norteamericana, tiene un atractivo muy relativo. Sin embargo, lo pierde por completo cuando los personajes principales est¨¢n interpretados por un Johnny Deep que se pasa media pel¨ªcula con el torso desnudo para deleite de sus posibles admiradoras, y un deprimente Marlon Brando, que est¨¢ convertido en una momia viviente y que aqu¨ª se traslada de un lado a otro en una silla de ruedas en sus dos breves escenas.