Un poco de sosiego, por favor
Han pasado ya algo m¨¢s de dos a?os desde que asum¨ª la responsabilidad de dirigir la pol¨ªtica exterior del Gobierno y es un buen momento para reflexionar en voz alta, al hilo de algunas manifestaciones p¨²blicas que se han hecho en los ¨²ltimos tiempos. No se trata, por tanto, de hacer un balance recapitulativo y exhaustivo, ni de "vender" ninguna colecci¨®n de ¨¦xitos, sino de comentar con ¨¢nimo sereno y constructivo algunos aspectos de nuestra pol¨ªtica exterior.
El punto de partida
En la primera intervenci¨®n que hice ante las Cortes se?al¨¦ que la caracter¨ªstica fundamental de la pol¨ªtica exterior del nuevo Gobierno ser¨ªa la continuidad con la acci¨®n que hab¨ªan mantenido los distintos Gobiernos que nos hab¨ªan precedido desde el advenimiento de la democracia en 1975. No habr¨ªa, pues, cambios de rumbo en nuestras prioridades esenciales, a pesar de los pron¨®sticos que en uno u otro sentido se hicieron durante la campa?a electoral del 96.Por otra parte, subray¨¦ que nuestro principal reto era conseguir afianzar el papel que Espa?a ten¨ªa en Europa, ocupando un papel relevante.
Esta intenci¨®n fue celebrada y apoyada por el principal partido de la oposici¨®n, que se comprometi¨® a seguir, por su parte, manteniendo el consenso que en la pol¨ªtica exterior hab¨ªa presidido las relaciones entre Gobierno y oposici¨®n durante toda la etapa socialista.
Con posterioridad, y en particular al referirse a nuestra actuaci¨®n en la Uni¨®n Europea, he constatado la existencia de una cr¨ªtica persistente en el sentido de considerar que carec¨ªamos de proyecto o de ambici¨®n suficiente. En concreto, y recordando una imagen muy gr¨¢fica que se ha utilizado, se dijo que nuestra pol¨ªtica consist¨ªa en el consabido "Virgencita, que me quede como estoy".
La memoria es, sin duda, a veces d¨¦bil o selectiva y es por ello ¨²til recordar que nadie critic¨® una afirmaci¨®n que mi predecesor hizo al poco de tomar posesi¨®n, en diciembre de 1995, de que Espa?a hab¨ªa conseguido colocarse en primera divisi¨®n y que el desaf¨ªo principal consist¨ªa en seguir en este nivel (EL PA?S, 21.12.95).
Dando, por tanto, por bueno este objetivo, la siguiente cuesti¨®n es saber si lo hemos alcanzado.
Espa?a, en el mundo de 1998
Desde luego, no creo que sea pretencioso afirmar que en estos dos a?os no hemos bajado a segunda. Incluso, y a pesar de mi natural modestia, me voy a permitir afirmar que hemos escalado puestos. ?En qu¨¦ me baso? Solamente en los hechos.En estos dos a?os:
-Formamos parte del "n¨²cleo duro" de la integraci¨®n europea representada por el Euro 11. Sin duda, el principal m¨¦rito corresponde a los buenos resultados de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica. Pero tambi¨¦n es cierto que el objetivo no se explica sin relacionarlo con una concepci¨®n y un ejercicio de pol¨ªtica exterior, con Europa como principal referencia.
-Estamos en la estructura militar de la OTAN. Se corrige as¨ª una anomal¨ªa del pasado que ha pesado como una losa durante la negociaci¨®n, al traducirse en muy importantes obst¨¢culos, que se han superado sin tener que hacer cesiones en cuestiones b¨¢sicas.
-Espa?a es punto de referencia obligado en las principales cuestiones de la actualidad internacional: visitas de Arafat y Netanyahu en el 96, Cumbre Atl¨¢ntica en Madrid, presidencia del Foro Mediterr¨¢neo, firma del Acuerdo de Paz en Guatemala, participaci¨®n en el incipiente proceso de paz en Colombia, pr¨®xima conferencia sobre la paz en Bosnia...
-La creciente presencia de compatriotas en puestos de responsabilidad internacional es tambi¨¦n un reconocimiento al nuevo papel de Espa?a. A los Javier Solana y Jos¨¦ Antonio Samaranch en estos dos a?os hay que a?adir a Miguel ?ngel Moratinos, Javier Rup¨¦rez, Carlos Westendorp, Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, Miguel ?ngel Mart¨ªnez, Luis Mar¨ªa de Puig y Felipe Gonz¨¢lez. Son todos ellos personas que est¨¢n desempe?ando brillantemente distintas funciones y han contado y cuentan con el apoyo, sin reservas, de este Ministerio.
Esta enumeraci¨®n, que no es exhaustiva, me parece base suficiente para, como he dicho antes, defender con hechos que la pol¨ªtica exterior de Espa?a no s¨®lo ha sido un valor estable, sino que ha subido en su cotizaci¨®n desde abril del 96.
Este resultado podr¨ªa ser suficiente para justificar una trayectoria. Sin embargo, quedar¨ªa oscurecido si se hubiera hecho a costa de sacrificar pautas o intereses b¨¢sicos de nuestra pol¨ªtica exterior.
Los intereses de Espa?a
Hace poco, el candidato recientemente designado por el PSOE afirmaba que nuestra Pol¨ªtica Exterior est¨¢ al servicio de Estados Unidos. Afirmaci¨®n, desde luego, preocupante que conviene contrastar con la realidad. ?Es esto cierto? Veamos:-Irak.Espa?a ha sido el ¨²nico pa¨ªs que en este periodo de tiempo decidi¨® reactivar nuestra Embajada en Bagdad, enviando a un encargado de Negocios. El vicepresidente Aziz acaba de visitar Espa?a, por primera vez desde 1990.
-Ir¨¢n.En esta nueva etapa emprendida por el nuevo Gobierno moderado, Espa?a ha sido el primer pa¨ªs europeo visitado por el ministro de Asuntos Exteriores, Kharrazi.
-Cuba.La iniciativa en la Uni¨®n Europea de reaccionar frente a la Ley Helms-Burton la tom¨® Espa?a. Tambi¨¦n fue espa?ola la responsabilidad de que la Uni¨®n concediera a Cuba el estatuto de Observador en Lom¨¦, lo que le abre una oportunidad para acometer transformaciones imprescindibles y para integrarse mejor en la Comunidad internacional.
Estas actuaciones concretas no se han tomado, por supuesto, para marcar diferencias con la pol¨ªtica estadounidense, sino, a pesar de estas diferencias, para seguir manteniendo posiciones que se corresponden con los intereses de Espa?a. En este apartado tambi¨¦n es oportuno mencionar las afirmaciones de que nuestra participaci¨®n en la Nueva Estructura Militar de la OTAN se ha conseguido en base a modificar sustancialmente nuestra posici¨®n sobre Gibraltar y, en particular, las restricciones vigentes.
En esta cuesti¨®n, lo mejor es citar al Times y al Finantial Times de 7.7.98: "La posici¨®n espa?ola est¨¢ muy lejos de las peticiones brit¨¢nicas iniciales... (levantar las restricciones)". "El acuerdo no termina con la prohibici¨®n de que aviones militares que usen el aeropuerto de Gibraltar utilicen el espacio a¨¦reo espa?ol. Tampoco se han levantado las restricciones sobre los barcos...".
Tambi¨¦n se puede citar al Gibraltar Chronicle que en su edici¨®n del d¨ªa 9 de este mes recoge unas declaraciones de los partidos Laborista y Liberal del Pe?¨®n que consideran el acuerdo como "una victoria para la posici¨®n espa?ola".
?Por qu¨¦, si ¨¦sta es la realidad, se da un mensaje equivocado a la opini¨®n p¨²blica?
La realidad es que hay una posici¨®n coherente y firme en relaci¨®n con el contencioso de Gibraltar. Coherente, porque se ha hecho una propuesta clara de c¨®mo salir del impasse; firme, porque se ha puesto coto a la continua degradaci¨®n de nuestras reivindicaciones, por ejemplo mediante la exclusi¨®n de Gibraltar de las disposiciones que suprimen los controles fronterizos, en el Tratado de Amsterdam.
El contexto
Desde el punto de vista internacional, la situaci¨®n no ha variado sustancialmente en este periodo. En esencia, el fin de la bipolaridad y la globalizaci¨®n est¨¢n produciendo un cambio de papeles en todos los pa¨ªses y regiones del mundo que, salpicado por crisis graves y pr¨¢cticamente continuas, busca un nuevo orden internacional que garantice la paz y la prosperidad.Desde el punto de vista interno hay que hacer una distinci¨®n.
En cuanto al fondo no ha habido cambios, puesto que la continuidad ha sido la pauta y, por lo tanto, objetivamente, el consenso tiene que ser forzosamente la regla, a la hora de tomar las decisiones. No hubiera sido concebible, por ejemplo, que el principal partido de la oposici¨®n pusiera obst¨¢culos a nuestra integraci¨®n plena en la OTAN o que no ratifique el Tratado de Amsterdam. Sin embargo, s¨ª que ha habido una variaci¨®n en las formas. Antes me he referido a algunas afirmaciones, pero el cat¨¢logo es m¨¢s amplio.
Por ejemplo, en la cuesti¨®n del aceite de oliva, recurrir¨¦ tambi¨¦n a la cita de un observador no espa?ol, que no creo que pueda ser considerado parcial. En su edici¨®n del 6/7 de julio, el editorialista del Europe dec¨ªa: "La ministra espa?ola de Agricultura, se?ora De Palacio, al mismo tiempo que l¨®gicamente ha defendido los intereses espa?oles, ha tenido el gran m¨¦rito de no ceder a una presi¨®n pol¨ªtica y medi¨¢tica que hab¨ªa sobrepasado los l¨ªmites no s¨®lo de lo razonable, sino tambi¨¦n de la decencia". Afirmaci¨®n dura que nos deber¨ªa hacer reflexionar.
La importancia de este cambio en las formas no hay que exagerarla, porque no es grave, ya que nuestros socios europeos y en el resto del mundo conocen perfectamente las realidades b¨¢sicas de nuestra pol¨ªtica. Sin embargo, s¨ª hay que decir que no contribuye a facilitar la mejor defensa de nuestros intereses. La diplomacia se ejercita m¨¢s eficazmente si no hay que estar continuamente desmintiendo o aclarando cuestiones. Por otra parte, la labor de equipo en esta materia entre Gobierno y oposici¨®n, para ser realmente operativa, ha de ser decente como la mujer del C¨¦sar. Si no lo parece, los dem¨¢s actores de la escena internacional con los que competimos en este juego de intereses leg¨ªtimos que es la pol¨ªtica exterior se aprovechar¨¢n.
Hoy, como siempre, las puertas del Ministerio de Asuntos Exteriores est¨¢n abiertas para todos los partidos pol¨ªticos espa?oles y ello, como es sabido, no s¨®lo para aclarar e informar, sino para compartir ideas, proyectos, esperanzas y, a veces, frustraciones.
Antes de recurrir a utilizar la pol¨ªtica exterior como arma arrojadiza, recu¨¦rdese todo esto y por lo tanto y para terminar: ?Se?ores, en pol¨ªtica exterior, un poco de sosiego, por favor!
Abel Matutes es ministro de Asuntos Exteriores de Espa?a.
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