Euskadi sin libertad
LA CLAUSURA judicial del diario Egin ha levantado una leg¨ªtima preocupaci¨®n por la preservaci¨®n de la libertad de expresi¨®n. Una parte de la opini¨®n p¨²blica en Euskadi, que en las elecciones suele obtener unos 150.000 votos, se siente identificada con las informaciones y opiniones de Egin, aunque eso no concede impunidad al diario si se demuestra que era una pieza del organigrama de ETA. Pero esta anomal¨ªa en el ejercicio de la libertad de expresi¨®n no es la ¨²nica que se produce en Euskadi, donde hay periodistas que han tenido que abandonar su trabajo y su residencia como resultado de las amenazas de ETA. No es leg¨ªtimo preocuparse por la libertad de expresi¨®n como una libertad aislada, ni mucho menos hacerlo s¨®lo cuando afecta a los periodistas y a los lectores de Egin. Las libertades son indivisibles, y en cuesti¨®n de libertades hay que se?alar el d¨¦ficit terrible que sufre todo el territorio vasco.J¨®venes violentos amparados en idearios independentistas se han convertido en due?os y se?ores de la calle, imponiendo exacciones econ¨®micas a los comerciantes, destruyendo instalaciones y servicios p¨²blicos y coaccionando los derechos de los meros viandantes. En la mayor parte de casos, las fuerzas de seguridad prefieren retirarse de los escenarios de actuaci¨®n de los hooligans del vasquismo. Lo que sucede en la calle es un reflejo de lo que sucede en los entresijos de la sociedad vasca. Las formas de coacci¨®n sobre funcionarios, jueces, polic¨ªas, catedr¨¢ticos y maestros, o de imposici¨®n de una exacci¨®n que se pretende revolucionaria sobre empresarios y profesionales son infinitas y tienen un doble efecto: financian asesinatos y desmoralizan a los ciudadanos.
Pero la forma m¨¢s perversa de limitaci¨®n de la democracia es la amenaza de muerte que pesa sobre ediles y militantes del Partido Popular (PP), una formaci¨®n con expectativas de voto en ascenso, pero con enormes problemas para elaborar sus listas. La acci¨®n del terror se ha cebado ya sobre siete concejales populares en toda Espa?a, pero ha conseguido en Renter¨ªa hacer resonar con claridad la orden de ETA de eliminar f¨ªsicamente al PP del consistorio, cumplida con el asesinato del concejal que encabez¨® la lista municipal y de su sustituto.
Los violentos y sus apologetas, envueltos en las siglas del MLNV (Movimiento Nacional de Liberaci¨®n Vasco), abusan del sistema de libertades y de la democracia que garantizan la Constituci¨®n y el Estatuto vasco. Pueden expresarse libremente en cuantos foros, medios de comunicaci¨®n y reuniones les plazca. Y han podido usar el sistema legal espa?ol para formar sociedades y empresas; tambi¨¦n, seg¨²n el juez Garz¨®n, para adue?arse del diario Egin y ponerlo econ¨®mica y editorialmente al servicio de su estrategia.
Nada tiene que ver con la realidad cotidiana en Euskadi la singular teor¨ªa de las dos violencias sim¨¦tricas, la de ETA y la del Estado, y el corolario de una tercera v¨ªa centrista e inmaculada, a la que le corresponder¨ªa el protagonismo de una negociaci¨®n. Al contrario, lo que est¨¢ sucediendo en Euskadi es que hay una dictadura que avanza, la de ETA, que limita listas electorales, impone su ley violenta en la calle, coacciona a los ciudadanos y coarta sus libertades, y un sistema democr¨¢tico que retrocede cada vez que se produce una cesi¨®n, un acto de cobard¨ªa -por l¨®gica o humana que sea- o sencillamente una dejaci¨®n de la ley.
El problema de los ciudadanos vascos bajo una dictadura no es una supuesta negociaci¨®n, sino resolver la falta de libertades, terminar con la opresi¨®n de una organizaci¨®n que mata para imponer sus ideas. Esto se llama fascismo. Y el fascismo vasco tiene nombre: ETA. ?se es el nombre del poder dictatorial que asesina y limita violentamente las libertades de todos. Esta situaci¨®n plantea responsabilidades ineludibles, empezando por el Gobierno vasco, que cuenta con su propia polic¨ªa y con competencias plenas en materia de orden p¨²blico y est¨¢ obligado a responder por la seguridad y las libertades de los ciudadanos que viven en su territorio. El Pa¨ªs Vasco goza de una autonom¨ªa reconocida como de las m¨¢s amplias y avanzadas de Europa. Y este hecho no s¨®lo quita raz¨®n a los violentos que desean imponerse por las armas, sino que obliga con mayor fuerza al Gobierno de Euskadi a responsabilizarse de aplicar las leyes y de salvaguardar los derechos de los ciudadanos.
Cuando en un pa¨ªs los ciudadanos se sienten indefensos acostumbran a mirar al Gobierno y a castigarlo en las urnas. Se dir¨ªa, en cambio, que esto no cuenta para el Partido Nacionalista Vasco, que preside el Gobierno de Euskadi desde hace casi dos d¨¦cadas. Ni el Gobierno del PNV se responsabiliza de la aplicaci¨®n de la ley, ni lo hace del todo el Gobierno de Aznar, que mantiene un pacto pol¨ªtico con el PNV del que queda excluida la pol¨ªtica antiterrorista. Pero la percepci¨®n de los ciudadanos espa?oles es que unos y otros utilizan el terrorismo para tratar de obtener rendimientos electorales en vez de concentrarse en lo ¨²nico importante para la protecci¨®n de las vidas y libertades de los vascos, que es incorporar Euskadi a la democracia.
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