Alerta 2004
A medida de que el proyecto del F¨®rum Universal de las Culturas va venciendo obst¨¢culos y ganando adhesiones, se antoja m¨¢s preocupante un detalle al que no parece d¨¢rsele demasiada importancia: a estas alturas, nadie parece estar en condiciones de explicar con claridad de qu¨¦ se va a hablar en esa magna cita internacional de tampoco se sabe exactamente de qu¨¦ ni de qui¨¦n. Es decir: tenemos el dise?o, los criterios de financiaci¨®n, los planes urban¨ªsticos, los escenarios... S¨®lo falta que alguien d¨¦ cuenta de qu¨¦ es lo que se pretende contarle al mundo desde Barcelona el pr¨®ximo 2004. Se dispone de todo lo que requiere una gran superproducci¨®n: un escenario espectacular, actores y t¨¦cnicos de primera, un extraordinario presupuesto... En cambio, nadie parece saber lo m¨¢s importante: de qu¨¦ va ir la pel¨ªcula. Esa absoluta falta de definici¨®n relativa a los contenidos del F¨®rum 2004 es del todo desasosegante, por cuanto el material que se pretende manipular es altamente sensible y las concomitancias de la noci¨®n de cultura est¨¢n cada vez m¨¢s asociadas a las nuevas estrategias del racismo. No se olvide que cultura se emplea hoy como suced¨¢neo de la caduca idea de raza y para cumplir id¨¦nticas funciones: mostrar las diferencias humanas como irrevocables, c¨¢rceles de las que no es posible ni, en el fondo, leg¨ªtimo escapar. Dicho de otro modo: la idea de que la humanidad est¨¢ dividida en culturas claramente delimitables, cada una con su cosmovisi¨®n singular y con rasgos de identidad diferencial que deben ser protegidos y promocionados, es la base de todas las ideolog¨ªas de exclusi¨®n actualmente en vigor. Tan peligrosa deriva conceptual acaso se explique por el hecho de que los responsables de Barcelona 2004 han abordado un asunto sin contar con quienes m¨¢s podr¨ªan ayudarles. A pesar de que la idea inicial se parec¨ªa sorprendentemente al proyecto El tesoro de la diversidad, que el Instituto Catal¨¢n de Antropolog¨ªa (ICA) presentaba dentro de la malograda candidatura barcelonesa a la capitalidad cultural del 2001, ni el ICA ni ninguno de los departamentos de Antropolog¨ªa de las universidades catalanas han sido consultados con relaci¨®n a un asunto de su competencia profesional. Algo as¨ª como si un supuesto f¨®rum mundial de los mercados, pongamos por caso, llegara a la conclusi¨®n de que los economistas no tienen nada ¨²til que aportar al respecto. Y lo peor es que el despiste absoluto de los organizadores de Barcelona 2004 puede comportar resultados catastr¨®ficos. Es m¨¢s: al paso que vamos, es muy probable que Barcelona acabe brind¨¢ndole al mundo un mensaje situado exactamente en las ant¨ªpodas del que pretend¨ªa escenificar. Los prospectos y el v¨ªdeo que se presentan en el marco de la exposici¨®n Ara ¨¦s dem¨¤, en el Moll de la Fusta de Barcelona, confirman las peores sospechas, en el sentido de que se est¨¢ concibiendo un f¨®rum universal de las razas, como lo demuestra el ¨¦nfasis en una diversidad humana puramente fenot¨ªpica. Por lo dem¨¢s, si se insiste en que las unidades b¨¢sicas de que estar¨¢ compuesta la exposici¨®n ser¨¢n las "diferentes culturas del mundo", el desastre ser¨¢ ya absoluto, puesto que convertir¨¢ Barcelona en escaparate de una exaltaci¨®n de ese racismo diferencialista que hoy causa estragos en medio mundo. Plante¨¢ndolo con claridad: Barcelona ten¨ªa motivos para presentarse precisamente como una negaci¨®n de esa posibilidad -imaginada desde todo tipo de fundamentalismos- de que las culturas, las lenguas y las religiones puedan vivir alguna vez aisladas las unas de las otras. La idea de una humanidad en mosaico, conformada por compartimentos estancos que se tocan sin sobreponerse y dentro de los cuales cada cual vivir¨ªa encerrado en su diferencia, demuestra su ficci¨®n en las calles de una ciudad que existe en calidoscopio, es decir en la que las configuraciones culturales son masas m¨®viles, nebulosas que se pasan el tiempo convulsion¨¢ndose y mutando, interseccion¨¢ndose sin reposo y sin lugar, una sociedad en que cualquier reducci¨®n a la unidad -cultura, etnia, lengua, religi¨®n...- s¨®lo puede ser experimentada en cuanto ilusi¨®n moment¨¢nea que la realidad vivida jam¨¢s confirmar¨¢; expresi¨®n viva de una pluralidad en movimiento, que no es la negaci¨®n sino el requisito mismo de toda idea de ciudadan¨ªa y civilidad. Esa base doctrinal hubiera podido conocer una espl¨¦ndida concreci¨®n en el proyecto del 2004. El resultado hubiera sido no un f¨®rum, sino un ¨¢gora, un espacio todo ¨¦l hecho -en los argumentos y en las formas- de conexiones y desconexiones, acta de todos los bastardeos habidos y por haber, de todas las hibridaciones culturales de que podemos ser testigos a nuestro alrededor, de las polinizaciones civilizatorias m¨¢s incre¨ªbles, de heterogeneidades humanas microsc¨®picas o masivas... Una apoteosis de la interculturalidad como complejidad generalizada. Una colosal feria de los monstruos culturales, aquellos de los que a buen seguro habr¨¢ de depender la prosperidad de las sociedades. A a?os luz de un prop¨®sito as¨ª, lo que se insin¨²a es una especie de Expo en que los Estados ser¨¢n suplantados por algo todav¨ªa peor, puesto que es un efluvio m¨ªstico e inefable lo que le sirve de sentido y alimento : las "culturas". Si ¨¦stas son las mol¨¦culas del f¨®rum, si son ¨¦stas las presuntas realidades que se convocan, ?qui¨¦n y con qu¨¦ derecho se arrogar¨¢ su representaci¨®n? En cuanto a su puesta en escena, ?se podr¨¢ evitar que, una vez por fin halladas, se vean reducidas a su caricatura, a la manera de las parodias folcl¨®ricas que se despliegan en las fiestas de la diversidad? Grav¨ªsimo es que en toda la documentaci¨®n producida acerca de un llamado f¨®rum de las culturas nadie se haya tomado la molestia de explicar qu¨¦ es lo que se entiende por cultura. Est¨¢ bien. Vale que el consenso necesario fuerce a obtener el soporte de instancias pol¨ªticas, medi¨¢ticas, religiosas o econ¨®micas, que hay que hacer un esfuerzo para imaginarlas comprometi¨¦ndose en la causa de la paz y la libertad humana. Pase que entre las instituciones que ven con simpat¨ªa el proyecto est¨¦n la OTAN y el Vaticano. De acuerdo en que se quiera hacer creer que el apoyo de Norman Foster y Steven Spielberg es garant¨ªa de algo. Aceptemos incluso que el asesoramiento de Barcelona 2004 se conf¨ªe no a especialistas en el objeto que se le presume al acontecimiento, sino a urbanistas, publicitarios y banqueros. Pero lo que no puede ser es que ese absoluto desprecio por los contenidos, ese desd¨¦n apenas disimulado por lo que se le quiere decir al mundo -como si en el fondo tanto diera, como si todo fuera una insincera excusa para montar un gran circo-, acabe desembocando en la defensa involuntaria de ideas en nombre de las cuales millones de seres humanos son hoy agredidos, deportados, discriminados y privados de sus derechos en el planeta.
Manuel Delgado Ruiz es profesor de Antropolog¨ªa en la Universidad de Barcelona y miembro de la junta directiva del Instituto Catal¨¢n de Antropolog¨ªa.
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