Pantani juega con las medias verdades
Un ataque del italiano desnud¨® ciertas debilidades de Ullrich, que estuvo a punto de perder los papeles
Pantani es el sur. Es la utop¨ªa. Es el guerrillero, el hombre solitario, a quien todos esperan en su terreno. No puede actuar por sorpresa, no puede servirse de un equipo, no puede vivir acompa?ado. Pero Pantani no es un enemigo superficial; cierto es que su f¨ªsico y su estilo le condicionan, pero ha demostrado astucia suficiente para ser tenido en cuenta. No estamos s¨®lo ante un gran escalador que se mueve por instinto. Ayer supo d¨®nde hacerle da?o a Ullrich hasta obligarle a sentir la soledad en la que vive el l¨ªder, rodeado de hombres que esperan una se?al de debilidad para rematarle. Pantani cumpli¨® su palabra y gan¨® la etapa, su quinta victoria en un Tour. Ya est¨¢ en posici¨®n de podio. La distancia que le separa de Ullrich es enorme todav¨ªa (3.01 minutos). No puede jugar con los n¨²meros, pero s¨ª puede jugar con las sensaciones. Y Ullrich es todav¨ªa un hombre joven, susceptible de perder los nervios en un momento de dificultad, quiz¨¢ no preparado del todo para gobernar la hip¨®tesis de una amaneza en toda regla de Pantani.La segunda etapa monta?osa se redujo a 15 kil¨®metros de ascensi¨®n al Plateau de Beille, una cumbre nueva para la bibliograf¨ªa pirenaica. El pelot¨®n lleg¨® casi al completo a la base de la monta?a, cuando Ullrich sufri¨® un pinchazo que dej¨® al grupo sin jerarquia. La ausencia temporal del l¨ªder no provoc¨® m¨¢s movimiento que un ataque del espa?ol Beltr¨¢n en busca del suizo Meier, por entonces escapado con algo m¨¢s de tres minutos de ventaja. La pasividad general dej¨® a las claras que casi nadie se hab¨ªa planteado una ofensiva al liderato. Ullrich se vio obligado a remontar posiciones hasta enlazar con el grupo. Pantani se mantuvo al margen simulando un comportamiento exquisito hacia el l¨ªder. Pero se trataba de una astucia m¨¢s del Pirata.
Pantani arranc¨® cuando Ullrich hab¨ªa llegado a su espalda. Era consciente de que el alem¨¢n acababa de hacer un gran esfuerzo y necesitaba algo de descanso. El ataque evidenci¨® que Ullrich no es todav¨ªa un hombre fr¨ªo y calculador. Calcula bien cuando las fuerzas, que en su caso son muchas, le acompa?an. Ullrich quiso reaccionar (primer error) para luego hacer gestos ostensibles de que estaba perdido. Ullrich miraba hacia atr¨¢s. Probablemente buscaba a Riis, el ¨²ltimo compa?ero que le quedaba dado que hab¨ªa agotado a todo el equipo en la recuperaci¨®n de posiciones tras el pinchazo. Buscaba ayuda, no sab¨ªa estar solo. Un l¨ªder nunca mira hacia atr¨¢s, salvo para contar las bajas que ha producido. Ese detalle no ha pasado desapercibido para nadie.
Ullrich tuvo la fortuna de encontrar el apoyo del italiano Piepoli para estabilizar un ritmo sostenido. De lo contrario, su derrota habr¨ªa sido sonada. Aun as¨ª, fue perdiendo tiempo progresivamente en los cinco ¨²ltimos kil¨®metros, hasta quedar descolgado de su propio grupo en la recta final. El Tour acababa de encontrar un rival para el l¨ªder y lo ha celebrado con entusiasmo.
Ullrich vivir¨¢ una situaci¨®n inc¨®moda. Es joven y no entiende de matices. Porque Pantani ha decidido, a partir de hoy, jugar con las medias verdades. Dice que no ha venido por el Tour, dice que su cabeza no est¨¢ concentrada en esta carrera tras haber ganado el Giro, dice que su pr¨®ximo objetivo es ganar una etapa en los Alpes. No habla de Ullrich. Todo lo contrario de lo que hac¨ªa Chiapucci con Indur¨¢in. Por eso, Pantani puede ser mucho m¨¢s peligroso. Cuando vuelva a atacar, a Ullrich le entrar¨¢n algunas dudas. ?Buscar¨¢ la etapa o buscar¨¢ el maillot? ?Ser¨¢ una trampa o ser¨¢ una acci¨®n convencional? Lo malo ser¨¢ que vuelva a mirar hacia atr¨¢s. Entonces, puede estar perdido.
Antes, por cierto, se hab¨ªa notificado el abandono del espa?ol Abraham Olano, un hombre que no acaba de consolidar su relaci¨®n con el Tour. Olano no encontr¨® m¨¢s fuerzas para soportar el dolor que le produc¨ªa la cadera, tras la ca¨ªda del martes. Olano conoce m¨¢s desgracias que alegr¨ªas en esta carrera y ese c¨²mulo de desencuentros acaban hipotecando la trayectoria de algunos buenos ciclistas. Se dice que el Tour no les quiere, por lo que terminan siendo ciclistas marcados por su destino. Olano quiso engancharse al fen¨®meno que hab¨ªan protagonizado durante una d¨¦cada Delgado e Indur¨¢in y trabaj¨® por ser el tercero en la l¨ªnea de sucesi¨®n. Pero las malas experiencias se han ido acumulando a?o tras a?o y ahora es un hombre con miedo al Tour. Y eso es definitivo. Olano sufre el mismo mal que Jalabert, que no acierta con el registro. No son casos ¨²nicos. La n¨®mina de rechazados es muy amplia.
Descartado Olano, el ciclismo espa?ol debe prepararse psicol¨®gicamente para vivir una oscura transici¨®n. No hay en el horizonte ning¨²n corredor capaz de tomar el testigo, no hay posibilidades reales de recobrar la ilusi¨®n por el maillot amarillo. Escart¨ªn es un respetable luchador, pero s¨®lo puede aspirar a ser testigo de algunos de los mejores momentos de las etapas monta?osas. Y ser testigo no es ser protagonista. Jim¨¦nez (vaya pajar¨®n el suyo ayer) y Blanco (carrera an¨®nima la suya, en tierra de nadie casi siempre) est¨¢n demasiado verdes y deber¨ªan ser m¨¢s humildes de ahora en adelante.
Fuera de esto no hay gran cosa. Si acaso, m¨¢s apariencia que chicha. Banesto, ONCE y Vitalicio parecen grandes equipos, son denominaciones respetables, pero le quitas el envoltorio y te das cuenta de que el producto no es de primera calidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.