Dnipropetrovsk
Desde Kiev, la capital de Ucrania, hasta Dnipropetrovsk en avi¨®n se tarda menos de una hora. El viaje tambi¨¦n puede hacerse en barco a lo largo del Dni¨¦per, uno de los m¨¢s bellos r¨ªos de Europa, que atraviesa ambas ciudades. Dnipropetrovsk se encuentra al sureste del pa¨ªs. A su paso, al Dni¨¦per le falta aproximadamente una cuarta parte del recorrido antes de que sus aguas desemboquen en el mar Negro. El viaje, dicen, es hermoso y los pocos turistas que llegan a Ucrania lo hacen atra¨ªdos en buena parte por la belleza de la navegaci¨®n aguas arriba desde Odesa, por el tercer r¨ªo m¨¢s grande de Europa, despu¨¦s del Volga y el Danubio.Dnipropetrovsk a nosotros nos dice poco, pese a ser una inmensa ciudad de m¨¢s de dos millones de habitantes, la segunda del pa¨ªs. Pero, para los ciudadanos de la antigua URSS y especialmente para los de Ucrania, significaba uno de los principales s¨ªmbolos de su poder¨ªo. All¨ª se encuentra la f¨¢brica Pivdenmash, la m¨¢s importante productora de misiles nucleares de Ucrania y de toda la URSS. En su esplendor lleg¨® a producir m¨¢s de 10.000 misiles. Ten¨ªa una plantilla de 50.000 trabajadores de alta cualificaci¨®n, adem¨¢s de unos 10.000 ingenieros y cient¨ªficos en el departamento de dise?o. Era, sin duda, la clase obrera mimada del imperio sovi¨¦tico y su simple menci¨®n provocaba la envidia de los dem¨¢s proletarios.
Eran el orgullo del pa¨ªs, el s¨ªmbolo de su capacidad productiva de alta tecnolog¨ªa, quienes manten¨ªan a raya durante la guerra fr¨ªa a las "fuerzas del mal". All¨ª se produc¨ªan, entre otros, los terror¨ªficos SS-18, hoy prohibidos por los acuerdos START, que por algo se llamaban "sat¨¢n"; los SS-20, SS-24 y todas las generaciones de armas destructoras que los precedieron. Cualquiera de ellos pod¨ªa recorrer en un suspiro los m¨¢s de 2.000 kil¨®metros que separan Espa?a de Ucrania. Cuentan que Krushev, ucranio de origen, se refer¨ªa a ella cuando golpe¨® con vehemencia su esca?o con el zapato, en la famosa sesi¨®n de Naciones Unidas de 1959, diciendo que la URSS era capaz de producir "misiles como longanizas".
Entre sus trabajadores m¨¢s sobresalientes se encontraban Breznev -bien que no en el sector de la alta tecnolog¨ªa- y el hoy presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, ingeniero sofisticado que lleg¨® a dirigirla durante un buen pu?ado de a?os hasta ser elegido presidente. El caso de Kuchma no es aislado, gran parte de la ¨¦lite pol¨ªtica del pa¨ªs proviene de esa regi¨®n. En Ucrania, pertenecer a la plantilla de Pivdenmash constitu¨ªa una dedicaci¨®n completa. All¨ª se trabajaba; en sus casas se viv¨ªa; en las colonias de vacaciones se descansaba; en sus escuelas -de primera calidad- se formaban sus hijos, cuya m¨¢xima ambici¨®n era poder incorporarse a la f¨¢brica cuanto antes. Todo ello con los mayores privilegios de los que eran merecedores quienes estaban en primera fila del progreso mundial.
Hoy Pivdenmash no es lo que era. Los grandes edificios y las naves de ensamblaje est¨¢n all¨ª erguidos, pero menos lustrosos que anta?o. La plantilla se ha dividido por dos y, lo que es m¨¢s grave, es una empresa en busca de proyectos en los que emplear sus capacidades.
Hace unos d¨ªas tuve la oportunidad de visitarla. De departir con sus directivos, de hablar con sus trabajadores. Ni los m¨¢s osados de entre ellos ni, por cierto, yo mismo hab¨ªamos jam¨¢s so?ado que desde su sal¨®n de actos un d¨ªa se les iba a dirigir el secretario general de la OTAN. Con palabras llenas de comprensi¨®n, de solidaridad y, por qu¨¦ no, de admiraci¨®n, pude hablarles de las posibilidades de la cooperaci¨®n industrial que juntos pod¨ªamos llevar a cabo para dar nueva vida a su vieja f¨¢brica, con proyectos destinados a la paz y no a la guerra. Ellos, los 52 millones de ucranios, deben ser capaces de disfrutar de los dividendos de la paz. Nosotros, los cientos de millones de europeos, lo suficientemente generosos para contribuir en lo necesario para que as¨ª sea.
Un d¨ªa en Dnipropetrovsk (fundada por CatalinaII y hasta hace muy pocos a?os ciudad cerrada, inaccesible a los extranjeros) implica un reencuentro con la dram¨¢tica historia de un gran pa¨ªs europeo, con la lucha de sus dirigentes pol¨ªticos y sus gentes por modernizarse y entrar en el ciclo de la prosperidad. Dicen los historiadores que la naturaleza ha sido generosa con Ucrania, la historia no. Es uno de los pa¨ªses europeos que m¨¢s han sufrido las invasiones exteriores. V¨ªctima, a la vez, de grandes cat¨¢strofes como la de Chern¨®bil, cuyas consecuencias vivimos todav¨ªa.
Por ello, un d¨ªa en esta gran ciudad significa encontrarse cara a cara con las frustraciones de miles de personas, entre ellas sobresalientes cient¨ªficos, ya no privilegiadas del sistema, sino cerebros en paro, a expensas de Gobiernos sin escr¨²pulos. Significa palpar con las manos uno de los principales desaf¨ªos que afronta Europa: una Ucrania pol¨ªticamente estable, independiente y econ¨®micamente pr¨®spera es crucial para la seguridad del continente euroasi¨¢tico.
Desde Espa?a nos puede resultar dif¨ªcil hacernos cargo del desaf¨ªo y la magnitud del riesgo que entra?ar¨ªa que un pa¨ªs tan importante no lograra salir adelante. Estamos muy cerca, la presteza con que uno de sus misiles nos hubiera alcanzado lo prueba. Pero tambi¨¦n lejos, lo suficiente para que nos pueda parecer que la distancia nos salvaguarda de sus inestabilidades, de las severas implicaciones de una transici¨®n mal llevada o deficientemente concluida.
Ucrania contribuy¨® sustancialmente al poder¨ªo militar sovi¨¦tico, no s¨®lo con un gran complejo militar industrial (el 25% del de la antigua URSS), sino por ser la sede de instalaciones militares cr¨ªticas -la base naval de Sebastopol, en el mar Negro, dotada de submarinos nucleares-, adem¨¢s de cientos de miles de soldados, entre los m¨¢s adiestrados y mejor equipados. En los a?os dorados del sovietismo lleg¨® a tener 1.840 empresas de defensa. El 40% de la poblaci¨®n activa depend¨ªa de este sector, que acaparaba un tercio del PIB.
Los planes de reconversi¨®n han comenzado a tener algunos frutos visibles en Pivdenmash. De las cadenas de montaje salen ahora, no sin dificultad, lanzaderas de cohetes para uso civil, sat¨¦lites, autobuses, trolebuses... El 80% de la producci¨®n de la empresa es ahora no-militar, pero su capital humano y t¨¦cnico sigue infrautilizado. Occidente no puede rehuir de la gran obligaci¨®n moral que tiene en contribuir al desarrollo de Ucrania por varias razones. Una de las principales es la gran aportaci¨®n que hizo y sigue haciendo a la seguridad de Europa con su decisi¨®n ejemplar de desprenderse de las armas nucleares heredadas de la antigua URSS y la posterior firma del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear (TNP). La renun-
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cia nuclear de Ucrania tuvo numerosas consecuencias, todas ellas positivas. En s¨ªntesis, hizo el mundo entero mucho m¨¢s seguro. Una buena lecci¨®n para los Gobiernos que acaban de demostrar nula responsabilidad colectiva con sus recientes pruebas nucleares.
La desnuclearizaci¨®n de Ucrania contribuy¨®, sin duda, tambi¨¦n a la mejora de las relaciones con Rusia. Un acuerdo bilateral de gran trascendencia entre ambos pa¨ªses ha normalizado plenamente sus relaciones. Kiev desarrolla, adem¨¢s, una pol¨ªtica exterior estabilizadora en Europa central y para con los pa¨ªses vecinos, con los que ha firmado tratados que ponen fin a disputas territoriales y a conflictos hist¨®ricos. El papel pacificador y mediador que desempe?a en la regi¨®n del C¨¢ucaso es digno de menci¨®n. Me atrever¨ªa a decir que, en tiempos de inestabilidades, pocos pa¨ªses han aportado tanto a la seguridad europea.
Desde que se puso fin a la incertidumbre nuclear, las instituciones financieras internacionales y los capitales privados comenzaron a llegar a Ucrania, pero a un ritmo mucho menor de lo esperado y sobre todo de lo requerido. Rusia alcanz¨® unas inversiones netas directas del orden de 9.000 millones de d¨®lares en los ¨²ltimos cinco a?os, mientras que las ucranias apenas llegan a los 2.000 millones.
Lo que sucede a la f¨¢brica de Pivdenmash no es un hecho aislado. Puede generalizarse a muchas empresas, a la econom¨ªa ucrania en general, en recesi¨®n desde hace varios a?os. La crisis que atraviesa hoy es esencialmente debida a la falta de capacidad del Estado de asegurar la financiaci¨®n de un presupuesto con un d¨¦ficit real de aproximadamente el 7% y unos ingresos fiscales que apenas alcanzan a cubrir el 70% de los objetivos previstos.
El Estado se encuentra en situaci¨®n pr¨®xima a la suspensi¨®n de pagos. Los salarios no pagados alcanzan alrededor de los 3.000 millones de d¨®lares, mientras que el servicio de la deuda le cuesta al Gobierno m¨¢s de 4.000 millones de d¨®lares. Todo ello con un presupuesto que no llega a los 10.000 millones. La misi¨®n es tit¨¢nica.
Desde la Alianza nos hemos tomado muy en serio la responsabilidad que tenemos para con Ucrania. No en vano firmamos hace ahora un a?o, en la cumbre de Madrid, un acuerdo especial de cooperaci¨®n que nos est¨¢ sirviendo de instrumento extremadamente ¨²til y pr¨¢ctico para asentar y desarrollar una relaci¨®n muy estrecha.
Hemos abierto una representaci¨®n en Kiev (la ¨²nica de esas caracter¨ªsticas que tenemos); estamos ayudando en la reconversi¨®n de las industrias de defensa con proyectos concretos, como en el caso de Pivdenmash, para que se abran a nuevos mercados con nuevas producciones; hemos establecido un grupo de trabajo permanente para asesorar en todos los aspectos de la reforma de la defensa, con el objetivo de que sus m¨¦todos de trabajo y organizaci¨®n sean cada vez m¨¢s similares a los de los pa¨ªses aliados; llevamos a cabo numerosas actividades conjuntas sobre protecci¨®n civil; los soldados ucranios est¨¢n junto a los de los otros pa¨ªses, aliados o no, en Bosnia en misi¨®n de paz; tenemos sesiones de consultas pol¨ªticas regulares...
Sus dirigentes pol¨ªticos, no obstante, deben seguir poni¨¦ndolo todo de su parte. Se perdi¨® mucho tiempo con pol¨ªticas no reformistas o que como mucho eran titubeantes. Las consecuencias se pagan ahora. El Gobierno y el Parlamento deben liderar con firmeza y determinaci¨®n el camino hacia los cambios econ¨®micos, con las decisiones legislativas apropiadas y necesarias.
El viaje a las tierras del Dni¨¦per ha reforzado mi comprensi¨®n y mi compromiso hacia un pa¨ªs que he visitado muchas veces. Compartimos continente con los cient¨ªficos y trabajadores de Pivdenmash y con tantos otros millones de ucranios. El pr¨®ximo siglo estamos obligados a compartir tambi¨¦n progreso y prosperidad. Por su bien y por nuestro propio bien, no les podemos fallar.
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