El a?o de la manoletina
,Las manoletinas est¨¢n de moda: las da todo el mundo.
Es una moda retro, en realidad, porque las sac¨® a relucir Manolete, su recuerdo las mantuvo vigentes durante la d¨¦cada de los cincuenta, y luego el propio p¨²blico se encarg¨® de mandarlas a paseo, por obsoletas y por embusteras.
No se trata de un embuste total, obviamente. En toreo todo tiene riesgo, y el propio Manolete sufri¨® un volteret¨®n con fractura de clav¨ªcula precisamente cuando ejecutaba la manoletina.
Ocurre,. sin embargo, que la manoletina es invento bufo. Sal¨ªan all¨¢ por los a?os treinta y cuarenta los charlores, aquellos simp¨¢ticos c¨®micos de Llapisera y El Empastre, o los del Bombero Torero, o los de Charlot, para remedar el toreo, y en plena faena -que a veces era buen¨ªsima- se sacaban de la manga, quiere decirse por la espalda, ese chusco pase recreado luego por los mexicanos e incorporado por Manolete a su corto repertorio, y al verlo, el p¨²blico se part¨ªa de risa.
Torero / Joselito, Barrera, Tom¨¢s
Dos toros de El Torero (resto rechazados en el reconocimiento), 2? terciado, flojo, pastue?o; 6? anovillado e inv¨¢lido, devuelto. Del Marqu¨¦s de Domecq: 1? anovillado y bravo; 5? terciado, manso, con casta. De Daniel Ruiz: 3? anovillado, gordito, inv¨¢lido, aborregado; 4? terciado, inv¨¢lido, boyante. Sobrero de Jim¨¦nez Pasquau, sin trap¨ªo, mocho, manso. Los dos de Daniel Ruiz y el segundo de Domecq, sospechosos de afeitado, se lidiaron bajo la responsabilidad de los respectivos ganaderos.Joselito: pinchazo, estocada corta y ruedas de peones (algunos pitos); aviso antes de matar, media ladeada y rueda de peones (dos orejas); sali¨® por la puerta grande. Vicente Barrera: estocada y rueda insistente de peones (oreja); aviso antes de matar y estocada trasera tendida perdiendo la muleta (petici¨®n y dos vueltas con protestas). Jos¨¦ Tom¨¢s: aviso antes de matar, pinchazo, da unas manoletinas y pinchazo hondo (oreja con escasa petici¨®n); espadazo lateral atravesad¨ªsimo, estocada corta atravesada y rueda de peones (silencio). Plaza de Valencia, 24 de julio. 6? corrida de feria. Algo m¨¢s de media entrada.
El pasado a?o fue conmemorativo de la muerte de Manolete, y el presente se convierte la manoletina en el gran hallazgo de la tauromaquia moderna. No est¨¢ mal la relaci¨®n de causa a efecto. Si bien el verdadero m¨¦rito de su recuperaci¨®n es de Jos¨¦ Tom¨¢s, que tiene impresionad¨ªsimos a los p¨²blicos con este pase.
Jos¨¦ Tom¨¢s no s¨®lo ha recuperado la manoletina sino tambi¨¦n, y principalmente, el toreo al natural, que a¨²na los principales valores del arte de torear. Jos¨¦ Tom¨¢s es de los que se echan la mano a la izquierda y ejecutando honda la suerte, ponen a los p¨²blicos en pie. No siempre, y es l¨®gico; no se le puede exigir a nadie que sea genial todos los d¨ªas de su vida.
En esta corrida valenciana los naturales le sal¨ªan a Jos¨¦ Tom¨¢s destemplados, poco reunidos y escasamente ligados. Mejor le fue en los derechazos aunque tampoco le resultaron como para tirar cohetes. En realidad la faena de Jos¨¦ Tom¨¢s a su primer toro -que era gato, y tullido- transcurri¨® muy vulgar y repetitiva, y acab¨® poni¨¦ndose pesad¨ªsimo, hasta el punto de que en pleno trasteo le mandaron un aviso.
No fue el ¨²nico aviso. Sus compa?eros de terna tambi¨¦n oyeron avisos mientras estaban en el asunto ese de los derechazos. Es lo habitual en el toreo moderno. Incapaces de torear con calidad ofrecen cantidad. He aqu¨ª una astuta forma de trabajarse las orejas, que acaban cayendo, seguramente por agotamiento.
Con estos modos Joselito obtuvo las dos del cuarto. Despu¨¦s de unos pases sentado en el estribo, ni por la derecha ni menos a¨²n por la izquierda lig¨® suerte alguna porque al rematarlas rectificaba precipitadamente los terrenos. En cambio actu¨® sosegado, sin precipitaciones, en contraste con su faena al toro anterior, que le trajo de cabeza. Ese toro, del Marqu¨¦s de Domecq, sac¨® casta brava y sus codiciosas embestidas desbordaron., desarmaron y casi hicieron perder los papeles a Joselito.
Menos noble y bravo aunque igualmente encastado result¨® el quinto -otro Domecq-, y Vicente Barrera tuvo el pundonor de plantarle cara, no dar por perdida la pelea pese a que nunca consigui¨® ni dominarlo ni templarlo. Al segundo, por el contrario, le ci?¨® suaves redondos de exquisita ligaz¨®n, estupendamente rematados con molinetes, trincheras y pases de pecho. Claro que la casta de este toro, hierro El Torero, era m¨¢s bien borrega.
El toreo moderno no acepta ni los toros de casta ni los dificultosos. Sale un toro dificultoso renuente a los dos pases habituales y los toreros ya no saben qu¨¦ hacer. Jos¨¦ Tom¨¢s estuvo intentando largo rato sacarle naturales al sobrero y pues le enganchaba siempre la muleta, resolvi¨® concluir la tarea.
Si llega a dar manoletinas, seguro que corta otra oreja. Las manoletinas emocionan a los p¨²blicos que, al parecer, desconoc¨ªan su existencia. Los tres espadas recurrieron a ellas: Vicente Barrera con cierta coherencia, pues su toreo posee reminiscencias manoletistas. Joselito ya hab¨ªa escuchado un aviso cuando se puso a d¨¢rselas al cuarto, en su versi¨®n bernadina. Tom¨¢s las meti¨® de matute despu¨¦s de haber o¨ªdo tambi¨¦n un aviso y cobrado un pinchazo. Por si colaba. Y col¨®: le dieron una oreja.
Babelia
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