Obuchi se estrena como un l¨ªder "vigilado" por la oposici¨®n interna, EEUU y los mercados
El nuevo presidente del hegem¨®nico Partido Dem¨®crata Liberal (PLD, conservador) japon¨¦s, Keizo Obuchi, se apresur¨® ayer a designar a los nuevos hombres fuertes del aparato antes de que pasaran 24 horas desde su elecci¨®n. Demostr¨® prisa, y a¨²n deber¨¢ demostrar m¨¢s si quiere convertir su precariedad en estabilidad. Washington le tiene a prueba. La oposici¨®n augura un adelanto electoral. Y la amenaza de rebajar la calificaci¨®n de solvencia a la deuda p¨²blica japonesa pende sobre ¨¦l como espada de Damocles.
ENVIADO ESPECIAL
Los peri¨®dicos calificaron ayer de "precario" y "sometido a vigilancia" el liderazgo de Obuchi. ?ste reaccion¨® r¨¢pidamente. Nombr¨® a los nuevos bur¨®cratas del partido: el secretario general y el presidente de la ejecutiva. Deber¨¢ redoblar esa prisa, porque le crecen no enanos, sino gigantes. Uno es el l¨ªder de la oposici¨®n, Naoto Kan (Partido Dem¨®crata, de centro-izquierda), favorito de las encuestas. "El momento de disolver la Dieta llegar¨¢ en un futuro no muy lejano", afirm¨®, anunciando que forzar¨¢ el adelanto de las elecciones a la C¨¢mara baja, previstas para el a?o 2000.La amenaza no es inmediata. El vencedor moral de las elecciones a la C¨¢mara alta del 12 de julio -que acabaron con el Gobierno de Hashimoto- necesita reagrupar al resto de opositores y quiz¨¢ dar un respiro al nuevo l¨ªder hasta que adopte el paquete econ¨®mico urgente, acreditando as¨ª ser una oposici¨®n responsable en esta coyuntura de recesi¨®n econ¨®mica. Dispone de un arma: la carencia de mayor¨ªa del PLD en el Senado. ?ste no puede suspender las leyes de la Dieta, pero s¨ª devolverlas y retrasarlas, mecanismo letal para el inminente Gobierno, que necesita adoptar decisiones a toda velocidad.
El influyente diario Asahi Shimbun reclam¨® tambi¨¦n el adelanto electoral, despu¨¦s de aprobarse las leyes econ¨®micas imprescindibles. El peri¨®dico argumenta que Keizo Obuchi no llegar¨¢ a jefe del Gobierno el jueves gracias a unas elecciones generales, sino tras unas primarias internas plagadas de maniobras al viejo estilo. Ha prometido cargos en el Gobierno a quienes le apoyasen y ha agitado ante los d¨¦biles de su partido el fantasma de la disoluci¨®n parlamentaria con la consiguiente p¨¦rdida de sus esca?os. Adem¨¢s, la actual mayor¨ªa del PLD en la Dieta (de 14 votos) no es originaria, porque en 1995 no la logr¨®; la obtuvo luego, gracias a los tr¨¢nsfugas de otros partidos. Por eso, Obuchi deber¨ªa legitimarse en las urnas.
Despu¨¦s de Kan, est¨¢ Washington. La displicente reacci¨®n del vicepresidente Al Gore a la elecci¨®n ("la esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde; el tiempo dir¨¢ si Obuchi es ese hombre" ) se ha le¨ªdo como advertencia. Y, a¨²n m¨¢s decisiva, acecha la presi¨®n econ¨®mica. Los empresarios le han acogido con exigencias de reforma; pende sobre ¨¦l, a corto plazo, la amenaza de Moody"s de rebajar la calificaci¨®n de solvencia m¨¢xima a la deuda p¨²blica japonesa, y los mercados reclaman un ministro de Finanzas cre¨ªble. La Bolsa cerr¨® el viernes, cuando acababa la elecci¨®n, sin pronunciarse. El mercado monetario oscil¨® poco, en parte resignado porque ya hab¨ªa descontado el disgusto, en parte expectante ante lo que dar¨¢ de s¨ª un urdidor de consensos en lugar del preferible "l¨ªder potente y experto en econom¨ªa".
El problema est¨¢ justo ah¨ª. ?Podr¨¢ un experto en consensos liberalizar, desregular e introducir competencia en la econom¨ªa? Para ello se requiere desafiar a los intereses creados de los sectores ultraprotegidos (desde la improductiva agricultura a las constructoras, sobre todo de obras p¨²blicas) en que precisamente basa el PLD su red clientelar de poder. Y Obuchi sustenta su poder ¨²nicamente en el poder del partido y en templar gaitas.
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