Hace 108 a?os
Apunt¨® a su coraz¨®n, pero lo desesperado y extremo del acto hizo que la bala le penetrara desviada por un costado. Una hemorragia intensa comenz¨® a vaciar su vida y, aun as¨ª, lleg¨® caminando hasta el Caf¨¦ de la Mairie, en donde se hospedaba.Sentado al borde de su cama, sin dejar de fumar en pipa, mirando fijamente a la pared, se sinti¨® reconfortado cuando su hermano Theo, precipitadamente llegado desde Par¨ªs, le hizo compa?¨ªa.
Los cuervos negros quedaron suspendidos en los azules a?il turbulento de unos cielos sombr¨ªos sobre el oro de los trigales curv¨¢ndose en remolinos que tan apasionadamente y tantas veces hab¨ªa pintado.
Abrasado al sol de los anchos campos, agotado de caminos, luchando contra el silencio del mundo. Vencido, finalmente.
"La tristeza durar¨¢ siempre", fueron las palabras de su agon¨ªa.
El cura de Overs-sur-Oise no acept¨® -por norma antigua-, que un suicida fuera recibido en el consuelo de la Iglesia de Cristo.
En el desgarro de aquella muerte, alguien cubri¨® de girasoles el suelo del peque?o sal¨®n en el que se le expuso de cuerpo presente; la misma ternura colg¨® de las paredes unas pinturas suyas. La ¨²ltima oscuridad del artista m¨¢s ignorado se ilumin¨® con formas y colores suyos que la historia iba a hacer universales.
Siete personas acompa?aron el f¨¦retro, camino del cementerio.
El doctor Gadchet no pudo terminar la breve eleg¨ªa que hab¨ªa imaginado para el adi¨®s al amigo pintor y paciente suyo: una emoci¨®n que cedi¨® a un sollozo incontenible ahog¨® sus palabras.
Sobre una losa de piedra ha quedado grabado lo imprescindible: "Ici r¨¦pose Vincent Van Gogh, 1853-1890".- Guip¨²zcoa.
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