Puerto Rico y EE UU

Hace ahora un siglo, un conflicto r¨¢pido marcaba una fecha importante en la historia: la joven potencia americana barr¨ªa los restos del viejo imperio espa?ol. Desde sus comienzos, acompa?ados de grandes fanfarrias, como proyecto de potencia planetaria, Estados Unidos ha heredado dos curiosas excepciones en su trastienda: la espina cubana y el quebradero de cabeza puertorrique?o. La atracci¨®n- repulsi¨®n de estas dos islas con respecto a su gran vecino las ha dirigido en direcciones opuestas. A Cuba, hacia la confrontaci¨®n abierta, y a Puerto Rico, hacia algo parecido a la integraci¨®n. (...) No estando ni en Estados Unidos ni fuera, los puertorrique?os se encuentran en una situaci¨®n tan inc¨®moda que se comprende les empuje a preguntarse sobre su identidad. En un siglo, la mezcla de culturas hispana y anglosajona, la emigraci¨®n y el biling¨¹ismo han obtenido como producto un objeto nacional no identificado. (...) La integraci¨®n pura y simple en la federaci¨®n norteamericana presenta evidentes riesgos de p¨¦rdida de valores culturales, lo que no impide que esa posibilidad tiente a numerosos puertorrique?os. (...) ?No es representativo de la fuerza que tienen los problemas ¨¦tnicos y culturales en este fin de siglo el que una peque?a isla pac¨ªfica ponga a la defensiva a la superpotencia y la deje crispada ante una definici¨®n de ella misma que desmiente su propia diversidad?

28 de julio.