?Es impotencia o inapetencia?
Lleva en candelero bastantes meses la pastilla denominada Viagra como la panacea de nost¨¢lgicos carcamales, con respeto, de los cuales formo parte. Como si el Viagra fuese el remediador de males de amores, de primitivos instintos... y aventuras de alcoba de que tanto siempre hemos presumido los latinos. El sexo, como ley de vida, como procreador universal de esta enorme nave llamada Tierra de la que todos somos pasajeros es normal y natural. Tambi¨¦n es normal y natural que el ser humano tenga fantas¨ªas sobre sexo, aberraciones o distintas variantes o formas de entenderlo. Yo he conocido bastantes medicamentos milagrosos para la impotencia que han salido al mercado durante a?os y, a la larga, todos han terminado en el caj¨®n del olvido (como los preparados para la calvicie o alopecia). Este nuevo medicamento-milagro parece ser que, bajo estricto control m¨¦dico, a personas impotentes les sirve para el fin con que ha sido dise?ado, para que el var¨®n tenga su erecci¨®n y pueda ejercer sus funciones sexuales con normalidad. Otra cosa bien distinta es querer, a ciertas edades seniles y achacosas, cuando el organismo falla, por edad y deterioro propio de la salud, empe?arse en ejercer funciones humanas y apetecibles a costa de jugarse la vida. Tenemos a multitud de personas que han tomado Viagra sin control y han pagado con su vida su atrevimiento. ?ltimamente en Espa?a un hombre de 70 a?os ha perecido por querer alcanzar el pastel. Otras veces, la misma naturaleza en s¨ª, sabia naturaleza, obra el milagro de sosegar los apetitos er¨®ticos y aparece la inapetencia como forma natural del paso de los a?os. Pero... algunas personas, con este nuevo medicamento-milagro pueden llegar nuevamente a sue?os y fantas¨ªas del coraz¨®n, amorosas, y terminan rompi¨¦ndose el coraz¨®n con un infarto. El Viagra cumple su misi¨®n obrando milagros en personas j¨®venes, pero tambi¨¦n obra el milagro en personas de avanzada edad. La diferencia est¨¢ en que la maquinaria de estas ¨²ltimas no puede aguantar, apareciendo los ataques card¨ªacos. La caducidad de la vida no perdona pero... ?todo sea por el amor!- ?ngel D¨ªaz Esteban. .
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