Espadones birmanos
DIEZ A?OS no les bastan a los generales que llegaron sangrientamente al poder en Birmania en 1988, herederos a su vez de los que comenzaron a mandar en 1962 sobre este pa¨ªs emparedado entre China e India. El grano de los militares actuales es una mujer fr¨¢gil de temple de acero, Aung San Suu Kyi. La hija del h¨¦roe independentista ha pasado seis a?os en arresto domiciliario, hasta 1995. Su partido, la Liga Nacional para la Democracia, gan¨® abrumadoramente las elecciones de 1990, las ¨²nicas reales celebradas tras la emancipaci¨®n de los brit¨¢nicos, hace medio siglo. En su nuevo pulso a la dictadura, Suu Kyi ha estado seis d¨ªas confinada en el coche en que quer¨ªa salir de Rang¨²n para reunirse con sus partidarios de provincias. La polic¨ªa, que le bloqueaba el paso, finalmente la devolvi¨® por la fuerza a su casa.No es la primera vez que la junta birmana impide a la jefa de la oposici¨®n y premio Nobel de la Paz salir de la capital de Mianmar, como fue rebautizado el pa¨ªs. La diferencia ahora es que Suu Kyi, que goza de enorme predicamento popular, ha dado a los militares hasta el 21 de agosto para que convoquen el Parlamento nacido de los comicios de 1990, cuyos resultados no reconoci¨® la dictadura castrense. Los generales nunca han reunido al legislativo, so pretexto de que est¨¢n elaborando una nueva Constituci¨®n para reemplazar a la de 1974, que ellos mismos suspendieron.
Birmania, aislada del mundo entre 1962 y 1988 en un radical experimento socialista de autosuficiencia, corre el riesgo de volver a lo mismo. Admitida el a?o pasado en la ASEAN, los generales resisten las presiones de los Gobiernos vecinos para que detengan la represi¨®n y entreguen el poder. La crisis asi¨¢tica y las sanciones de Estados Unidos est¨¢n desfondando la precaria econom¨ªa de este pa¨ªs de 46 millones. La inflaci¨®n y el desempleo se disparan. Universidades e institutos est¨¢n cerrados por miedo a los disturbios. Represi¨®n y deterioro econ¨®mico pueden acabar en una explosi¨®n social, como acaba de advertir Washington, que ha pedido la intervenci¨®n del secretario de la ONU.
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