Del poblado y de las lagunas de La Hoya
Los alrededores de Laguardia acogen una de las mejores muestras de asentamiento prerrom¨¢nico junto a un biotopo protegido
Son los misterios de la arqueolog¨ªa: all¨ª donde el profano s¨®lo ve alineaciones de piedras con una ordenaci¨®n circular, paralela o perpendicular, el experto -cual avispado detective- reconoce viejas ciudades, poblaciones enteras, calles, casas con sus estancias perfectamente delimitadas, y, a partir de ah¨ª, descubre un microcosmos de hace 35 siglos. ?ste es el caso del poblado probablemente mejor estudiado de Euskal Herria, el de La Hoya, en el municipio de Laguardia, localidad de reconocida fama por su casco hist¨®rico y sus vinos, pero con unos alrededores que son una aut¨¦ntica caja de sorpresas donde se puede encontrar desde la ¨²nica ganader¨ªa de reses bravas de ?lava hasta algunos de los d¨®lmenes m¨¢s significativos de su tiempo, sin olvidar la riqueza natural de su laguna del Prao de la Paul, centro del biotopo protegido de Laguardia. El poblado de La Hoya est¨¢ hoy perfectamente delimitado y, a vista de p¨¢jaro, se puede apreciar el dise?o de sus calles y las parcelas sobre las que estaban construidas las casas, pero cuando en 1935 fue descubierto por Alejandro Sampedro Mart¨ªnez, La Hoya (lugar que por entonces se llamaba El Torre¨®n o Santa Engracia) era una parcela de cultivo sobre la que, como en muchos otros yacimientos arqueol¨®gicos, se encontraban diseminados abundantes fragmentos de cer¨¢mica. Ese mismo a?o se inician las excavaciones, que continuar¨ªan en sucesivas etapas en 1950 y 1973, ¨¦sta ¨²ltima con la que se consolid¨® la trascendencia del yacimiento: las tareas emprendidas hace 25 a?os han continuado hasta la actualidad. Lo que en un principio eran unas piedras ordenadas, restos de cer¨¢mica y alg¨²n que otro amuleto de bronce ha resultado ser una de las principales fuentes de informaci¨®n sobre las edades del Bronce y del Hierro en la ribera del Ebro. Los primeros pobladores llegaron a este cruce de caminos entre la Rioja, la Monta?a alavesa y las tierras occidentales de Navarra hace unos 3.300 a?os cuando era una zona ya habitada por comunidades de la cultura megal¨ªtica del vaso campaniforme. La emigraci¨®n de entonces no era de Sur a Norte: los forasteros, gentes del tipo indoeuropeo, llegaron desde Centroeuropa por los pasos del Pirineo y terminaron siendo parte integrante de la tribu de los Berones, los que poblaron la Rioja hasta la sierra de Cantabria. Estos pobladores de La Hoya, siglos m¨¢s tarde, tras mezclarse con sus vecinos iberos, dar¨¢n origen a una de las mejores muestras de la cultura celt¨ªbera, como tambi¨¦n refleja el yacimiento arqueol¨®gico. Nada m¨¢s llegar, y tras decidir asentarse en lo que hoy es excelente tierra de vides y entonces una llanura boscosa poblada por ciervos, osos y jabal¨ªes, los emigrantes indoeuropeos levantaron la correspondiente muralla que les protegiera de los ataques enemigos. En un principio era una robusta empalizada de madera (se han conservado los agujeros excavados en las rocas que as¨ª lo demuestran) que m¨¢s tarde se complet¨® con diferentes paramentos. Las viviendas las fueron adosando a esta muralla, con lo que quedaban as¨ª grandes espacios centrales donde se reun¨ªan y manten¨ªan sus relaciones los habitantes del poblado. Como se ve, el modelo urbano actual no es ning¨²n invento del hombre moderno. Ya en la fase celtib¨¦rica las calles se fueron urbanizando en forma de manzanas, con una disposici¨®n reticular. Las excavaciones han descubierto un trazado de arterias empedradas, perpendiculares entre s¨ª, con bocacalles no enfrentadas. No es la big apple neoyorquina, pero el tr¨¢fico y el ambiente de la calzada, seg¨²n los arque¨®logos, deb¨ªa ser similar en proporci¨®n al tr¨¢fago de las grandes urbes. Los abundantes restos carbonizados de maderos y tablones, las huellas de acu?amientos de postecillos en las aceras indican que algunas de las techumbres volaban sobre la v¨ªa. No se sabe si la funci¨®n cre¨® el instrumento o a la inversa, pero parece ser que esos porticados favorec¨ªan la vida en la calle, a la entrada de las viviendas, como tambi¨¦n han demostrado los numerosos hallazgos de cer¨¢mica en los bordillos de las aceras. Estos habitantes de La Hoya, que, al parecer, llevaban una vida urbana ajena a los riesgos del campo abierto y los bosques (salvo en lo que se refiere al cuidado de sus cosechas de cereal, base de su alimentaci¨®n) tambi¨¦n descubrieron las riquezas de la carne y del pescado. As¨ª, no es de extra?ar que se acercaran un poco m¨¢s all¨¢ del poblado, bajo la colina donde hoy se encuentra Laguardia, hasta las lagunas que hoy se llaman El Prao de la Paul, Carralogro?o, Carravalseca, la desecada Musco (y otras que habr¨ªa en la zona, pero que la presi¨®n de la agricultura ha desecado) para disfrutar de un buen ba?o en los meses estivales o para sorprender al alba a los venados y corzos cuando se acercaban a beber de sus aguas. Estas lagunas son ahora biotopo protegido, a salvo de cazadores y pescadores, y lugar de visita de ornit¨®logos y aficionados a la naturaleza que acuden para disfrutar de aves como el ¨¢nade azul¨®n, la focha com¨²n o el somormujo lavanco, adem¨¢s de un paraje peculiar y extraordinario en una de las comarcas m¨¢s secas del Pa¨ªs Vasco. Las de Carralogro?o y Carravalseca son lagunas temporales, de origen y funcionamiento natural. No as¨ª, la tercera, la del Prao de la Paul, un peque?o embalse creado sobre una antigua encharcada y que presenta los principales atractivos de este complejo acu¨¢tico que se altera en funci¨®n de las estaciones: de ah¨ª que su mayor inter¨¦s comience en breve, dentro de un mes, cuando las aves inician sus migraciones con la llegada de las lluvias del oto?o. Los primeros habitantes de La Hoya acudir¨ªan para disfrutar del vuelo de las aves y los p¨¢jaros a ¨¦stas y otras charcas que tienen su origen en la configuraci¨®n endorreica, que salva de drenaje exterior el agua que contienen y que procede de la lluvia, de ah¨ª sus altibajos en el caudal en funci¨®n de las precipitaciones. Entonces era inimaginable que se acercaran hasta un parque ornitol¨®gico como el que se encuentra un poco m¨¢s all¨¢ de las lagunas. De nombre Los Molinos, situado a los pies de la sierra de Francia y que recrea en sus instalaciones el h¨¢bitat natural de aves que provienen de todo el mundo, la existencia de este parque muestra mejor que nada el paso del tiempo desde que aquellos indoeuropeos de Centroeuropa emigraran a la Rioja alavesa.Datos pr¨¢cticos
C¨®mo llegar: El yacimiento arqueol¨®gico de La Hoya se encuentra muy pr¨®ximo a la villa de Laguardia, entre ¨¦sta y la sierra de Cantabria. Desde Vitoria se puede llegar directamente a Laguardia por la A-124 o por la N-I hasta Armi?¨®n y de ah¨ª por la A-124. Poco antes de llegar a Laguardia se toma el desv¨ªo a Elvillar por la A-3228 y a pocos metros el camino que lleva al yacimiento. Desde Bilbao se puede llegar a Armi?on por la A-68. Alojamiento: Laguardia cuenta con interesantes lugares para alojarse, surgidos alrededor de la fama de su casco hist¨®rico y de sus vinos: la antigua bodega de Don Cosme Palacio (tel. 941 121195), el Castillo El Collado (941 121200), la Posada Mayor de Migueloa (941 121175), el Marixa (941 600165) o el Pachico Mart¨ªnez (941 600009). Adem¨¢s se puede acudir a los dos agroturismos de la localidad: Erletxe (941 121015) y Larretxori (941 600763). Comer: Adem¨¢s de los establecimientos hoteleros citados, que cuentan con excelentes restaurantes, Laguardia ofrece otros como el asador Biasteri (941 625002), el Bodeg¨®n Laguardia (941 600793), Las Postas (941 600285) o Los Rojillos (941 600123).
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