Donde la costa se hizo brava

Los acantilados que se divisan desde la ermita de Sant Elm, en el t¨¦rmino municipal de Sant Feliu de Gu¨ªxols, inspiraron al periodista Ferran Agull¨® la denominaci¨®n Costa Brava en su intento de bautizar la franja costera que se extiende desde Portbou a Blanes. Resulta recomendable el camino de ronda que serpentea sobre las abruptas formaciones rocosas, entre las que se enclavan rec¨®nditas calas en las que uno puede darse un chapuz¨®n lejos del tumulto tur¨ªstico. Algunas de ellas tienen tal encanto que los aut¨®ctonos se muestran reacios a indicar el camino a los visitantes para no verlas invadidas. La oficina de turismo del municipio organiza itinerarios hasta la playa de Sant Pol los viernes, s¨¢bados y domingos por la ma?ana. Otra de sus ofertas promete una aventura m¨ªstica para descubrir los secretos del monasterio: un viaje que cruza el misterio de la emblem¨¢tica Porta Ferrada y se interna en la vida cotidiana de los monjes. Los itinerarios nocturnos pueden ayudar a los esc¨¦pticos a descubrir una nueva perspectiva de la ciudad. Con el t¨ªtulo Nits m¨¤giques, se rememoran, entre otros avatares legendarios, las travesuras de una maliciosa bruja y las desventuras del santo Feliu. Al final, un cremat en la playa ahuyenta los malos esp¨ªritus. Los amantes de la bicicleta pueden optar por una bici-ruta por el antiguo trazado del tren petit de Sant Feliu, que tiene su salida en la bah¨ªa de Sant Pol y se adentra en el Vall d"Aro. Los ciclistas tienen la oportunidad de recorrer un trayecto salpicado de peque?as estaciones y apeaderos y bell¨ªsimos parajes, como la ermita del Remei y la Font Picant.