El arte en el campo
Fuera del n¨²cleo hist¨®rico el barrio bajo ofrece bares y servicios
Este peque?o pueblo de La Plana Alta cambi¨® radicalmente su vida cuando en 1972 un grupo de artistas y cr¨ªticos innovadores, apoyados por algunas instituciones de la ¨¦poca, decidieron aprovechar su encanto paisaj¨ªstico y arquitect¨®nico para transformarlo en sede de un museo de arte contempor¨¢neo y n¨²cleo rural dispuesto a ofrecer casa a las gentes de la cultura. La iniciativa no era pionera en nuestro pa¨ªs. Exist¨ªan precedentes de que el viajero cultural aceptaba con excelente talante adentrarse en el mundo rural por unas horas dispuesto a contemplar el arte de vanguardia. Piedras, campos y abstracci¨®n pict¨®rica provocan una fusi¨®n satisfactoria. Ir a Vilafam¨¦s desde la ciudad de Castell¨®n supone realizar un peque?o paseo sin esfuerzo. Por la carretera de San Mateo, la comarcal 238, se llega en breves minutos a la Pobla Tornesa. Posteriormente un desv¨ªo a la izquierda conduce al pueblo elegido. La llegada de los artistas y sus seguidores fu¨¦ prodigiosa para esta poblaci¨®n, que cada vez ten¨ªa m¨¢s abandonado el barrio alto, el que rodea al castillo y a la iglesia, mientras la vida cotidiana y comercial se trasladaba a la parte baja y llana. En los ¨²ltimos a?os los viejos caserones de las calles de la monta?a han vuelto a abrir sus puertas y ventanas ocupadas por nuevos vecinos llegados gracias al reclamo del museo. El paseo urbano comienza en la plaza de la Font, espacio donde se sueltan los toros de las fiestas de agosto. En la subida al pueblo medieval una roca inmensa sostiene el templo parroquial y advierte de las dificultades que puede ofrecer el itinerario. La explanada del templo permite una primera vista general. En su interior conviene mirar con detalle un z¨®calo cer¨¢mico del siglo XVIII realizado en Alcora, el ¨®rgano barroco y las pinturas al fresco de Oliet. El edificio del Ayuntamiento mantiene sus l¨ªneas renacentistas y corresponde a la misma manera de construir que se descubre en el palacio del Batlle, sede permanente del Museo Popular de Arte Contempor¨¢neo. Era la residencia del administrador real y posteriormente fue ocupado por los caballeros de la orden de Montesa. Se construy¨® entre los siglos XIV y XV. Su sobria fachada marca la influencia aragonesa de construir una galer¨ªa superior con arcos. Con la apertura de las salas del museo su interior ha sido rehabilitado y remozado. En su recorrido es posible contemplar cerca de 400 obras de arte contempor¨¢neo, que por su car¨¢cter de museo abierto, pueden venderse o sustituirse si el artista lo requiere. De ese modo la pinacoteca est¨¢ en renovaci¨®n permanente. Como nombres emblem¨¢ticos de este empe?o art¨ªstico, transformado en realidad por el cr¨ªtico y escritor Vicente Aguilera Cerni, hay que referirse a Mir¨®, Chillida, Canogar, Renau, Gonzalez, Genov¨¦s y Equipo Cr¨®nica, entre otros. Desde el museo se asciende al castillo por la calle de la Iglesia para observar restos de la muralla y torres. En la plaza de la Sangre el antiguo ayuntamiento permanece transformado en interesante casa solariega. La fortaleza es de origen romano, los ¨¢rabes la reconstruyeron y en las guerras carlistas los isabelinos la reafirmaron.
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