Estamos con ellos
?C¨®mo definir un honor al que no puedes decir que no? Eso ha sido para m¨ª el nombramiento como embajadora de buena voluntad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo denominado "D¨¦cada para la Erradicaci¨®n de la Pobreza". Es un gran honor; es tambi¨¦n un imperativo disfrazado de honor.Afirma algo muy importante: que, de un modo u otro, cada individuo puede contribuir a la lucha contra la pobreza en este parad¨®jico mundo, en el que la abundancia y la escasez conviven codo con codo. Los gobiernos y sus pol¨ªticas son los que tienen m¨¢s responsabilidad a la hora de resquebrajar esta paradoja. Y las organizaciones internacionales de ayuda, los acuerdos comerciales, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Uni¨®n Europea y dem¨¢s fuerzas econ¨®micas tienen tanta o m¨¢s responsabilidad, porque si nuestra vanagloriada mundializaci¨®n tiene un significado m¨¢s all¨¢ de los milagros t¨¦cnicos, es el de la mundializaci¨®n de la pobreza.
"Los pobres est¨¢n siempre con nosotros". S¨ª, los pobres han estado siempre con nosotros, pero ahora nosotros estamos con ellos. En la televisi¨®n y en Internet nos topamos cara a cara con las v¨ªctimas de conflictos ¨¦tnicos generalizados y de la avaricia manipuladora multinacional: desde la hambruna de Sud¨¢n hasta el cuarto de mill¨®n de refugiados de Guinea Bissau, pasando por los necesitados v¨ªctimas de las luchas civiles en Europa del Este, as¨ª como en las aldeas rurales, en los campamentos de okupas y en las calles de nuestras propias ciudades, donde duermen los sin hogar.
Es en esta escala -la pobreza mundial, los 1.300 millones de pobres en todo el mundo- en la que el Programa de la ONU para el Desarrollo tiene la audacia de instituir un proyecto, con un plazo de duraci¨®n determinado, para erradicar la pobreza en un mundo de abundancia. "Erradicar" es una palabra muy fuerte, una ambici¨®n muy osada. ?Ambici¨®n? Creo que nada consigue despegar sin el impulso del idealismo.
La pobreza es un pulpo cuyos tent¨¢culos surgen desde la roca de la indiferencia para comprometernos a todos. S¨®lo si respondemos a ese envite podremos rebatir ese viejo adagio de que "los pobres est¨¢n siempre con nosotros". La pobreza no est¨¢ "en la naturaleza de las cosas". La pobreza no es inevitable en el mundo actual. Hay recursos -alimentos, viviendas, trabajo, aptitudes, formaci¨®n- y medios para que ¨¦stos est¨¦n al alcance de todos.
De lo primero que me he dado cuenta es de que hay que revisar nuestras ideas preconcebidas. Cuando se piensa en la necesidad, lo primero que le viene a la mente a la gente, y justificadamente, es en est¨®magos vac¨ªos, pero hay muchos tipos de pobreza, y est¨¢n relacionados los unos con los otros. No se pueden tener en cuenta por separado: la falta de hogar y el empleo, el empleo y la educaci¨®n y la formaci¨®n, la salud y la alimentaci¨®n y la vivienda.
En general no se reconoce la falta de acceso a la cultura como una forma de pobreza. Considero que el analfabetismo es un crimen contra la humanidad, pues somos las ¨²nicas criaturas que poseen la Palabra, y, por tanto, el derecho a leer y a escribir y a crear y disfrutar con los textos de la imaginaci¨®n est¨¢ impl¨ªcito en nuestra condici¨®n humana.
Acaba de publicarse en mi pa¨ªs el informe de una cumbre nacional sobre la pobreza organizada por l¨ªderes eclesi¨¢sticos y organizaciones civiles. Sus conclusiones, as¨ª como el reciente informe del Gobierno sobre pobreza y desigualdad, indican que la pobreza sigue entre nosotros.
Se puede hablar de algunos logros. La falta de agua pura es pobreza; nuestro ministro para Asuntos Hidr¨¢ulicos, Kader Asmal, se est¨¢ enfrentando a esta necesidad b¨¢sica de forma en¨¦rgica. La privaci¨®n de nuestros derechos sobre la tierra es pobreza; en nuestro pa¨ªs, en que bajo el apartheid se arrebat¨® a mucha gente sus tierras y propiedades, el ministro de Agricultura y Terrenos, Derek Hanekom, y la Comisi¨®n de Terrenos se enfrentan a los problemas derivados de la restauraci¨®n de estos derechos a comunidades y a individuos.
El programa para el Crecimiento, el Empleo y la Distribuci¨®n, que se conoce por sus siglas en ingl¨¦s, GEAR, es la estrategia b¨¢sica de reorganizaci¨®n global del Gobierno en este pa¨ªs nuestro de privilegiados y despose¨ªdos. Pero las organizaciones no gubernamentales, a menudo consideradas como actores de poca monta en escenarios ajenos, son ahora esenciales para esta transformaci¨®n.
Sus iniciativas ofrecen a todos los individuos la oportunidad de contribuir con su energ¨ªa personal, ya sea ense?ando a leer o, como vi hacer a un grupo de estudiantes, cavando una letrina en una escuela rural.
Un grupo de ONGs publica una revista que divulga debates sobre temas relacionados con la pobreza, desde las condiciones de los pr¨¦stamos del Banco Mundial hasta discusiones sobre el GEAR. Este intercambio es esencial si queremos desechar de una vez por todas la trampa de la caridad, gesto que apacigua la conciencia y perpet¨²a el problema.
La gran publicidad que se ha dado a los testimonios de los pobres en las recientes audiencias en Sur¨¢frica ha establecido sin rodeos el principio incontestable de enterarnos por ellos de lo que necesitan para poder liberarse de la pobreza con su propio esfuerzo.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ha demostrado el ¨¦xito de esta pol¨ªtica a escala internacional. Durante el pasado a?o, mujeres y hombres de Estados Unidos, Latinoam¨¦rica, Vietnam y Sur¨¢frica han presentado informes sobre sus proyectos apoyados por Naciones Unidas, desde una piscifactor¨ªa en Vietnam hasta un servicio de comidas preparadas en Nueva Jersey, pasando por la conservaci¨®n de la tierra en El Salvador.
Proyectos como ¨¦stos para desarrollar aptitudes son el andamiaje de la dedicaci¨®n a la reconstrucci¨®n material y espiritual de las vidas da?adas y sin realizar de mucha gente.
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