Expo Lisboa 98
Lisboa es una ciudad maravillosa para visitarla, llena de encanto, y adem¨¢s podemos entendernos, cada uno en nuestro idioma, sin problemas. La sorpresa fue que llegu¨¦ a su Expo para encontr¨¢rmela llena de andaluces. Se dir¨ªa que nos hemos quedado con ganas de Expo porque por todos lados se o¨ªa hablar andaluz. Claro que era el d¨ªa de Andaluc¨ªa, lo que, por cierto, era motivo de gran expectaci¨®n. Ya tenemos experiencia de este tipo de celebraciones y la verdad es que quedamos francamente bien. Una banda de m¨²sica inundaba el recinto con pasodobles; la Consejer¨ªa de Medio Ambiente envi¨® una exposici¨®n itinerante en un barco y con un t¨ªtulo con garra por lo que tiene de milagro: Andaluc¨ªa progreso natural (el milagro no se refiere al progreso en Andaluc¨ªa sino a la contradicci¨®n que encierra la idea de un progreso natural). Corr¨ªa una brisa fresquita que agradecimos tanto como los lisboetas agradecieron la manzanilla y el flamenco. Por la noche termin¨® la fiesta con gran ¨¦xito en el teatro, con Vicente Amigo, Jos¨¦ Merc¨¦ y la Compa?¨ªa Andaluza de Danza. Se nota nuestra presencia. Nos deben estar agradecidos por colaborar la ¨¦xito del acontecimiento con nuestra asistencia y entusiasmo, pero tambi¨¦n es posible que acaben un poco hartos de nosotros por ruidosos. Los portugueses que all¨ª trabajan son muy correctos, tienen mucho de esa imperturbabilidad inglesa que resulta agradable a pesar de que no te solucionan ning¨²n problema: no se inmutan por nada, aqu¨ª la agresi¨®n al p¨²blico suele ser gritona, all¨ª es pasiva. Un hecho curioso es que, tal como suele ocurrir en cualquier pa¨ªs, el norte del recinto es m¨¢s tranquilo y la animaci¨®n tiene lugar en la zona sur, siempre con m¨²sica, desfiles y espect¨¢culos. Un recuerdo para nuestra Expo, cuyas noches eran especialmente divertidas y llenas de sorpresas. Lo m¨¢s espectacular del evento es la estaci¨®n de metro, autobuses y ferrocarriles por la que se penetra en el coraz¨®n de la Exposici¨®n. Es obra de Santiago Calatrava, una de las construcciones m¨¢s bellas que he conocido. A un arquitecto amigo m¨ªo le ha gustado m¨¢s el pabell¨®n de Portugal, de Sisa, y el puente de Vasco de Gama, por lo que tienen de austeros, tranquilos y concepto moderno, pero a una, m¨¢s ignorante, le tira el espect¨¢culo, m¨¢s a¨²n si tiene apariencia de catedral g¨®tica, a la que estamos tan acostumbrados. Otro placer es el acuario del pabell¨®n de los oc¨¦anos, no s¨®lo por el gozo de contemplar al mundo acu¨¢tico, sino tambi¨¦n porque all¨ª ha tenido lugar un suceso muy singular: que un mero se zamp¨® a un tibur¨®n, as¨ª, tal como lo estoy contando, a dentelladas. Los p¨¢jaros disparando a los cazadores es una imagen muy sugestiva por lo que entra?a de venganza morbosa, pero en el acuario resulta natural: los meros son enormes, con cara antip¨¢tica y expresi¨®n de malas pulgas, mientras que los tiburones son peque?os y con aspecto angelical. Una ocasi¨®n m¨¢s de comprobar lo importante que puede llegar a ser la imagen incluso entre los peces. Al fin y al cabo para eso sirven este tipo de exposiciones. A saber lo que ocurrir¨¢ cuando crezcan los tiburones.
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