Fuego en el cuerpo
DE PASADA
Cristina Gil es una anciana adorable que vive en Macarena Tres Huertas. Est¨¢ viendo los toros en la tele. Naci¨® en Herv¨¢s y su hija Lola est¨¢ preparando el equipaje para marcharse a T¨²nez. Entre T¨²nez y Herv¨¢s, poblaci¨®n cacere?a que conserva uno de los m¨¢s hermosos conjuntos de la civilizaci¨®n jud¨ªa, hay una m¨¢gica ruta, unos acuerdos imaginarios de Camp David alimentados con un libro de viajes de Ram¨®n Carande y una novela de Patricia Highsmith titulada El temblor de la falsificaci¨®n que comienza en la recepci¨®n del Tunnisia Hotel. Do?a Cristina se cas¨® con un recovero de Guijuelo que vend¨ªa la mercanc¨ªa en el mercado de Entradores del Arenal, donde anta?o estuvo la c¨¢rcel del P¨®pulo. Dicen que la cantera de los recoveros ven¨ªa de arrieros maragatos que bajaban a por sal y no sub¨ªan. J¨¢ndalos de la Maragater¨ªa. Cristina Gil no es pariente de don Gil de las calzas verdes -el color de los billetes antes de su devaluaci¨®n-, el alcalde soriano que quiere llenar Sevilla de Marbella. Cervantes y Quevedo se echan las manos a la cabeza, c¨®mplices de esquina junto a la plaza de San Mart¨ªn, a pocos metros de manceb¨ªas que ya son carnes de derribo. De Guijuelo, tierra de excelsos jamones, es tambi¨¦n la familia de Luis Miguel Mart¨ªn Rubio, delegado de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla. El edil estuvo con la familia en Isla M¨¢gica y ni por asomo se le ocurri¨® subirse al Jaguar, ese megaterio de hierros que da manotazos de aire a los osados. Conoce el concejal a bomberos viriles curtidos en mil siniestros que le confiesan su p¨¢nico al artilugio. Terapia del telele de la que un usuario hace apostolado ante el concejal: le cura todos los males, menos el del miedo; de ¨¦ste se redime torturando a las azafatas con canciones de ¨®pera rusa, un ruso impostado que el miedo convierte en aut¨¦ntico cuando acomete compases ap¨®crifos de Boris Godunov. Hay toreros que como los bomberos le susurran confidencias a un Miura y se acogotan con el Jaguar. ?Qu¨¦ no sabr¨¢n del miedo Curro Romero y Anto?ete? Comparten cartel en la primera de las corridas que conmemoran el siglo y medio de historia de la plaza de Antequera, que en 1848 abrieron Jos¨¦ Redondo El Chiclanero y Juan Pastor El Barbero. En esa plaza Emilio Mu?oz le dedic¨® un toro a Madonna para resarcirla del agravio ronde?o. Y es que a la muchacha le encanta la porra antequerana.
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