2.500 fil¨®sofos destacan que la tecnolog¨ªa surge de la lucidez y no debe suplantarla
El XX Congreso Mundial constata la hegemon¨ªa del ingl¨¦s como lengua filos¨®fica
Desde la relaci¨®n entre mente y tecnolog¨ªa hasta la clonaci¨®n y la bio¨¦tica, pasando por las matem¨¢ticas, la est¨¦tica y otros muchos problemas, cerca de 2.500 fil¨®sofos de todo el mundo han participado esta semana en el XX Congreso Mundial de Filosof¨ªa celebrado en Boston (Estados Unidos). En una ¨¦poca marcada por la influencia de las nuevos tipos de comunicaci¨®n y el auge de la inform¨¢tica, los fil¨®sofos insistieron en que la tecnolog¨ªa es el resultado de la lucidez humana y no un sustitutivo del pensamiento. El Congreso tambi¨¦n constat¨® que el ingl¨¦s se impone como la nueva lengua filos¨®fica.
Con excepci¨®n de los periodos de guerra, este encuentro se ha celebrado peri¨®dicamente durante el siglo que ahora finaliza. Para esta edici¨®n se eligi¨® el t¨ªtulo general de Paideia y el subt¨ªtulo explicativo de La filosof¨ªa como educadora de la humanidad. Si Karl-Otto Appel o Pierre Aubenque representaban a lo que cabr¨ªa llamar filosof¨ªa de la Europa continental, el congreso se vio indiscutiblemente marcado por la numerosa presencia de grandes nombres de la filosof¨ªa anglosajona y, de hecho, norteamericana.Una impresionante y emotiva sesi¨®n especial reuni¨® a Donald Davidson, Peter Strawson, Marjorie Grene, el fil¨®sofo iran¨ª S. H. Nasr y el evocado K. O. Appel. Todos ellos rodeando a W. V. Quine, quien, a su avanzada edad, encarnaba emblem¨¢ticamente la figura del pensador, la tensi¨®n misma por mantener la llama del esp¨ªritu. La emoci¨®n que su sola presencia provocaba en aquellos mismos que no compart¨ªan sus tesis, mostraba la pertinencia de las palabras pronunciadas esa misma ma?ana por el fil¨®sofo chino y profesor en Harvard Tu Wey-Ming: "No se es part¨ªcipe de la humanidad sin compartir un ritual".
Asunto delicado
Por otra parte, en la intervenci¨®n de Donald Davidson se evoc¨® el delicado tema del creciente peso de la lengua inglesa en la comunidad filos¨®fica. Cierto es que el franc¨¦s y el alem¨¢n contaban, junto al espa?ol y al ruso, como lenguas oficiales. No es menos cierto que pr¨¢cticamente tan s¨®lo se habl¨® en ingl¨¦s. Las lenguas de Descartes y de Kant parec¨ªan as¨ª desterradas de la propia disciplina que estos pensadores tanto contribuyeron a forjar. En cuanto al italiano, lengua de Galileo, ni siquiera cuenta entre las oficiales de este congreso. Significativo todo ello del equilibrio de fuerzas econ¨®mico-cultural del mundo en que vivimos... E interpretable de muy diferentes maneras.Caso un tanto particular fue el de la lengua espa?ola, a la que se recurri¨® con relativa frecuencia, tanto por parte de ponentes latinoamericanos como espa?oles (situaci¨®n parad¨®jica, si se recuerda que, hace decenios, un importante profesor franc¨¦s se cre¨ªa ingenioso afirmando: "Para hacer filosof¨ªa hay que conocer todas las lenguas... Con la salvedad del espa?ol").
En ingl¨¦s se expres¨® m¨¢s bien, sin embargo, la numerosa representaci¨®n espa?ola, en la que j¨®venes investigadores se sumaban a los m¨¢s veteranos y conocidos (M. Quintanilla, J. Moster¨ªn, C. Thiebaud, C. Fl¨®rez, M. G. Carpintero y J. Broncano, entre los que pude percibir en el laberinto de las sesiones). En cualquier caso, la divisi¨®n entre filosof¨ªa anglosajona y filosof¨ªa con ra¨ªces en la Europa continental, pas¨® m¨¢s bien por el tipo de tratamiento de problemas comunes que por un reparto de los problemas mismos. Problemas que abarcaban desde la relaci¨®n entre mente y computaci¨®n hasta clonaci¨®n y bio¨¦tica, pasando por los fundamentos de la matem¨¢tica, la est¨¦tica y un largu¨ªsimo etc¨¦tera. Esta disparidad misma es sin duda problem¨¢tica.
Para reflejar la situaci¨®n de penuria a la que el conocimiento se ve reducido en nuestros d¨ªas, como consecuencia de la parcializaci¨®n de los saberes, suele usarse la siguiente frase: "El cient¨ªfico especializado sabe mucho de algo que es casi nada; el fil¨®sofo, por el contrario, sabe muy poquito de casi todo". ?Congreso pues de gente dispuesta a hablar de cualquier cosa sin espec¨ªfico conocimiento del tema? Para esta objeci¨®n permanente de los detractores de la filosof¨ªa s¨®lo ser¨¢ eficaz una respuesta precisamente filos¨®fica, y quiz¨¢ el propio acontecimiento que ha constituido este congreso ayude a forjarla.
Pues aqu¨¦llos de los participantes que se desplazaban de una secci¨®n a otra y avanzaban sus propios argumentos de ning¨²n modo se limitaban a yuxtaponer conocimientos generales procedentes de las diferentes disciplinas. Apuntaban quiz¨¢ a captar lo que sucede en el lugar de intersecci¨®n de los propios saberes especializados. Y apuntaban a tal lugar por suponer que en ¨¦l reside algo esencial, algo determinante para cada uno de estos saberes mismos.
La matriz de lo esencial
Para usar una met¨¢fora: dado un cruce de m¨²ltiples caminos, cabe suponer que ¨¦stos se encontraron por azar, o cabe m¨¢s bien pensar que los caminos nacieron en lo que ahora aparece tan s¨®lo como un cruce. Pues bien: la legitimidad de la filosof¨ªa reside quiz¨¢ en considerar que las m¨²ltiples interrogaciones del esp¨ªritu humano proceden de una misma matriz y que en tal matriz estriba lo esencial, lo que est¨¢ cargado de significaci¨®n.De ah¨ª lo leg¨ªtimo del t¨ªtulo dado al tema general (Paideia, educaci¨®n integral), tema subyacente en cada secci¨®n pero al que se consagraron expl¨ªcitamente varias de las sesiones y una de las plenarias. ?sta fue presidida por Pierre Aubenque, aristot¨¦lico eminente. Como resultado de estas discusiones sobre la tarea general de la educaci¨®n, qued¨® al menos claro que educar consiste en algo bien diferente a llenar el esp¨ªritu de un ni?o con un c¨²mulo de informaciones, como si a priori se tratara tan s¨®lo de un simple saco vac¨ªo. De lo inagotable del debate tan s¨®lo sale uno reconfortado en una convicci¨®n: una reflexi¨®n filos¨®fica sobre la ciencia debe tender a recordar aquello a lo que ¨¦sta en su origen apuntaba y que es indisociable de lo que el pensamiento griego esperaba del acto mismo de pensar; debe recordar que los procedimientos de c¨®mputo, descripci¨®n y control s¨®lo encuentran legitimidad cuando se vinculan a esos imperativos de lucidez en los que filosof¨ªa y ciencia se confunden.
La aut¨¦ntica formaci¨®n deun ciudadano pasa por tener acceso a la intelecci¨®n de su entorno; s¨®lo entonces y por a?adidura deber¨ªa tal intelecci¨®n prolongarse en el manejo de instrumentos t¨¦cnicos. En suma: computaci¨®n y tecnolog¨ªa como resultado de la lucidez y no como sustitutos de la misma. V¨ªctor G¨®mez Pin es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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