El mago de la palabra
Cuentan que en la buhardilla madrile?a de Rafael Soto Verg¨¦s conviven pac¨ªficamente dos mundos singulares. A un lado, el despacho del escritor y cr¨ªtico de arte; al otro, el laboratorio del mago, abarrotado de aparatos, naipes gigantes, pa?uelos de colores, todo dispuesto en un orden estricto. La poes¨ªa es su vocaci¨®n primera. "La magia es s¨®lo una afici¨®n", comenta con modestia, tratando de disimular el verdadero significado que este arte misterioso tiene para el gaditano: una pasi¨®n que le ha hecho viajar por varios pa¨ªses, y le ha deparado la amistad de maestros como Pepe Carroll o Juan Tamarit. La vida se encarg¨® de elegir para ¨¦l un destino de poeta, pero no consigui¨® alejarle de los juegos de manos. Una y otra circunstancias se deben, en sus palabras, a su afici¨®n al mundo de los mitos, la fantas¨ªa y el subconsciente. Y puede que los surrealistas franceses tengan en ello su parte de culpa. Premio Adonais de poes¨ªa a los 20 a?os, la trayectoria de Soto Verg¨¦s tuvo una justa recompensa con la concesi¨®n en 1994 del premio de la cr¨ªtica andaluza. "Tal vez fue mi educaci¨®n burguesa la que me alej¨® de ser un hombre de espect¨¢culo. Lo cierto es que prefiero que mis libros me presenten a m¨ª, y no al contrario", comenta. A la hora de sentarse a escribir, el autor de La agorera tiene tambi¨¦n algo de mago. Con el mismo desenfado, pero tambi¨¦n con id¨¦ntica seriedad, mide los versos o inventa un truco en el que unos ping¨¹inos saltan -"incre¨ªble, pero cierto"- del cubilete al bolsillo. "En la magia tambi¨¦n funciona la ret¨®rica de la poes¨ªa", asegura, "y ambas exigen mucha t¨¦cnica. Una y otra intentan invadir el misterio de la existencia". Por otro lado, Rafael Soto no duda a la hora de preferir la magia close-up, la del p¨²blico cercano, a los aparatosos montajes de David Copperfield y otros ilusionistas de masas. Y as¨ª su poes¨ªa, siempre busca la pureza que otorga la palabra precisa, frente a una l¨ªrica en boga que tiende m¨¢s a lo coloquial. "A la poes¨ªa no se le puede echar sif¨®n, hay que escribirla con desgarro. Cuando uno se llena de espiritualidad, es cuando sale la magia", sentencia con una sonrisa. Ahora, Soto Verg¨¦s apura sus vacaciones en C¨¢diz, una ciudad con la que mantiene una relaci¨®n de amor-odio. En ella transcurri¨® su infancia, pero le marc¨® el pueblo serrano de Bornos, donde pas¨® sus primeras vacaciones y se inici¨®, curiosamente, en la magia. "C¨¢diz era una c¨¢rcel de agua. En Bornos aprend¨ª a amar la libertad, y las visiones del campo me ayudaron mucho en mi carrera. El mar, en cambio, es demasiado absoluto, me enloquece", confiesa el poeta. Las paredes de su apartamento est¨¢n llenas de pinturas y grabados, "regalos de amigos", dice. Amigos como Fern¨¢ndez Arroyo, Juan Barjola, Mario Cer¨®n, Jos¨¦ Caballero o Rafael Alberti, cultivados a lo largo de m¨¢s de 30 a?os de estudio de las artes pl¨¢sticas. En p¨²blico, Soto Verg¨¦s suele resistirse a desplegar sus habilidades. Se disculpa por no tener a mano buen material para hacer trucos, pero cuando se halla entre amigos nunca renuncia a ofrecer un breve espect¨¢culo en el que adivina cartas o ejecuta sorprendentes juegos con monedas de plata. Y entre los cantos a la naturaleza y los prodigios del misterio, deja a un lado por un momento su natural moderaci¨®n y se atreve incluso a hacer un vaticinio: "No s¨¦ que va a ser de la poes¨ªa. Pero estoy seguro de que se van a ir al carajo todos los que est¨¢n viviendo de Cavafis".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.