Santuario belga

La admisi¨®n a tr¨¢mite en B¨¦lgica de la petici¨®n de asilo pol¨ªtico del etarra Juan Cruz Maiztegui es bastante m¨¢s que una l¨®gica causa de irritaci¨®n para las autoridades y la opini¨®n p¨²blica espa?ola. A estas alturas del proceso de integraci¨®n europea resulta una vez m¨¢s incomprensible que litigios de competencias entre diferentes administraciones belgas concluyan en una afrenta a la democracia espa?ola como es la admisi¨®n, siquiera a estudio, de que un ciudadano espa?ol pueda ser perseguido en su pa¨ªs por motivos pol¨ªticos. Pero es, adem¨¢s, una demostraci¨®n clara de que en la Europa de Schengen algunos pa¨ªses parecen a¨²n muy remisos a adoptar sus legislaciones nacionales a los compromisos adquiridos y tienen mucho m¨¢s celo para utilizar los beneficios del acuerdo que para asumir las responsabilidades que del mismo se derivan. Las autoridades belgas argumentar¨¢n que sus leyes conceden al comisario real el derecho a abrir tales procedimientos. Pero Espa?a tiene buenas razones para responder que las leyes belgas que permiten un absurdo como el ahora habido deber¨ªan haberse adecuado ya a los compromisos internacionales asumidos porque, se quiera ver o no, el caso es que B¨¦lgica est¨¢ cumpliendo funciones de territorio de asilo para terroristas espa?oles y creando expectativas en este sentido. El caso de Juan Cruz Maiztegui puede ser at¨ªpico porque no est¨¢ reclamado en Espa?a y porque el conflicto competencial en B¨¦lgica entre Ministerio del Interior y Comisario Real para los Refugiados se limitaba en un principio a la oportunidad o no de expulsar al etarra a M¨¦xico, pa¨ªs del que proced¨ªa cuando fue detenido con documentaci¨®n falsa el 29 de junio. Pero la decisi¨®n de admitir a tr¨¢mite la solicitud de asilo pol¨ªtico convierte este caso en una nueva crisis perfectamente gratuita entre Bruselas y Madrid. Ya en los anteriores casos de Luis Moreno y Raquel Garc¨ªa, dos colaboradores de ETA, y de Enrique Pagoaga Gallastegui, Peixot¨ªn, los conflictos bilaterales se zanjaron con la puesta en libertad de los presuntos terroristas y sendos fracasos rotundos de la ofensiva diplom¨¢tica espa?ola que intentaba impedir la grotesca paradoja de que un socio de Espa?a en la UE se erigiera en protector de quienes tienen como objetivo liquidar la democracia espa?ola. Tampoco en el caso de Maiztegui parece que hayan acertado las autoridades espa?olas, con unas presiones diplom¨¢ticas que finalmente han dado un resultado contrario al deseado.

Por lo dem¨¢s, habr¨ªa que recordarle al presidente del Gobierno espa?ol sus palabras triunfalistas sobre el fin del asilo pol¨ªtico en el seno de la UE pronunciadas despu¨¦s de la cumbre de Amsterdam y animarle a que, en cuestiones antiterroristas, sea un poco m¨¢s cauto de lo que su car¨¢cter parece dictarle. Sea con motivo del cierre de Egin o del asilo pol¨ªtico, el entusiasmo ret¨®rico de Aznar parece condenado a convertirse en un problema a?adido a los muchos que entra?a la lucha antiterrorista.