?Est¨¢ que arde!
Eso que est¨¢ ardiendo ah¨ª afuera es el planeta llamado Tierra, es el mundo que sustenta la vida humana y otras muchas vidas, es lo que solemos denominar hoy, casi siempre con orgullo y gozo, "la aldea global". Global, hasta que la muerte nos separe, para lo bueno y lo malo, pues globales son el efecto invernadero, la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica que lo produce, la agon¨ªa de r¨ªos, lagos, mares y oc¨¦anos, el ¨®bito de las rain forests o, literalmente, forestas pluviosas, plurisilvas tropicales o comoquiera que denominemos a la selva virgen, inhollada, primigenia, que hasta hace unas d¨¦cadas caracteriz¨® dilatadas zonas de esta prodigiosa, primorosa nave espacial que nos transporta por el cosmos en la ¨®rbita del padre Sol."Cuando un bosque se quema, algo suyo se quema", como afirmaba el viejo eslogan, y lo que se est¨¢ abrasando globalmente en este t¨®rrido y desdichado 1998 es nada menos que aquella jungla tan hermosa, y a la saz¨®n tan infinita, de nuestras lecturas y ensue?os infantiles, la de Tarz¨¢n de los Monos en la ficci¨®n, la del doctor Livingstone y su compa?ero Stanley en la realidad. Qu¨¦ infinita y felizmente lejos se encontraban todos ellos de este devastador fin de milenio, de este progreso que convierte cuanto toca en asfalto. Tarz¨¢n, hoga?o, no encontrar¨ªa ¨¢rbol al que encaramarse. ?D¨®nde encontraremos nosotros, los actuales habitantes del planeta Tierra, ox¨ªgeno para respirar cuando desaparezca la ¨²ltima selva virgen, d¨®nde iremos a buscar belleza y solaz para nuestra ¨¢nima? ?A la tele omnipresente, opio del mundo mundial finisecular? ?A La noche de Carmen, a Tal como ¨¦ramos, a No veas, acaso a Im presionante, o puede que a Qu¨ªtate t¨² pa ponerme yo? ?Mundo feliz!
Y mundo, perdonen la insistencia, que ahora mismo se est¨¢ quemando ah¨ª afuera, aqu¨ª adentro. Brasil, la madre de todas las selvas, 52.000 kil¨®metros cuadrados en lo que va de a?o (y en el ¨²ltimo recuento, antes del est¨ªo). Indonesia, 20.000 kil¨®metros cuadrados, y sigue ardiendo (por cierto, 70 millones de personas, no s¨®lo en este archipi¨¦lago, sino en Malaisia y Filipinas, han conocido como consecuencia lo que es un mundo privado de luz y de sol, lo que es la sensaci¨®n apocal¨ªptica de que ya no queda aire para respirar). M¨¦xico (que incluso se ha atrevido a asfixiar un poco a sus poderosos vecinos estadounidenses), Guatemala, Honduras, Nicaragua, Kenia, Ruanda, Congo, Senegal... ?Ah!, pero no se trata s¨®lo del mundo remoto, seguramente tercermundista o vaya usted a saber. Ah¨ª tienen el caso de Florida, norteamerican¨ªsima y primermundista: de fines de mayo a primeros de julio se quemaron 100.000 hect¨¢reas de ricas tierras, se clausuraron cientos de kil¨®metros de carreteras rodeadas por el horror y la destrucci¨®n del fuego, cada nuevo d¨ªa se declaraban unos cien incendios, hubo que evacuar a 70.000 personas, desplegar a la Guardia Nacional y los marines, como en las pel¨ªculas de ciudades rotas y pillajes. Y era Am¨¦rica, the number one. Aqu¨ª, en nuestra Europa, el patio de mi casa, cada vez menos particular, Grecia ha ardido como una yesca (un mill¨®n de hect¨¢reas, y sigue y sigue) sin respetar siquiera a los dioses: ardieron el monte Olimpo, el monte Athos y el Taiguetos, hasta entonces paradigma medioambiental. Espa?a va bien y es posible afirmar, en las postrimer¨ªas de un agosto implacable, que hemos sido afortunados, aunque al honorable se?or Pujol, tan mimado en cuesti¨®n de transferencias, se le abrasaran 27.000 hect¨¢reas del Solson¨¦s, Segarra, Anoia y Bages y la Generalitat se viese obligada a admitir que hab¨ªa "tenido una relaci¨®n impropia" con los incendios, como Clinton con Lewinsky. Y yo emerg¨ª el otro d¨ªa del puente del Padornelo, puerta de Galicia, para encontrarme todos los montes ardiendo hasta Ver¨ªn.
Aqu¨ª, en nuestra Comunidad madrile?a, podemos darnos con un canto en los dientes: a pesar de la animadversi¨®n al ¨¢rbol que muestran mayoritariamente los ediles de la zona y algunos terribles etc¨¦teras, tenemos a¨²n -se nos dice- 392.968 hect¨¢reas de superficie arbolada (un 48,95% del total), 114.000 calificadas de alto riesgo, y s¨®lo 165 se han quemado en lo que va de a?o, de las que 25 constitu¨ªan superficie forestal. Y lo m¨¢s sonado del verano fue el evitable, deplorable y pintoresco incendio de Cadalso de los Vidrios. Total, una minucia. Pero no olvidemos que el mundo est¨¢ ardiendo ah¨ª afuera, ni que cuando el bosque se quema, nosotros, nuestros hijos y nietos, la especie, estamos m¨¢s y m¨¢s cerca del apocalipsis. Now.
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