El rastro de Chirac
ENTRE LOS a?os 1988 y 1995, seg¨²n una instrucci¨®n judicial, la alcald¨ªa de Par¨ªs ten¨ªa no menos de 300 empleos sin empleado real; es decir, abonaba otras tantas remuneraciones a funcionarios, militantes del RPR gaullista, que ni se acercaban al puesto de trabajo, y as¨ª, subvencionados por la Rep¨²blica, estaban liberados para dedicar su tiempo al partido. El ex jefe de Gobierno, tambi¨¦n gaullista, Alain Jupp¨¦, que en ese periodo fue encargado de finanzas del Ayuntamiento de la capital y secretario general adjunto del RPR, va a ser procesado por ese motivo, pero la pista pol¨ªticamente suculenta es la que puede conducir hasta el El¨ªseo, puesto que en esa ¨¦poca el presidente Chirac, siempre del partido gaullista, era alcalde de Par¨ªs.Los problemas de Jupp¨¦ por irregularidades diversas no son nuevos. Ya tuvo que desalojar, cuando era presidente del Consejo, aunque entonces no lleg¨® a haber acci¨®n judicial, un espl¨¦ndido piso en Par¨ªs, porque pagaba por ¨¦l un alquiler subvencionado, cuando la indignada opini¨®n entendi¨® que ya era bastante subvenci¨®n ser jefe de Gobierno.
La del empleo ficticio ha sido una de las v¨ªas francesas de financiaci¨®n irregular de los partidos, como lo fue la de las facturas falsas aqu¨ª importada por los inventores del embrollo Filesa. Todo ello es tan antiguo como el ejercicio del poder, pero reina hoy, sin embargo, una acrecentada sensibilidad ciudadana para exigir, cuanto menos Estado hay a causa de la corriente privatizadora, m¨¢s Estado, en punto a transparencia y control de la eventual relajaci¨®n material de los gobernantes.
Por eso, el futuro de los implicados est¨¢ hoy mucho m¨¢s en peligro que hace unas d¨¦cadas, cuando la opini¨®n, harta del cinismo de los poderes p¨²blicos, daba por sentado que siempre tiene que haber ricos. ?se es el caso de Jupp¨¦, cuyo regreso a la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica francesa parece hoy sumamente dif¨ªcil por la larga lista de cargos por los que puede ser juzgado: desviaci¨®n de fondos p¨²blicos, complicidad y encubrimiento en apropiaci¨®n de bienes sociales, abuso de confianza con agravantes, aprovechamiento personal de fondos del Estado y complicidad y encubrimiento en abuso de confianza. Son causas que pueden prolongarse varios a?os, lo que, como m¨ªnimo, le va a inmovilizar pol¨ªticamente durante ese tiempo.
Pero otro futuro que va a estar bajo el fuego, si no necesariamente de la justicia, s¨ª de la opini¨®n p¨²blica, es el del propio Chirac, a la vista del virtual reconocimiento por Jupp¨¦ de una cierta culpabilidad, en una entrevista publicada ayer en Le Figaro, al decir que en la financiaci¨®n de los partidos reinaba en esa ¨¦poca una gran confusi¨®n, de la que todos eran responsables.
Una cosa parece, sin embargo, segura. Francia no es Estados Unidos ni Chirac es Clinton. Mientras dure su mandato, la inmunidad presidencial impedir¨¢ que Chirac sea procesado. Pero aunque nunca lo sea, su larga permanencia al frente de la gran alcald¨ªa va a ser un grav¨ªsimo argumento en contra de una eventual candidatura para repetir mandato en el 2002.
El nuevo escrutinio de lo p¨²blico va a sembrar de cad¨¢veres las filas de lo pol¨ªtico en Occidente. Y est¨¢ bien que as¨ª sea, sin recurso a confusiones ni culpabilidad colectiva, siempre que la justicia lo crea necesario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.